Acabé el periplo andaluz y no os conté nada después. Había llegado nuevamente a Almería, intentado depositar los 20 “centimazos” en la Catedral de Almería para que Alba apruebe las oposiciones a RTVE (están suspendidas por sentencia judicial) y no fue posible. Estaban celebrando una boda en el templo y con mi pinta no parecía adecuado que entrase.

Di una vuelta por la ciudad y comprobé los niveles de tontería del ser humano. Un grupo no superior a 50 personas vociferaban en contra de la amnistía. No voy a hacer arqueología política. Tras la muerte del Dictador Franco se decretó una amnistía que a mí me benefició, me evitó un juicio por asociación ilícita y propaganda ilegal que tenía pendiente en el Tribunal de Orden Público (TOP), pero fundamentalmente benefició a todos los prebostes de la dictadura que se libraron de cargos por crímenes de lesa humanidad, torturas, corrupción, malversación, sedición, evasión de capitales, fraude fiscal y otros muchos cargos que sería complicado contar en esta entrada del blog.

Bueno, pues 50 almerienses, vociferaban en contra de una posible amnistía a los ciudadanos catalanes que se pasaron tres pueblos al decretar unilateralmente la “republica catalana” y que suspendieron esa declaración a los ocho segundos.

Creo que contar determinadas cosas en estas entradas no modifican la percepción que tienen los españoles y españoles de la realidad. Hoy me toca contar mi opinión, aunque no sirva de nada.

Desde que se aprobó la Constitución Española las zonas (regiones, comunidades autónomas, nacionalidades más prosperas) han estado subvencionando a las comunidades más desfavorecidas (salvo Euzkadi y Navarra), nada que objetar. La solidaridad entre los pueblos es algo necesario.

Para solventar (en parte) esa y otras situaciones se aprobó tanto en el parlamento español, como en el Parlamento catalán un nuevo estatuto de Cataluña en el año 2006. El tribunal constitucional por petición de la derecha española (entonces solo el partido popular) derogó 114 de los 223 artículos del Estatuto de Catalunya.

Desde 2010, que fue cuando se derogó el Estatuto, las relaciones entre el gobierno central y el de Catalunya se fueron tensando hasta los desgraciados acontecimientos del año 2017, el “suflé” fue creciendo y el gobierno de la derecha judicializó las relaciones con Catalunya.

En definitiva, un desastre. Solventar esa situación ha sido, con mayor o menor acierto, uno de los objetivos del gobierno progresista de nuestro país. La posible amnistía sería la culminación de ese proceso. Puede que eso no resuelva los problemas creados por el PP en las relaciones entre el gobierno central y Catalunya, pero seguro que rebajará las tensiones existentes y se podría volver a hablar de un Estatuto que recogiera las necesidades (aspiraciones) de los catalanes.

Toda esta perorata por menos de cincuenta almerienses que se manifestaban con exabruptos en la plaza mayor de Almería. No merecen tanto tiempo.

Pasé un buen día en Almería y ya conté que disfruté con la comida (y la cena) de la Marisquería Baviera. Por lo demás sin novedad en mi estancia.

El día 9 de octubre tenía billete en el único tren en el que podía llevar a Hortensia a Madrid. El Intercity que partía de Almería a las 7:32 horas. Me levanté, ni os lo cuento, estaba antes de las siete de la mañana en la estación. No había tomado ni un café.

Pregunté en el lugar por un sitio que solucionara ese desatino y me mandaron a una cafetería próxima. También estaba cerrada. Subí al tren sin ingerir ni siquiera un vaso de agua. ¡Que dura es la vida del trotamundos.

Hablé con el interventor del tren y me recomendó que Hortensia viajara en la cafetería del tren. Lo difícil fue meterla en la cafetería.

Tomé dos cafés en la proximidad de Hortensia.

Fueron seis horas y media de viaje entre Almería y Madrid Chamartín – Clara Campoamor. Podía haberme bajado en Atocha – Cercanías, pero por deferencia a la mayoría de los viajeros que se bajaban en atocha y al interventor que me había posibilitado llevar la bici en la cafetería preferí llegar hasta el final del trayecto y no importunar a nadie.

Eso me supuso veinte minutos más de viaje. El ascensor de la vía donde llegamos estaba averiado y tuve que subir la bicicleta por las escaleras automáticas (se me cayó), luego tuve que recorrer trece kilómetros más para llegar a casa.

No tenía llave ni para entrar en mi domicilio, ni para guardar a Hortensia. Menos mal que casi siempre está Mari José y me proporciono la llave.

