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Lo que voy a contar.

Soy un señor mayor que no tiene «casi» ninguna obligación y he decidido, entre otras cosas, recorrer la península ibérica en Bicicleta. Aprovechando, más o menos, los cursos de los distintos ríos.

Comencé nada mas jubilarme de Renfe a recorrer el Canal de Castilla. Posteriormente recorrí el Río Duero, desde su nacimiento hasta Oporto. Y antes de abrir este blog también he recorrido el Río Tajo desde Frías de Albarracín (Teruel) hasta Oporto.

En este Blog pretendo contar, más bien con imágenes, los recorridos que realice y los proyectos de viaje que tengo.

Como presentación, por ahora, puede valer. Colgaré una página con cada uno de los recorridos realizados y cuando inicio un nuevo viaje iré colgando día a día las peripecias del mismo.

Canal de Castilla en Fromista.
Río Duero cerca de Peñafiel (Valladolid).
Nacimiento del Río Tajo en Frías de Albarracín (Teruel)
Desembocadura del Río Tajo en Lisboa.

Canal de Castilla en Grijota.

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Una vez que había dado una vuelta por A Coruña que sigue pareciéndome bonita, pero de la que tantas avenidas en pendiente y tanto edificio alto mi distancian un poco, pase a la fase final del día 29 de abril. Había caminado bastante por la parte próxima al mar y decidí parar a tomar una cerveza en las proximidades del hotel donde me alojaba. Lloviznaba un poco, pero tanpoco era trascendental. Concluida esa parte de la clásica ceremonia vespertina busqué en el señor google un sitio donde cenar y me volvió a recomendar el lugar donde había comido. Hasta allí me desplacé y estaba completo. La ventaja que tiene disponer de tiempo es que puedes esperar hasta que se queda una mesa vacía.

Sentado en una mesa alta comprobé que además de la cocina que tenían dentro del establecimiento había un pulpeiro que situado en la calle preparaba las raciones de pulpo.

Me pedí una y constaté dos cosas, la primera que los tradicionales platos de madera en los que se sirve el pulpo son cada vez mas pequeños. La segunda que el pulpo estaba realmente delicioso. Manifesté mi aprobación por lo bien cocinado que me había parecido el pulpo y el pulpeiro se puso de charla un rato conmigo. Me reconoció que todavía tenía las ollas de cobre pero que cocinaba en las de acero inoxidable por alguna prohibición sanitaria sobre el uso de la olla tradicional.

Entre unas cosas y otras se me hicieron las once de la noche y me retiré hasta el hotel. Tampoco, pese a ser una zona bastante céntrica vislumbré que hubiera mucho ambiente. Estoy seguro de que mis sentidos, desarrollados en otra época de mi vida para encontrar la marcha de los lugares, se han atrofiado ante la falta de uso. Así que antes de las doce de la noche me acosté en A Coruña. La tarde y el principio de la noche había transcurrido entre momentos de claros y chubascos cortos.

En el amanecer del día 30 de abril, cuando me desperté y preparé las alforjas para emprender la marcha tuve la ocurrencia de mirar por la ventana, hasta ese momento como estaba en un cuarto piso de nueve veía gris el día, pero no me había percatado de que estaba diluviando.

Bajé tranquilamente a desayunar al bar más próximo al hotel y en los diez metros que había desde la puerta del hotel al bar, y pese a bajar con el chubasquero puesto, me empapé.

Como soy especialmente terco, sobre todo cuando estoy de viaje con la bicicleta, no había querido hacer caso a los dos señores o señoras del tiempo que tengo alojados en el teléfono. Llevaban mas de una semana diciéndome que en la zona de Galicia por donde yo me iba a mover la climatología indicaba que se producirían lluvias intensas. Que razón tenía yo para pensar que acertarían con sus previsiones. Solo la realidad me situó en la disyuntiva necesaría en ese momento. Seguía adelante y por tanto recorría todos los kilómetros que tenía como objetivo para ese y los siguientes días bajo la lluvía, me buscaba un alojamiento en donde estaba y esperaba tranquilamente en un hotel hasta que cambiara el tiempo o la que al final decidí tomar. ME RENDÍA y volvía a casa sin cumplir el objetivo marcado.

Obviamente, con la poca sensatez que debe quedarme, decidí que me volvía a casa. Y a partir de ese momento empezaron las dificultades para volver.

Primero pensé en mandar a Hortensia por una empresa de transporte y volverme tranquilamente en tren. Ya recogería la bicicleta el día 3 de mayo en Madrid.

Me puse en contacto con SEUR (que anuncian un servicio de transporte de bicicletas en su página WEB), y telefónicamente me dijeron que me costaba unos 120 euros el traslado de la bici. Me hicieron una confesión (supongo que bajo cuerda) que si lo contrataba en la página web me costaba la mitad. Pues a contratar el servicio en la página de SEUR. Seguía diluviando. Cuando me pregunta la página por las dimensiones del paquete y le decía el tamaño de Hortensia me indicaba que no estaban permitidos los paquetes mayores de un metro. Opción SEUR abandona a las 9:30 horas de la mañana.

Segundo movimiento, me voy en tren hasta Santiago, que siendo la capital de Galicia tendrá mejores comunicaciones que el resto de las ciudades de esa comunidad. Subí a la habitación, cargué con las alforjas y monté la bicicleta en posición de marcha.

Pese a ir pertrechado con todas las prendas impermeables que me había llevado, en el kilómetro y medio que hay desde el hotel a la estación, llegué con necesidad de cambiarme completamente de ropa. No lo pude hacer.

Conseguí un billete para la bici y para mi en un tren que salía de A Coruña hacía Santiago de Compostela a las once de la mañana. En la taquilla donde compré el billete para ese tren me dijeron que en ningún tren que realizara el viaje desde Galicia a Madrid se admitían bicicletas. Empecé a ponerme nervioso.

Descarté la opción correos, en un viaje anterior la empleada de correos De Santiago ya me había dicho que mi bici no cabía en las cajas que tienen preparadas al efecto y que por tanto no podían trasladar a Hortensia.

En ese momento se me ocurrió recurrir a una compañera y un compañero que tuve cuando trabajaba en Renfe y que todavía siguen en la empresa. Hicieron algunas gestiones y me aseguraron que en un determinado tren podía existir plaza para una bicicleta en ese día.

Al ir a montar en el tren camino De Santiago el paisano del escáner me dijo que llevaba bombonas de CO2 en la alforja y que no podían pasar. Otra pequeña dificultad. (Aclaración: las utilizo en vez de la bomba de la bicicleta).

Nada más llegar a Santiago me coloqué en la taquilla para sacar el billete en el tren recomendado por mis excolegas. Después de una buena medía hora de espera me toco el turno y la mujer que me atendió se lo curró maravillosamente y a las 12 de la mañana tenía mi billete de tren para la bici y para mí en un tren que salía De Santiago a las cinco menos cuatro minutos.

La compañera y el compañero con los que había hablado de Renfe hicieron algunas llamadas para que la “interventora” del tren no me pusiera ningún problema.

Resuelto el problema de la evacuación De Santiago. Había también consultado horarios y disponibilidad de plazas en los Alsa y hasta había mirado alquilar una furgoneta para hacer el viaje por carretera. Lo había mirado todo antes de recurrir a las amistades.

Podía dedicarme a otra cosa. Decidí ir a por las COMPOSTELAS que había ganado haciendo los caminos de invierno e inglés. Como ya, por experiencia, se donde está la oficina del peregrino me dirigí directamente al lugar.

Tuve suerte, seguía lloviendo, por tanto, el número de peregrinos que se acercaban en ese momento era escaso y me atendieron rápidamente. Otra cosa fue que según ellos el camino inglés no lo había realizado como dice el señor Obispo y solo me dieron (me vendieron) una COMPOSTELA. Peor para ellos, el señor nuestro señor, como dicen ellos sabe que yo he recorrido bastantes Caminos y por lo tanto me llevará al cielo o donde le de la gana en su momento. Digan lo que digan los papeles que concede el obispado.