Subí todas las impedimentas a casa y la bicicleta acabó guardada en su lugar. Tampoco tenía nada que comer. Un par de empanadas del Horno de la Fe, próximo a casa solventaron esa situación.

Luego la cosa empezó a parecerse a lo habitual de cuando estoy en casa.

Llegó Tere, me dio mucha alegría y creo que a ella también. Despojado de la indumentaria de viajero parecía ya otra persona.

El 10 de octubre estaba en casa, Tere se fue a trabajar y cuando pillé a Hortensia comprobé que tenía poco aire en la rueda trasera. Casi arrastrándonos, la bici y yo, nos fuimos a cortar el pelo y la barba y a hacer alguna compra. A continuación, fui hasta The Hospital bike en la calle Rafael Finat, 3 de Madrid. Le dije que hinchara la rueda trasera y probásemos como se podía arreglar el problema que tenía. Le dio aire e inmediatamente empezó a soltar el líquido sellante la rueda. Volví y me dijo que no era nada.

Con esos datos me volví a casa tras comprar el embutido habitual en Jamones Julián Becerro (de la Alberca, Salamanca).

Llego bien la bicicleta hasta casa, la guardé y empecé a hacer la vida habitual de cuando estoy en Madrid.

A primera hora de la tarde me comunicaron el fallecimiento de un buen amigo: Nicolas Manuel Fernández-Aller, que fue secretario general del Sindicato Ferroviario de CC.OO. y con el que compartí bastantes años en la Comisión Ejecutiva de ese Sindicato. El tanatorio estaba próximo a mi casa, sin embargo, llamé a Tere para que viniese pronto y poder llevarme el coche.

En el Tanatorio de San Isidro coincidí con mi amigo Mario, con Juan Antonio, con Pepa Páez (secretaria general del Sector Ferroviario de CC.OO. actual), con Antonio Toscano, con Fraile (del Sindicato de Maquinistas) y por supuesto con la familia de Manolo.

Hablé, y no nos pudimos ver, con Chuchi (Jesús González Martín), Mariano Santiso del Valle y con alguna gente más.

Volví a casa en el coche.

El día 11 de octubre bajé a por Hortensia y estaba nuevamente sin aire. Inflé la rueda trasera y volví a The Hospital Bike, teníamos un buen pinchazo y tuve que dejar la bicicleta en el taller.

No hay nada como una mecha para arreglar un pinchazo en una cubierta tubelizada. Me tocó volver por la tarde a por Hortensia.  Había pasado los primeros dos días de mi estancia en Madrid prácticamente sin moverme como debo en la bicicleta.

El día 12 de octubre era la fiesta nacional. Desfile, besamanos y berrea de los ciudadanos más fascistas de Madrid. Siguiendo la letra de la canción de Georges Brassens “La mala reputación” yo no hice nada especial:

“Cuando pasean una bandera
y una cabra le va detrás,
prefiero quedarme en la cama,
este bullicio no va conmigo.
Pienso que a nadie hago la puñeta
negándome a escuchar el tambor y la corneta.
Pero los decentes no pueden soportar
a quien no sigue su mismo camino.
Todos me señalan con el dedo
salvo los mancos de día y de noche.”

Brassens

No me quedé en la cama, pude salir con Hortensia. La Casa de Campo estaba imposible. No intenté ir a ningún otro sitio. Pude completar mi entrenamiento habitual y volver a casa.

El día 13 de octubre ya me permití recorrer alguna zona mas de Madrid. Aunque era puente, había menos gente dando guerra por los caminos.

Hice la compra semanal de carne y pescado.

El sábado 14 seguí entrenando con normalidad y haciendo la compra de frutas y verduras.

El día15, opté nuevamente por hacer el entrenamiento habitual solo en la casa de campo. Creo que acerté. Había tanta gente en esa zona que era casi imposible andar por el lugar. No quiero imaginar como estaría Madrid Río y el Parque Lineal del Manzanares. Me encontré con Mandy, mi primer mecánico de bicicletas. El que me vendió la “Niza” y la “BH” y un buen amigo. Después vinieron a comer mi suegra y Alba. Primer cocido de la temporada.

Venía calculando el recorrido necesario para acabar el día con algo más de cincuenta kilómetros recorridos y a partir del Zoo el cuentakilómetros de Hortensia dejó de funcionar. Otro contratiempo.

Anoté el recorrido con los datos del reloj y el lunes me propuse resolver el problema.

Llamé al Castellana 100 que es donde compré a Hortensia y me indicaron que estaba cerrado. Que habían cerrado la tienda y el taller. “Vaya cojones”. No me dura ni un año el sitio donde compro las bicicletas.