A la una en punto de la tarde estaba a la puerta del establecimiento donde pensaba comer. He llegado a un acuerdo con el dueño del lugar para no citar el nombre, me aseguró que no necesitan publicidad y a mi me viene bien que cuando vuelva a Santiago tenga un pequeño sitio en ese bar. El establecimiento me le recomendó Alba, pero de mi boca no volverá a salir el nombre del mismo.

Una ración de empanada de xoubas, una nécora y unas pocas cigalas fue la comida. Maravillosa comida.

Ya tenía resuelto todo lo que tenía que hacer en Santiago y por tanto me dirigí hacía la Estación para tomar café y hacer tiempo hasta la salida del tren.

En el control de acceso se repitió un episodio que ya había narrado en un viaje desde Córdoba. Aplicando la “supuesta” normativa, hay que desmontar la bicicleta antes de pasar el control y luego arrastra la bicicleta y el resto de los bultos hasta la puerta del coche que te corresponde. Cargar en el tren la bici embalada, la rueda delantera por separado y en mi caso las dos alforjas, el casco y los guantes.

Los mesopotanicos cuando inventaron la rueda hace ya más de 6000 años ya sabían que cualquier elemento que lleva ruedas se mueve con más facilidad que aquellos que no las llevan. Al final, otra vez a sacar el carnet de Renfe para que me dejaran pasar. ¿No sería más adecuado que modificaran la normativa y se permitiera pasar con la bicicleta montada hasta la puerta del tren?

Desmonté la bicicleta la coloqué en el lugar procedente y me fui a sentarme al asiento que me correspondía. Pude leer y escuchar música con toda la tranquilidad que te proporciona un tren con niños, pero mucho mejor que seguir embarrancado en Galicia y con lluvia era.

Llegamos a Madrid – Chamartín Clara Campoamor a eso de las 20:30 horas. Monté la bicicleta y dejé pasar delante de mí a las personas que habian necesitado una silla de ruedas para desplazarse por la estación. Cuando vi que habian subido en el ascensor de la vía 15 me acerqué hasta el mismo con todo organizada para volver a casa pedaleando. Última dificultad del día, el “puto” ascensor funciona con llave y tienes que buscar al empleado o empleada que tiene la llave del ascensor. Lo resolví con bastante rapidez.

Saco varias conclusiones de todo lo contado. Que el día 30 de abril no era mi día, que los medios de transporte no están concebidos para la gente que hace el Camino De Santiago en Bicicleta y mucho menos en otros sitios y que es terrible tener que recurrir a las amistades para la cosa más normal del mundo. Es difícil rendirse en este mundo.

Hoy, pues como siempre que he podido, a la manifestación del PRIMERO DE MAYO. Sigue pareciéndome que la marcha se hace cada año mas lenta por la edad de la mayoría de gente que participamos en ella y que como el publico no se renueve en unos años nos llevarán a los participantes con andador. Allí he estado esta mañana. Y esta vez he dejado descansar a Hortensia.

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240501 es difícil rendirse.

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Anoche Ferrol estaba bastante cerrado. Pocos bares y restaurantes estaban abiertos.

Después de publicar la entrada correspondiente al día 28 de abril bajé a la zona de la plaza del Callao que es donde pernoctaba. Todos los lugares que había elegido el google maps para cenar habian echado su cierre y fue difícil tomar una cerveza y luego comer algo. Acabé en el caserio vasco donde por una alguna razón inexplicable no había cobertura. Dado que todavía no había hablado con Madrid estuve entrando y saliendo del local para hablar con Tere y con Alba. Ruth estaba en Córdoba y no era cosa de molestar.

Me metí para el cuerpo un caldo gallego y una brocheta de rape. Todo riquísimo. No esperaba tanto de ese establecimiento.

Ahora lo puedo contar. Mientras estaba en el hostal zahara de Ferrol, ambos días, tuve que dejar a Hortensia en la calle. El hostal no tenía ningún sitio para guardar la bici, la habitación estaba después de 30 escalones bastantes empinados y los aparcamientos subterráneos de la ciudad no admitían bicicletas en sus establecimientos. Obviamente no se lo conté a Tere. Seguro que habría tenido dificultades para dormir con Hortensia en la puta calle. Ciertamente he tenido suerte y nadie ha cometido ninguna agresión a la bicicleta.

He bajado con todos los empedimentos habituales y he comprobado que la bici estaba bien. Me he desplazado hasta el bar de la esquina, que anoche estaba cerrado y me he tomado el desayuno habitual.

La salida de Ferrol ha sido complicada, cada paisano al que preguntaba me indicaba un camino distinto y todo eran carreteras mas o menos desagradables para ir en bici. Un puente imponente para salir de la ría de Ferrol y muchas subidas y bajadas. Llegué a Puentedeume. En ese momento me acordé dos paisanos que habían dormido en la habitación 11 del Hostal Zahara, ellos tenían la intención de llegar hasta esa localidad en su camino hasta Santiago.

Como yo viajo por las carreteras no les he visto avanzar en su camino. Buen camino para ellos. El camino entre Ferrol y A Coruña, es muy reiterativo en las formas de su topografía. Subir bastante, bajar hasta donde estaban las distintas rías del camino y otra vez a subir hasta el siguiente monte del camino. Tampoco he subido tanto, un desnivel acumulado de novecientos metros. Lo podemos aguantar. Algunas fotos y sobre todo lo importante de todo jubilado, comprobar los boletos de la primitiva y el resto de mis aficiones ludopatas, he jugado a todo lo que tengo costumbre parando en el camino.

Si oís que le ha tocado a un Gallego el EUROMILLÓN de este próximo martes es mentira. Me abrá tocado a mí.

Deseé a la familia un feliz día a primera de hora de la mañana y cuando ya había recorrido una parte importante del recorrido me encontré con un whatsapp de Tere en la que me comentaba que ya había realizado las gestiones médicas previstas para el día de hoy y que seguiría de baja hasta el próximo día 9 de mayo.

También me contó que había hablado con nuestra amiga Belén de Bilbao y que le había informado de la muerte de su gato THOR. Estaba afectada por su desaparición. Recuerdo a THOR desde siempre. Se desplazaba nuestra amiga Belén desde Bilbao hasta Vera con el gato, el animal había recorrido cantidad de lugares. Debía descansar una. Un abrazo para Belén, Jose y Diana.

Seguí en el camino tal como tenía previsto. La entrada A Coruña es realmente desagradable. Un montón de autovías, que no son autovías, pero que los conductores de coches piensan que sí y te arrinconan todo lo que pueden.

Cuando he llegado a las proximidades de la ciudad he intentado apartarme de esas AC10, AC12 y todo lo que pudiera parecer una autovía. No lo he conseguido.

Al final he parado un rato y he realizado las preguntas oportunas. Un paisano me ha dicho que había un carril bici desde donde estaba a las proximidades del hotel. Menos mal.

Un recorrido fantástico por las próximidades del puerto de A Coruña. Un paisano en patinete eléctrico me ha ido guiando hasta donde tenía que salir del carril bici para llegar hasta el hotel. La habitación bien.

He dejado perfectamente guardada en un cuarto del hotel a nuestra buena Hortensia, he subido todas las cosas a la habitación y me ido a comer. Empanada, zamburiñas y navajas. Buena comida.

La siesta bien. Acabo de escribir esta entrada y bajaré para ver la playa de Riazor y el resto del centro Coruñés.

Tengo tiempo. El cielo se está encapotando y me hace barruntar que el resto del camino se va a complicar. Dijo en su momento el Gran Capitán que no había preparado su flota para luchar contra los elementos. Tremendo error. Yo tampoco pensaba que me iba a encontrar con unas lluvías que no ayudan nada para andar en bicicleta.

En el camino, sin que se entere la Guardia civil de tráfico, he venido escuchando el programa Angels Barceló, cuando he oido a Pedro Sánchez me he quedado tranquilo porque se mantenga como presidente del Gobierno Progresista que yo defiendo. Y me he quedado muy preocupado porque no haya explicitado las medidas que va a tomar para evitar que siga existiendo el lodazal politico que permanente utilizan los politicos y políticas de la derecha para embarrar la vida díaria de nuestro país. Hay que ser más decidido. Entre todos lo conseguiremos. Creo.

Mañana veremos como se nos dá el día.

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240429 las entradas y salidas de las ciudades.

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Puede parecer que estaba recorriendo caminos De Santiago. Ayer, aunque fuera en autobús, concluí el camino de invierno. Llegué hasta Santiago procedente de Ponferrada. Había concluido el recorrido previsto en ese Camino De Santiago. Hoy pretendía comenzar el Camino Inglés. La verdad es que por donde he pasado no pensaban ese camino. He tenido dificultades para que entendieran mi objetivo. Debía ser una nueva extravagancia de marianoenbicicleta.blog.

Ayer cené razonablemente bien, faltaba la servilleta de hilo, pero el genero era de verdad bueno. Una necora de las rías y unas alcachofas con jamón.

Volví al hostal Zahara y me acosté bastante pronto, sorprendentemente hay una farola de la ciudad de Ferrol en la ventana del hostal. Hice como si no me molestara y me dormí. Hoy tenía previsto levantarme a las 6:45 horas, el tren salía a las 8:20 y no quería llegar tarde.

Como siempre me levanté antes de la hora y me enteré de los últimos timos por internet en el programa Código de barras de la Cadena SER.

Hice las tonterías habituales de las mañanas y a eso de las siete y media ya estaba en marcha camino de la estación. Pese a equivocarme un par de veces llegué con suficiente tiempo para coger el tren de FEVE. Solo había un pequeño problema, no había desayunado. Mi carácter estaba como siempre que no he desayunado, especialmente iracundo. Tuve mucha suerte. En el tren viajaban el maquinista, el interventor, un paisano que se durmió según se sentó el tren y uno que a falta de ocho minutos para la salida del tren apareció agobiado para entrar en el tren.

Obviamente también viajábamos Hortensia y yo. No creáis que aunque tenga tanta practica en viajar me relajo en los trenes, además de los FEVE no conozco los recorridos por lo que siempre parezco un “perrillo” en alerta por si se me pasa la estación de destino. No dormí en el camino.

El interventor, cumpliendo su promesa, me aviso de la llegada a O Barqueiro. Yo ya tenía preparada a Hortensia para bajarnos del tren.

En el camino no se exactamente por que lugares pasamos, pero por la ventanilla del tren se veían unos bancos de niebla impresionantes por debajo de donde nosotros circulábamos.

En O Barqueiro el tren me depositó. Abajo se veía el mar y el pueblo pero no sabía como llegar hasta el lugar. Pasó una mujer que apenas veía y conseguí que me dijera como salir del lugar. No era fácil, además llovía. Me puse en marcha con el agua y empecé a subir una cuesta hasta lo que allí llaman la carretera general. Tras unos cinco o diez minutos de subida empezó una bajada maravillosa hasta el puerto de O Barqueiro. No me estaba produciendo ningún placer. Esa bajada me estaba explicando sin decirlo que luego la tenía que subir, y eso me gustaba menos.

A medio camino hacia el puerto estaba aparcado un autobús, por el tipo de viajeros parecía un viaje del inserso, puede que fuera de cualquier centro de mayores de nuestra geografía, en cualquier caso todos y todas parecían de mi edad e incluso mayores.

Paré en el primer bar que había en el Puerto y solicité mis cafés para desayunar. Caraspe, la mitad de los viajeros del autobús del inserso se habían metido en el mismo bar. Se demoró el desayuno pero lo conseguí. Allí me contaron una nueva mentira, el camino hasta el faro de Estaca de Bares, una vez que se sale del pueblo era llano, mentira. Subí la cuesta que había bajado previamente y después hasta llegar al cabo de Bares había bastantes subidas, también algunas bajadas pronunciadas.

Llegué hasta la villa de Bares y salvo un magnífico cementerio no había nada en el pueblo. Ni un solo establecimiento. Subí hasta el faro que se supone que es el punto más septentrional de la península y desde allí otra vez a desandar el camino. Lo que habian sido subidas se convirtieron en bajadas y viceversa. Otra vez en O Barqueiro. No os engañéis, no bajé hasta el pueblo. Ya había tirado unas fotos y no era necesario insistir. Paré en un estanco donde no tenían mi tabaco, aproveché para jugar al EUROMILLÓN del martes. El premio es de más de 160 M€, una exageración. Paré también en un bar de la zona donde me tomé un café. Me atendieron correctamente pero en ese momento estaban todos preocupados por un pajarillo que se había golpeado contra el cristal del establecimiento. Seguro que consiguieron reanimarle. No esperé.

El camino siguiente fue como el anterior, subidas y bajadas y una buena carretera. Tampoco nada especial, algún pueblo sin demasiada animación y unos paisajes demasiado cargados de eucaliptos. Siempre merece la pena recorrer Galicia.

Montado en Hortensia estaba en auténtico sin vivir, intentaba llegar en la bici hasta el Ferrol o paraba en Ortigueira y esperaba hasta las 18:30 horas en las que la página web de Renfe me informaba que pasaba el siguiente tren con destino a esa ciudad.

La batería la tenía al 60% y no sabía lo que quedaba de camino, todo indicaba que no habría novedades y tendría que seguir subiendo y bajando.

En Ortigueira, ya había estado una vez en el festival de música celta del lugar, lo primero que ví fue la estación de FEVE y sorprendentemente me indicó el factor de circulación que el próximo tren con destino a Ferrol pasaría aproximadamente (cito textual) a las 13:30 horas. No pude contenerme y le indiqué que no era la forma adecuada de informar. Los trenes deben pasar a una hora determinada. El, mucho más joven, y mucho más listo que yo me indicó que hay una hora de circulación y otra que se parece más a la real y que en este caso la hora aproximada eran las 13:30, dejé la bicicleta en la estación y me fui al bar que había en la calle de atrás para tomar una cerveza. Ya me indicó el factor de circulación que no volvierá después de las 13:25 horas. Acertó de plano.

El tren con destino a Ferrol llegó exactamente a las 13:30, que no era su hora pero era la que había deducido el empleado de FEVE que sería la adecuado para el paso del tren.

Preparé a Hortensia en el andén y nos montamos ambos en el tren. El maquinista del tren matinal venía de viajero en el tren, el interventor seguía trabajando. Que desigualdad.

Esta vez no conté los viajeros y viajeras del tren, no era necesario. En todo el tren incluyendo el personal de servicio no éramos más de diez.

Hice una tontería con la aplicación del reloj para controlar los recorridos en bicicleta y sorprendentemente funcionó. Todo el rato que estuve montado en el tren el reloj se creyó que seguía pedaleando y al final subió la media de lo recorrido a 25,9 km/h mientras que lo realmente pedaleado estaba en 17 km/h y en vez de figurar los 40 kilómetros que había recorrido en la bicicleta figuran 78,31 km. Que fácil es engañar a las máquinas.

Llegué algo antes de las quince horas a Ferrol y busqué un lugar donde comer. El primero me dio calabazas, el segundo me permitió sentarme en la terraza y comerme una de pulpo.

Volví al hotel y pese a mi desconfianza me había arreglado la habitación. He tenido que dormir la siesta para compensar el madrugón matinal.

Preveo que bastantes bares estén cerrados el domingo por la noche. Veremos donde cenamos.

Esta tarde no he puesto la radio, están con la cosa del fútbol y de momento no me interesan los acontecimientos deportivos de ese cariz. Sigo en tensión de como se resolverá la crisis provocada por los poderes facticos en la gobernalidad de nuestro país. Me sumo a todo lo dicho en el acto que se ha celebrado en el auditorio Marcelino Camacho de Madrid esta mañana. Mi sensación, en cualquier caso, es que la terrible tormenta que se produce dentro de la M30, es infinitamente menor en el resto del país.

Mapa de FEVE con los recorridos coincidentes con los caminos De Santiago.

Veremos, como seguimos mañana.

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240428 El punto más al norte de la peninsula.