Me dijeron que me mandaban los talleres autorizados de Giant para que llevara la bici y está claro que ese no era su propósito. Me dieron largas y que me buscara la vida.

Fui al concesionario de Giant que entendí que estaba más próximo de casa (plaza del dos de mayo, 6). Tenían la misma idea que yo. Ninguna.

Busqué otro taller. Sanferbike (M-30), Calle Monte Ulía, 2. (Vallecas). Hasta allí llegué. Me dieron hora para el 4 de diciembre a las 12:30 horas. No digo nada más.

La tarde del día 16 la he dedicado a montar el puzle con el recorrido realizado durante mi viaje por Andalucía y a escribir parte de esta entrada. Creo que la completaré mañana si consigo alguna solución para Hortensia.

Hoy he ido a Escapa, que está a 20 kilómetros de casa, he utilizado el anillo verde ciclista hasta Fuencarral, Avenida Llano Castellanos. Cerca de Fuencarral y del barrio de Begoña.

Como me temía, he tenido que dejar a Hortensia en aquel lugar. La avería es cosa de software y tienen que consultar con el fabricante. Las cosas de la tecnología.

Para volver desde allí un autentico periplo (menos mal que tengo la tarjeta de transporte de la comunidad de Madrid), he tenido que coger un autobús y después el metro.

Para hacer tiempo he entrado en el mercado de Maravillas y me ha parecido el más vivo de los mercados que he visto últimamente en nuestra ciudad. No tiene nada que ver con los “gentrificados” de San Antón o San Miguel donde prevalece la presencia de turistas. Tampoco se parece en nada al mercado donde yo hago la compra donde quedan ocho o diez puestos y languidecen permanentemente. Este, el de las Maravillas en la calle Bravo Murillo, sigue siendo inmenso y ha ido transformándose para adaptarse a las necesidades de los vecinos del barrio. Además de las pescaderías, carnicerías, fruterías, tiendas de variantes, de quesos y embutidos, casquerías que siempre han existido en los mercados, ahora hay una gran cantidad de tiendas y bares de distintas nacionalidades. Ecuatorianos, peruanos, venezolanos, mejicanos, chinos. Tiendas de santería. Vamos un lugar para pasar la mañana. Lastima que no me hubiera planteado hacer una visita al lugar como si visitara un museo vivo.

A la llegada a casa me he percatado de que he perdido las llaves de la bici. Siempre pasan cosas.

Menos mal que Chema, el que me alquila el local, ya me ha dado copia de las llaves de este y cuando me devuelvan a Hortensia podré guardarla en su lugar.

Viajes

231017  Y regresé a Madrid.

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3 comentarios en “231017  Y regresé a Madrid.

  1. José Ángel dijo:

    Vaya tela de entrada Mariano, te ha pasado de todo en el espacio de una cuartilla 🤗
    En fin, espero que te arreglen la bici cuanto antes y que te lo cubra la garantía como es debido, y que encuentres las llaves.
    En cuanto al recorrido que has hecho, es del que menos me he enterado, así que espero leer la otra parte, que has dicho que te queda de escribir, para hacerme una idea más real del viaje.
    En todo caso, me alegro de que ya estés de nuevo en casa y sigas entrenando día tras día.
    Un abrazo Mariano 🙂👍🏼

  2. José Ángel dijo:

    Pues resulta que en mi afán de comentar tu entrada no había visto la última parte en que vienen bien explicadas todas las etapas. 👍🏼

  3. Maribel dijo:

    Hola Mariano, te tengo abandonado, últimamente no me da la vida y como me gusta leer tus entradas trankilamente para poder responder como te mereces, pues necesito un rato.
    Bueno, ya lamento lo de Alba….argggggg y con respecto a los 50 voceras de Almería, caso perdido, qué gente más pesada siempre moviéndose en conflictos, cada vez los tengo más asco. Ya lamento la pérdida de tu amigo, que como siempre, ha hecho que te reencontrases con otros colegas, aunque el precio de esos reencuentros son demasiado altos.
    Qué bien sabe ese primer cocido de la temporada. Tenemos que ir de excursión/cañeo al Mercado Maravillas, me lo debes…je,je,je. Ya lamento los daños de Hortensia, seguro que la dejan como nueva, peroooooo no a la primera…je,je,je. Lo de las llaves??????estás hecho un «Jaimito».
    Me alegro de que vuelvas a tus rutinas y tus quehaceres de jubilado en Madrid. Nos vemos pronto, un abrazo amigo, de tu grupee dispersa.

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