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Ayer, para ir a cenar, fue complicado. Llevando chubasquero y pantalón impermeable conseguí mojarme bastante en los 600 o 700 metros que había hasta el lugar donde cené. No era cosa de repetir en el Hostal. Por la noche lo mismo, las pocas veces que me he levantado a curiosear (y a ir al baño) he comprobado que seguía lloviendo. Y no era precisamente un “cala bobos”, era lluvía de verdad, de la que se necesita en muchos lugares de la peninsula, pero va y cae aquí, que es donde menos se necesita. Visto el panorama decidí hacer la última etapa del Camino de Invierno. Entre Lalín y Santiago sentado en un autobús. El primero (y no sé si el último) era a las 10:28 horas de la mañana.

Desayuné tranquilamente en el hotel (estaba incluido en el precio) y vi como los dos portugueses que llegaron ayer a la tarde en bicicleta se disponían a partir por sus medios. Yo no hice ni intento. Me sorprendió en cualquier caso la escasez de medios que llevaban, para protegerse de la lluvia habían adaptado unas bolsas de basura para la parte de arriba del cuerpo, el resto si protección. Esos si son atletas.

Me fui bajo la lluvía hasta la estación de autobuses y como es tradicional en mi llegué con una hora de adelanto. La de la cafetería no sabía los horarios y con unos peregrinos que habian decidido hacer un tramo en autobús llegamos a la conclusión de que podríamos coger un autobús que nos acercara hasta donde iban ellos y a mi a Santiago.

Me bajé hasta las dársenas de la estación y estaba intentando oír “el a vivir” de la Cadena SER. Era una forma de pasar el tiempo como otra cualquiera. En estas llego un paisano que se las daba de cosmopolita porque había vivido en Andorra y me empezó a dar la “chapa” sobre los políticos corruptos de este país. Si no hubiera seguido insistiendo es muy probable que le hubiera prestado alguna atención. Era manifiestamente “facha” y hoy, especialmente, no tenía el “chichi pa farolillos”. Me desentendí como pude de su insistencia.

Hago un paréntesis. Cuando vas de viaje solo te puedes encontrar con gente encantadora y que la charla que mantengas con ella te interese sobre manera, pero también te puedes encontrar con los “chapas” profesionales con los que además no comulgas en absoluto y te pueden dar la mañana. Acabo el paréntesis.

La cosa fue mejorando, bajaron a la zona de embarque los peregrinos con los que había hablado antes y se fueron sumando a ellos un grupo no menor de quince que habían decidido lo mismo que yo. Todos unos cobardes. Si ninguno o ninguna de los peregrinos somos “gremlins” ¿Qué problema había con mojarnos un poquito?

Todavía se me puso mejor la mañana cuando un responsable de la estación me presto toda la atención de mundo para que pudiera llevar la bici en el bus. Para que me echaran una mano para meter a Hortensia en la bodega del autobús tuve que solicitarlo expresamente. No parece que seamos especialmente solidarios.

El autobús fue haciendo infinidad de paradas hasta el final. En todas y cada una de las paradas fueron subiendo peregrinos que habían intentado hacer un tramo andando y habían comprobado las consecuencias de esa lluvía en su ropa, su cuerpo y sus pertenencias.

Algunos también fueron bajando donde tenían concertado el albergue y a esperar que mañana pudieran hacer el tramo que les falta hasta Santiago. Yo llegué hasta el final del trayecto.

La estación de buses De Santiago está mas o menos concluida, su unión con la de trenes es otra cosa. Hay que hacer alguna filigrana para llegar a coger los trenes.

El tren hacía A Coruña salía a las 14:10 horas y prácticamente no me daba tiempo a subir has la plaza del Obradoiro y volver. En la estación estuve como una hora y medía viendo como llovía, salía el sol y volvía a llover. Vamos Santiago en estado puro.

Ahora muy en serio. Si están haciendo una estación nueva en cualquier sitio (en este caso en Santiago) y tienen todo el andén para construir los ascensores que razón hay para hacerlos tan pequeños que no entren las bicicletas. No es una pregunta. Es un cabreo manifiesto.

Para bajar al paso subterráneo conseguí meter la bicicleta después de quitarle las alforjas y apretarnos un poco. Para subir en la vía 4 fue imposible. Tuve que quitar las alforjas, subir a Hortensia por la escalera mecánica y bajar a por las alforjas. Diez, quince, veinte centímetros más de fondo y los ascensores sería perfectos.

El tren circulaba con bastante ocupación, pero como tuve la suerte de que no había mas bicicletas hicimos el trayecto de forma muy adecuada.

Y llegó la apoteosis del viaje. Según llegué a la estación de A Coruña, me fui a la taquilla para sacar el billete hacia Ferrol y me indican que los trenes con ese destino no admiten bicicletas. Que conste que eso no lo pone en la página de Renfe, pero como tantas cosas.

Me cargué de paciencia, cruce al bar que había enfrente de la estación, me tomé una cerveza, me pedí un bocadillo de tortilla y un café y asimilé que no podía llegar en tren hasta Ferrol.

Otra vez hasta la estación de autobuses correspondiente, según llegaba al lugar anunciaban la marcha de un bus hasta Ferrol y tuve que esperar otra hora larga hasta que saliera otro vehículo. Menos mal, este era directo, y desde las 16:30 que salimos de A Coruña nos plantamos a la 17:15 en la estación de Ferrol.

Había consumido un día completo en distintos medios de transporte. Los billetes para los viajes por carretera me han costado cada uno 4,85€ y el de tren cero euros. En gasto no ha estado tan mal.

Para completar la jornada he ido a la estación de ADIF de Ferrol y me han indicado que los billetes de lo que en su tiempo fue FEVE solo se pueden obtener para el día del viaje. Pues mañana a madrugar un poco mas.

Lo del hostal Zahara ya es otra cosa. Te obligan a realizar el chequing con tu telefono, te dan la clave de acceso al hostal y a la habitación y resulta que no son correctas. La “puta” tecnología hay veces que se alía en nuestra contra.

Quiero ir mañana hasta el Cabo de Bares que se supone que es el punto más septentrional de la península y volver al hostal Zahara pedaleando. Veremos como nos acompaña el tiempo y las fuerzas.

Una vez narrado el periplo de hoy creo que tengo la obligación de irme a dar una vuelta y conocer algo de una ciudad que me había vetado conocer hasta ahora. Primero lo del nombre completo que arrastraba no me la hacía interesante y después por verla siempre muy en la esquina de la península y a la que tienes que venir expresamente, no te pilla de paso para ningún otro sitio.

Algo conoceré del Ferrol.

Por alguna anomalía en la forma de pasar las fotos del teléfono a la tableta no me permite pasar las pocas que he realizado hoy. Además he borrado (sin querer) algunas de las que he realizado en las distintas estaciones por las que he pasado. Hoy toca publicar SOLO TEXTO. Lo siento.

Viajes

240427 Rebaños de peregrinos en autobús.

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En el hotel Ribeira Sacra de Monforte hay varios turnos para el desayuno. Yo me apunté al primero. A las 8 de la mañana ya tenía que estar desayunando. Bajé un poco antes y me acerqué hasta un cajero para obtener dinero en efectivo, en algunos sitios no admiten tarjeta y casi no me quedaba dinerario. Aproveché para hacer una foto de la ventana del juzgado que comenté ayer.

A menos diez, las ocho, ya estaba haciéndome el primer café y la tostada correspondiente. Conseguí recuperar a Hortensia después de su noche de lujo. Ya os he contado que me cobraron 4 euros por su PERNOCTACIÓN.

Tenía que buscar agua. Los bidones estaban vacíos y había que provisionarse para el viaje. No conseguí una botella grande hasta que llegué a una gasolinera. Desde allí, se suponía que era coser y cantar. Unos setenta kilómetros por tierras gallegas. Pues no. La carretera estaba bien y ciertamente no había excesivo tráfico, solo mencionar que por alguna extraña razón aquí hacen las carreteras con subidas y bajadas inadecuadas para mis piernas.

Cuando he llegado al final de la etapa me dice una de esas tontas aplicaciones que todos tenemos en el móvil que había tenido un desnivel acumulado de más de 1300 metros. Puedo darle la medalla de ese nivel acumulado al puerto del Faro, pero no es verdad, todo el recorrido ha sido básicamente subiendo y bajando. En otras entradas ya he ido contando que las bajadas no me preocupan, son cómodas. Lo que siempre me ha preocupado han sido las subidas. Muy cansado de subir y subir.

Según la credencial del peregrino he parado en Chantada para tomar un café. En Rodeiro, para recargar la batería. Había subido ya al Puerto del Faro y como le que te cuentan por los caminos suele ser absolutamente falso, decidí rellenar con unos pocos vatios la batería de la bicicleta. Hice muy bien. Desde Rodeiro hasta Lalín también hay subidas, no tan pronunciadas como el puerto del Faro, pero subidas donde hay que echar el resto.

Me olvidaba de algo importante. En Rodeiro según cargaba la batería apareció un paisano y pego una esquela en el bar donde yo estaba. El nombre de la finada merece esta mención. Siento que se haya muerto y acompaño a sus deudos en el sentimiento. Que magnifico nombre ha tenido durante toda su vida.

Había vivido bastante, pero el nombre de Dignidad me ha motivado para incluirlo aquí.

Después de setenta kilómetros llegué a Lalín, los últimos seis o siete kilómetros había comenzado a llover, unas gotas más o menos consistentes aunque no excesivo.

Paré en el pueblo a tomar una cerveza y cerciorarme donde estaba el Hotel Pontiñas. La borrasca atacó tanto que el nuevo sillín estaba impracticable para sentarse. La paisana del bar me dejó un trapo para secarle y recorrí los últimos 800 metros hasta el hotel. Sin entrar en detalle, me he tenido que cambiar de calcetines y de calzoncillos. Ha llovido con bastantes ganas.

En el recorrido un paisaje realmente interesante sin nada, además de las subidas, que destacar. Mucho bosque, menos río que en los días anteriores. Un cartel que indicaba que estaba cerca del Parador de Santo Estevo y al que obviamente no he prestado demasiada atención. Me vale con la visita que hice en noviembre con Alba. Tampoco vamos a repetir visita.

En lo alto del Puerto del Faro hay un cartel anunciando la proximidad de la Ermita de la Virgen del Faro. Sinceramente no he intentado aproximarme. Había llegado tan desgastado arriba que cualquier metro que recorriera a mayores parecía prescindible.

Paro de vez en cuando para hacer fotos, no estoy seguro de que sean las mas interesantes del camino, pero es donde el cuerpo y la circulación me permiten parar.

Cuando estaba sentado en la terraza del hotel han llegado dos portugueses en bicicleta. Me han asegurado que solo se han mojado en los últimos tres o cuatro kilómetros. Aquí no ha dejado de llover en toda la tarde. Debe ser una isla de lluvía que me ha tocado.

La Ermita Do Faro que no me he molestado en ir hasta ella.

Sigo con especial interés la situación provocada por lo que en su momento llamábamos los poderes “facticos”. Determinada prensa, algunos jueces, los partidos de la derecha y la ultraderecha que han obligado al presidente del Gobierno a parar cinco días a reflexionar.

No sé como concluirá esta situación. De lo que estoy seguro es que es imprescindible que las sociedades occidentales nos paremos de vez en cuando a reflexionar y decidamos que cosas nos merecen la pena.

No puede ser que estando la economía mejor que había estado desde la gran crisis de 2008, que siendo el salario mínimo mucho más alto que nunca, que las pensiones se hayan revalorizado acorde al IPC, que las cifras del paro sean mucho menores (no buenas) que nunca. Exista una caterva de indeseables que decidan tumbar este y cualquier otro gobierno que no responde a los intereses (bastante ilícitos) de los cayetanos de turno.

Estando fuera de casa no tengo claro lo que puedo hacer para manifestar mi disgusto con esos indeseables. Ya veré si mañana consigo llegar a Santiago y después en tren hasta Ferrol puedo manifestarme en contra de tanta ignominia.

Está claro que no voy a ir a esa concentración. Me solidarizo con ella y con todas aquellas que defiendan la democracia. El 23F de 1981 sigue vivo. Hay muchas fuerzas que no soportan no gobernar.

Sigue lloviendo. Quiero moverme hacía el centro de Lalín para cenar pero el tiempo no da tregua.

Viajes

240426 Llegó la borrasca.

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Salí como pude del Hostal Niza de A RÚA. El baño estaba en la habitación contigua a la mía y por tanto era compartido. No debía haber nadie más en el lugar ya que solo me encontré con los dos ancianos que gestionaban el lugar.

La habitación era bastante mejorable. Como en el lugar no había ni siquiera dos enchufes tuve que enchufar la batería de la bicicleta en el segundo piso. Yo me alojaba en el tercero. Que trasiego, y todo sin ascensor.

Le pagué los 30 euros de la habitación en efectivo. Tampoco les funcionaba la maquina de pagar. Seguro que los herederos consiguen remodelar el lugar o tirarlo.

A la puerta del Hostal hay un bar donde me dieron bien de desayunar. Y desde allí comencé mi segunda etapa del Camino de Invierno. Mucha carretera nacional y alguna que otra subida no excesivamente pronunciada.

Zona de pizarras y de bosques, pueblos bastante solitarios. No conseguí poner ningún sello en la credencial del peregrino, ni un solo bar en la carretera que va desde A RÚA hasta Monforte de Lemos. Un magnifico rio Miño y otros que recorren el paisaje. Bastantes pequeños embalses y grandes hoteles en la carretera todos ellos cerrados.

Alguna que otra gota al final del trayecto y llegué al destino poco después de la una de la tarde.

Lugar muy tranquilo, cervecita y comida con servilleta de hilo. Cuánto tiempo por estas carreteras sin que pusieran servilletas de verdad. La comida espléndida. Un paté riquísimo y unas manos de cerdo deshuesadas deliciosas. Probé el vino de la Ribeira Sacra, está bastante bueno.

El hotel Ribeira Sacra está en las proximidades de los juzgados. Mucho mejor que el hostal del día anterior. Solo una pega que voy a resaltar ya que me parece una muy mala práctica. Me cobraron CUATRO EUROS por el aparcamiento de la bicicleta. No me había pasado hasta ahora. Creo que no se debiera extender esa practica en los lugares de alojamiento. Muy mal por el Hotel Ribeira.

Los cuatro euros del aparcamiento.

Cuando pasé por los juzgados comprobé (y no me atreví a hacer una foto) como los distintos expedientes estaban guardados en cajas AZ y apiladas en varios pisos. No creo que sea el mejor modo de agilizar la justicia. Que sé yo de esas cosas.

La tarde muy tranquila, paseo por la zona próxima al hotel, un par de pinchos y a descansar. El cambio de sillín me tiene dolorido el culo. Es lo que tiene cambiar de montura a la mitad del camino.

Y ayer me emocioné viendo como nuestros amigos portugueses celebraban el 50 aniversario de la revolución de los claveles. La felicidad de nuestros vecinos disfrutando ya de cincuenta años de democracia me parece ejemplar. Si nosotros no estuviéramos enzarzados en tantas estupideces como cada día vemos, probablemente tendríamos muchas cosas que celebrar todos juntos. Pues eso que mejor nos relajamos, disfrutamos cada uno de nuestra vida y dejamos de creernos todas las insidias que habitualmente se ponen en marcha en nuestro país.

Vista desde la habitación del hotel Ribeira sacra.

La tercera etapa que haremos mañana tiene una buena subida al Monte del Faro, parece que es el punto culminante del camino de invierno. Ya veremos.

Viajes

240425 Cincuenta años no es nada.

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Como tenía que esperar hasta que abrieran las tiendas de bicicletas para reparar (cambiar) el sillín me he demorado en la cama casi hasta las 8:30 horas. Cuando he bajado con batería y alforjas me he encontrado con un mercadillo alrededor del mercado de abastos. He tomado mis cafés y mi media tostada.

He conseguido sacar a Hortensia de su alojamiento y los del Hostal San Miguel me han indicado como llegar hasta una tienda de bicis. El paisano, cuando le he contado el percance, me ha dicho que tenía el mejor sillín. Es verdad, pero está roto. No tenía un tornillo para sustituir el que se había roto, me ha cambiado el sillín. Se ha quedado con él para enviármelo a Madrid o para que yo lo recoja cuando vuelva por Ponferrada. Veremos como se soluciona esto.

Entre unas cosas y otras he salido de Ponferrada bastante tarde. A eso de las 10:30 horas. Camino de las Médulas. Un recorrido más o menos suave. Cuando he llegado a las proximidades de las Médulas un paisano que salía de la farmacia del pueblo me ha indicado que el camino por las Médulas era bastante duro. He optado por no visitar ese lugar realmente interesante.

He seguido por la carretera normal y al poco de recomenzar el camino he entrado en Galicia.

Ha sido un recorrido más o menos normal, como ya iba un poco retrasado solo he parado en O Barco de Valdeorras. Un café y a seguir. No me he complicado la vida. Sin mucho esfuerzo he llegado hasta A RÚA, Cerveza y buscar un sitio para comer. He elegido bastante mal. Un raxo con patatas y poco más.

Después buscar alojamiento. En la pensión que me había parecido mas adecuada me han dicho que estaban completos.

Es lo que hay. Después al Hostal Niza. No se puede describir en pocas palabras las características del lugar. HORROROSO. Un tercer piso sin ascensor. Dificultades para guardar la bici. No tienen enchufes para cargar el móvil y la batería de la bici. UN AUTÉNTICO DESASTRE. Me he buscado la vida. El móvil, la tableta y el reloj en la habitación. La batería de la bicicleta en la recepción. Prefiero no contar las características de los enchufes y de los interruptores. A mi padre, que hubiera cumplido 100 años y era electricista le habrían parecido antiguos y sin ninguna seguridad. Que le vamos a hacer.

Los ancianos del Hostal Niza recorren sus aposentos como si tuvieran algo bueno. No insisto.

Para ser el primer recorrido del año fuera de Madrid, vamos bien. Me he encontrado en forma y Hortensia responde como siempre. Ya veremos la etapa de pasado mañana que son 1.200 metros de subida.

En la RÚA depués de una mini siesta de la que me ha despertado Tere porque le habían puesto una multa por no pasar la ITV y estaba indignada me he bajado hasta un bar donde tuvieran wifi y a base de cafés y cerveza aguanto aquí hasta publicar esta entrada. Se que no estoy especialmente inspirado. Han sido muchos días sin practicar en lo de la escritura. Por cierto, el puto sillín nuevo es mucho más incomodo que mi Brooks. Me duele el puto culo.

He llamado a mi querida cuñada Gloria. Hoy es su cumpleaños, como todos ha visto quien le llamaba y como solo ha leído la primera sílaba me ha confundido con un primo (Marino) que se nos casa el próximo día 15 de junio. Felicidades. Espero seguir de viaje.

Mi cuñada, aunque no me haya reconocido en la llamada, como siempre encantadora. Muchos besos a los que perdéis el tiempo leyendo mis tonterías.

Viajes

240424 Cumpleaños de Gloria.

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La ultima vez que escribí en este blog fue el día 17 de enero, fue un homenaje a los 100 años que hubiera cumplido en esa fecha mi padre. Escribí como si mi padre me hubiera acompañado a un concierto de Javier RUIBAL. Desde entonces castigado en casa. No he dejado de pedalear, cuan hámster en mi jaula, he recorrido algunos kilómetros mas que el año pasado hasta esta fecha, todos ellos en Madrid.

En esta fecha, ya nos hemos venida Hortensia y yo hasta Valladolid. Como era el día de Castilla y León la ciudad estaba prácticamente vacía. He esperado hasta esta fecha por dos cosas importantes:

La que de verdad me ha influido ha sido el tiempo. Salir de excursión en bicicleta con viento, con lluvía y con frio, parece que no era conveniente.

Luego, para quedar bien, he justificado no emprender el camino en las fechas adecuadas por una operación que le han realizado a Tere de extirpación de vesícula y de paso le han quitado una hernía de hiato. La verdad es que no me ha demandado ninguna atención especial, pero me sirve para justificar la demora en la partida.

Lo de levantarme a las cinco de la mañana ya es de por si una autentica hazaña. Los viejos tenemos una hora para levantarnos, cualquier cambio nos hace estar todo el día descolocados. Había dejado todo preparado ayer. Cuando he llegado a Laguna de Duero en la bicicleta me he dado cuenta de que me había olvidado la visera veraniega de mi hermano. No se puede estar en todo.

En el tren que me traía hasta Valladolid desde la estación de Príncipe Pío he sentido frio. Pese a demorar la partida he escogido un día inadecuado. Con pantalón largo, deportivas (con goretex), camiseta, nórdico y maillot de invierno he tenido un poco de fresco.

El viaje como todos los que hago en trenes regionales, aburrido hasta decir basta. Dos horas y cincuenta y cinco minutos de Madrid a Valladolid da tiempo para pensar en esta entrada del blog y en el camino que me queda por delante. Tanto el que pienso hacer en bicicleta como el que me queda hasta que pueda dejar de pedalear. Son reflexiones idiotas. Lo que tenga que ser será.

He recorrido el centro vallisoletano para captar algunas fotos. La fachada del Palacio de Santa Cruz tapada por una lona, la escultura de Chillida tapada escondida y tapada.

La Junta, por lo que oigo está empeñada en eliminar todo vestigio reivindicativo del día de Castilla y León.

Hago arqueología personal. A la vuelta de la semana santa del año 1973 se presentaron en casa de mis padres unos funcionarios de la policía. Decidieron requisarme algunos papeles y libros y me llevaron a la comisaría de la calle Felipe II de Valladolid. Se entretuvieron durante setenta y dos horas en torturarme. Como (cuan Infanta) no les pude contar nada, me llevaron al juzgado pasado el tiempo máximo de detención, el juez me puso en la calle. Es verdad que no me devolvieron los libros ni los papeles, pero me soltaron.

Al día siguiente, o a los dos días, era 23 de abril. Es verdad que no era festivo en aquellos momentos, pero motivados por los medievalistas de la zona nos plantamos en Villalar de los Comuneros. En la campa no éramos muchos mas de cien o doscientas personas. Perdón, no he contado a los miembros de la benemérita a caballo que nos rodearon. Si contamos los que reivindicábamos en la campa y los que nos desalojaron podríamos decir que estábamos en Villalar cerca de quinientas personas. Ganaron los que montaban a caballo.

Volvimos como pudimos a casa y fue el germen del día de Castilla y León y de la reivindicación histórica de los Comuneros. Hoy, la Junta, ha decidido que la festividad de la comunidad se celebre en cada una de las ciudades con actos que nada tienen que ver con la reivindicación histórica y por supuesto han fracasado. A esta banda (y digo banda en sentido literal) le da igual.

La ciudad estaba  vacia, no se si todos se habían ido Villalar o se habían dedicado al “dolce far niente”. Después de dar una vuelta por la ciudad y hacer fotos de los lugares mas característicos de Valladolid he ido hasta Laguna de Duero.

Según estaba en el Palacio de Fabio Nelli, haciendo fotos de la Plaza de las Brigidas, De la Iglesia de San Miguel, del Palacio citado, se ha acercado un paisano que venía corriendo, me ha hablado de la importancia arquitectónica de la Plaza del Coso. Como soy bastante pedante, le he contado la historia del edificio y tras despedirnos ha seguido corriendo. No tenía otra opción.

Como no había nada abierto me he puesto en marcha en dirección a Laguna de Duero para salir un rato con mi hermano. Por la margen derecha del Pisuerga hay un carril bici cómodo. Pasado Arturo Eyries hay una pasarela que cruza el río y me he plantado en la carretera de rueda. El carril bici en esa zona mejorable. Vas por la carretera, ves el carril, desaparece, vuelves al carril y así hasta el infinito. Sin sacar el Google Maps he sabido llegar.

Antes de llegar a Laguna he parado para hacer tiempo hasta la hora en que había quedado con mi hermano, era una zona ganadera, me he bajado de Hortensia y sentido que al tiempo que yo bajaba se desprendía algo de la bici. CATÁSTROFE  TOTAL. Se me ha roto (supongo que por mi peso) el sillín de la bicicleta. Mi Brooks  auténtico ha fenecido.

Una bridas más o menos ajustadas y a seguir. El rato que he pasado con Luis, placentero, después, con el sillín “jodido”, vuelta a Valladolid.

La comida en Ángela. Caracoles (es la época) un pincho de manitas de cordero y poco mas. Luego a esperar la hora del tren hacia Ponferrada y para escribir esta entrada.

Ahora seguro que mientras hago tiempo llegaran las siete plagas, pero como tengo la cabeza en positivo, saldremos de esta.

No voy a publicar esta entrada hasta mañana, cuando haya pasado por Ponferrada, haya visto las Medulas y tenga el sillín reparado.

Subí en el tren que debía llevarme hasta Ponferrada. El Interventor (supervisor de servicios a bordo) me indicó que tenía que plegar la bicicleta. Le dí la opción de que lo hiciera él. Desistió.

Llegué a Ponferrada a las 21:40 horas. Directo hacía el hostal San Miguel. Flojo, flojo.

Cené en Mercado de abastos. Demasiada comida. Directo al hotel y a dormir. No visité el Castillo Templario ni siquiera me dí una vuelta por la zona. Los viajes en tren me van cansando cada vez más.

Pues para ser la primera entrada en muchos días ya está bien.

Viajes

240423 Dia del LIBRO.

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Dinos algo acerca de tu par de zapatos preferido y adónde te han llevado.

Puedo mostraros unas zapatillas de decatlón. Son lo contrario a lo que yo necesito para andar en bicicleta, pese a eso, llevo recorrido más de 20.000 kilómetros con las zapatillas. Me compré otras iguales pero casi no las he estrenado. Con diferencia son los mejores zapatos que he tenido en mi vida. Volveré a recuperarles a mediados de abril y espero que me duren hasta principios de noviembre como en los últimos dos años. Si tenéis interés en saber qué zapatillas son, preguntarme.

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Dependiendo de la época y de la edad del o de la que cumple años la celebración se ajusta a una serie de normas que nos damos y que cumplimos con normalidad.

En el tiempo en que yo era pequeño, es decir en la prehistoria, los cumpleaños de los niños se celebraban en familia y no recuerdo que en ningún momento disfrutáramos de fiestas con los compañeros de colegio. Cuando los celebraba Alba, que ya tiene una edad, salvo los primeros en los que ella no era consciente de lo que podíamos manipular los adultos, la celebración se realizaba en distintos lugares y asistían determinados compañeros y compañeras de su colegio y amigos.

Ahora, por lo que cuenta Ruth, los cumpleaños de los niños son con bastante boato y siempre fuera del domicilio familiar para que todos estén más cómodos. (Yo diría que es para que no les manchen la casa a los padres), pero eso es solo una opinión.

Los cumpleaños de los adultos en esta época consisten en tomar algo con los amigos o celebrar una comida o cena. Cuantos más años se cumplen, las ganas de celebración disminuyen y finalizan siendo como en la más tierna infancia, con los familiares más próximos y poco más. En mi caso, que ya he cumplido 68 años, una comida con los más íntimos de la familia y poco más.

Hubo un tiempo, que todavía recuerdo con algo de añoranza, en el que el cumpleaños de un adulto se celebraba con visitas familiares para tomar café o una cerveza en casa del homenajeado acompañados los líquidos con unas pastas o unas aceitunas.

Hablo de esto por un recuerdo muy nítido que tuve el día 17 de enero de 2024. El día de San Antón, era el cumpleaños de mi padre. En los tiempos en que viví en su casa, la celebración de su cumpleaños consistía siempre en una serie de momentos que se reproducción invariablemente cada día de San Antón.

Cuando podía mi padre se escapaba hasta la iglesia del Salvador de Valladolid para ver parte de la bendición de los animales por su festividad. También se comprobaba si nos tocaba el cerdo que se sorteaba con unas papeletas que vendían en la Plaza de España de la ciudad. (Tuvimos la suerte de que nunca nos tocó: era un cerdo vivo), mi padre también se acercaba a la frutería de Vicenta (una amiga de la familia) que siempre le regalaba un pera de conferencia, que entonces eran de las más caras. Comíamos en familia: mi padre, mi madre, mi hermano y yo. Y antes de que nos levantáramos de la mesa, allí estaban mis dos tías más madrugadoras. Rufina y Angelines, que dependiendo del año acudían con más o menos “prole” a felicitar a su hermano.

Quiero suponer que se tomaban un café. Se que mi madre aprovechaba para sacar el resto que nos quedara de los dulces de navidad para que no se pusieran malos. Durante el resto de la tarde se presentaban distintos familiares y amigos para felicitar a mi padre. Mi tío Antolín (si descansaba), la tía Luisa, la tía Chon, mi tío Juanito (que además de ser hermano de mi madre era amigo de mi padre desde la juventud) con la tía Carmina, mi tía Sara, el siempre presente mí tío Leonardo y según se iban haciendo mayores mis primas y primos sobrinos de mi padre con sus parejas e hijos. Aparecían siempre por allí los amigos más íntimos de mis padres: Agustín y Esperanza.

Bueno, eso era una forma de celebración que correspondía a la época en que no todo el mundo tenía teléfono en su casa y que las distancias (al menos en Valladolid) no eran tan grandes como para que no se pudiera hacer un esfuerzo para dar un abrazo a uno de tus seres queridos.

Los tiempos fueron cambiando, los familiares empezaron a tener teléfono. No estoy hablando de móvil que mi padre nunca tuvo un artilugio de esos, pero las celebraciones fueron condensándose de alguna manera. En los últimos años íbamos los más próximos, comíamos con mis padres y mi hermano y anotábamos un año más en la casilla de su cumpleaños. Casi hasta su 90 cumpleaños el se ocupa de ir hasta la pastelería Marban que está junto al Mercado del Val a comprar una tarta de chocolate que todos disfrutábamos.

De los tiempos de los que he hablado no recuerdo ningún regalo especial que le hiciera nadie al que celebraba el cumpleaños. Solo un collar de caramelos que siempre le regalaban y que desgraciadamente no he visto ninguna foto en internet para acompañar esta entrada.

Esta es la mierda de collares de caramelos que he encontrado en internet. Los de aquella época eran caramelos envueltos en papel de plástico que mi madre ataba con un bramante y que luego íbamos destrozando.

Ya os he puesto en antecedentes de lo que estoy hablando, pero ahora quiero hacer un pequeño paréntesis en la narración. Los días 10 y 11 de enero estuve en Valladolid con tres empeños que realizar durante la visita. La primera ver a mi hermano, la segunda ejercer de “terrateniente” con un piso alquilado que me produce más gastos que ingresos y la tercer traerme la bicicleta BH para poder sustituir a Hortensia cuando la llevo al taller. Cumplí con todo lo previsto. De vuelta de Laguna de Duero a Valladolid con la bicicleta vi a mi derecha la campa donde se celebraba a partir del jueves 11 la concentración motera de pingüinos. Estuve a punto de escribir una entrada sobre el tema. Se me había ocurrido un título que me parecía divertido: 24 Pingüinos en vez de como se llamaba el acontecimiento: Pingüinos 2024, pero la pereza y que quizás no era todo lo interesante que yo creía me hizo abandonar la publicación. Aproveché para ver una exposición de los pintores más conocidos de la ciudad en la Calle Miguel Iscar. Me interesaba especialmente la obra nueva de Manuel Sierra. Cuando llegué la exposición estaba finiquitada y de los cuadros de Manolo solo pude ver tres o cuatro. Otra vez será.

Después del viaje vallisoletano tuvimos aquí a Irene durante el viernes (tarde y parte de la mañana del sábado) y entre unas cosas y otras fuimos pasando el tiempo. Tampoco pude ponerme con el puzle regalo de Ruth. Entre llevar a Hortensia al taller, ir al dentista para que revisaran la parte de mi cuerpo que más se parece a RoboCop, y realizar algunas compras llegó el día 17 de enero de 2024.

Para ese día tenía una entrada para ver un concierto de Javier Ruibal en el Teatro Circo Price. Por la mañana estuve con la BH aprovechando que no hacía especialmente malo y el entrenamiento para los recorridos que tengo previstos para este año hay que hacerlos casi a diario.

Por la tarde, y con bastante tiempo, me puse a andar en dirección al Teatro Circo Price (apenas son cuatro kilómetros) y quise que en ese recorrido me acompañara mi padre un su 100 cumpleaños. Oye, que no me he vuelto majareta, sé perfectamente que mi padre falleció con 91 años y que hace 9 que me falta, pero para los más allegados la fecha de su 100 cumpleaños no podía quedar sin celebración.

Me acordé de las posibles “putadas” que le hice en mi juventud y como siempre, con su tolerancia, soporto sin demasiados enojos. Recordé también todo lo que trabajó en su vida, su bonhomía, su afición por la bicicleta que supongo que me contagió y sobre todo su curiosidad por todo lo que ocurría en el mundo, creo que de esa actitud también he heredado una parte. Bajamos hasta el Puente de San Isidro, cruzamos el río Manzanares y recorrimos todo el desarrollo urbano que han montado en la operación Mahou – Calderón. Ya están casi todos los pisos terminados (creo que vendidos) y ninguno ha salido por menos de medio millón de euros. Lo que es la especulación.

Desde el puente de Toledo hicimos el camino hasta Embajadores por el Paseo de las Acacias. Esa zona también era parte sus recuerdos de cuando estuvo alguna temporada en Madrid. Es verdad, que como casi siempre, me afeó bastante que siguiera fumando, pero es algo que ya tengo asumido. Llegamos con tiempo suficiente al Price para que nos diera tiempo a comprar el disco de Javier Ruibal “Saturno Cabaret”. Subimos hasta mi localidad (estábamos un poco apretados los dos en el asiento) y esperamos el comienzo del espectáculo. Estaba seguro de que podía ser un buen regalo de cumpleaños para él.

No conocía las canciones que presentó en el espectáculo, estuvo realmente divertido. Los dos disfrutamos bastante. A él siempre le gustaron estos “saraos”. El concierto tuvo además la actuación sorpresa de Joan Manuel Serrat, de Miguel Ríos y de Miguel Poveda. Un cumpleaños redondo. Por los cien años que hubiera cumplido y por el regalo que nos hicimos.

Ya veis que los tiempos cambian considerablemente. De tomar café con mis tías al principio de esta entrada a irnos ambos a un concierto en el Price.

Ahora, el día 19 que es cuando estoy escribiendo esto, he visto que mi primo Santi (Kaiser Sardón) celebra su 68 cumpleaños en Lanzarote.

Playa donde mi primo Santi celebra su 68 cumpleaños. Disfruta de ese lugar maravilloso.

También me dice mi amiga Maribel que los cumpleaños los dedica (en parte) a una celebración sexual. En esta época yo no he llegado a esta parte.

Como cambian los tiempos y que pendiente hay que estar para perderse lo menos posible.

Mis padres y mi hermano con Alba cuando se graduó en el Colegio Altamira de Fuenlabrada.

Mi padre se hubiera adaptado perfectamente a los tiempos actuales y hubiera celebrado su 100 cumpleaños con la opción que yo le ofrecí o con cualquier otro más imaginativa que a él se le hubiera ocurrido.

Viajes

240117 CIEN

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El año 2023 empezó como siempre, el uno de enero donde todos nos deseamos lo mejor para el periodo que comenzaba, pero para mis hábitos viajeros comenzó el día 13 de enero que es cuando me hice con Hortensia. La temperatura y las horas de luz me impedían empezar a viajar. Si me permitió entrenar cada día y conseguir unas capacidades físicas deplorables para emprender mis caminos. Una vez que estuvo en mi poder Hortensia solo entrené con ella para que cuando empezara a realizar viajes fuéramos “uña y carne” los dos componentes del viaje: Hortensia y yo.

Hortensia.

Hasta el 8 de marzo, día de la mujer, y en el que varios años he comenzado mis viajes había recorrido 1400 kilómetros con Hortensia. Casi éramos de la familia. Mandé la bicicleta a Cádiz a través de correos y yo me desplacé hasta allí en tren.

Al final fue el día 11 de marzo de este año cuando comencé mis viajes. Estaba en Cádiz (luego volvería a esa maravillosa ciudad) y tenía pendiente hasta Santiago de Compostela 1.200 kilómetros. Ya conté las distintas peripecias del viaje.

Vía Augusta, Ruta de la Plata, Camino Sanabrés.

No me quedé en ese primer camino de Santiago. Como dice Tere, soy excesivo en todas y cada una de las cosas que hago. Después de ese primer camino de Santiago vinieron otros tres: el francés (desde Roncesvalles), el portugués por la costa (desde Lisboa) y el del Norte en sentido inverso (me dijeron en Santiago que ese no contaba para la salvación del alma. ¡Qué lástima!

En esos caminos disfruté de más de mil localidades de la península ibérica (no solo de España, España) y me encontré con algunos buenos amigos. Citaré solo a los que más molesté: Paco Naranjo e Isabel, Rafa y Nati, José Ángel, Belén y “Mauro” (en la playa utiliza su otro nombre: Jose), y así algunos más.

Fotos de amigos encontrados en el camino.

He visto paisajes increíbles, me he cabreado conmigo mismo muchas veces, he disfrutada cada vez que he superado alguna dificultad y sobre todo he vivido.

Hortensia no me ha dado ningún problema especial. Algún pinchazo, algún tontería con los frenos y diversas naderías que no vienen al caso.

Tengo suerte, cuento los kilómetros que hago cada día, no cuento es el desnivel acumulado. La cifra sería absolutamente inimaginable. Si la viera escrita me aseguraría de no volver a coger la bicicleta. Por eso no la anoto.

Después de esos periplos hacia y desde Santiago preparé a Hortensia para nuestro periodo vacacional en Vera. A finales de julio partimos Irene, Tere y yo hacia la playa. La estancia en el lugar (pese a que no quedaba prácticamente playa) fue placentera. Nos encontramos con los amigos veraniegos de siempre: Pilar, Gregorio, Mari Cruz, José Antonio, Pilar (pequeña), Mauro, Belén, Diana, se incorporó como novedad el novio de esta última (que nos hizo unas tortillas casi tan buenas como las de su “suegro”), Tato y mi groupi favorita: Maribel (satanasa en las redes).

Muchos kilómetros arriba y abajo por la costa almeriense y murciana y sobre todo muchas cervezas en el chiringuito Natsun. Disfrutamos de los caracoles habituales de Turre y de buenos platos de pescado en Garrucha.

Solo son cabezas. No os podéis imaginar que ricas están.

Compartimos estancia durante unos días con nuestra “niñas”: Ruth y Alba, además de Irene. Nos visitó la pareja de Ruth: Miguel.

Casi un mes para descansar. Volvimos a casa ya sin Irene (se la habían llevado sus padres) pero con Hortensia.

Otra vez a ponerla a punto para el siguiente viaje. Teníamos pensado Tere y yo irnos en el puente del Pilar a Cádiz. Circunstancias familiares lo impidieron.

Mi siguiente viaje estaba condicionado por ese viaje conjunto. Cuando ya vimos que no se podía realizar “agarré el canasto de las chufas” y me fui en tren hacía Almería para empezar el último periplo importante en bicicleta del año 2023. Hasta el día 9 de octubre estuve dando vueltas por Andalucía como un poseso. Una experiencia realmente interesante.

Recorrido del Tras Al-Andalus.

Fueron muchas sierras, muchos bosques, infinitas playas, bastantes poblaciones, un número indeterminado de alojamientos y establecimientos de hostelería, algunos transportes alternativos de los que ya di cuenta. Andalucía siempre es un sitio para disfrutar.

Además de eso, he viajado varias veces (bastantes) a Valladolid.

Muchas vueltas por mi circuito de entrenamiento habitual: parque de la cuña verde, casa de campo, Madrid río, parque lineal del manzanares, avenida de los poblados y alguna variación por el anillo verde ciclista (Alba dice que es un anillo naranja) y algunas excursiones a San Martín de la Vega.

Entre los viajes y los entrenamientos hemos recorrido algo más de doce mil kilómetros en bicicleta. Algún percance menor con Hortensia y poco más los recorridos con dos ruedas.

En noviembre Alba y yo nos fuimos a recorrer la Ribera Sacra de Ourense. Aunque me cueste media vida pienso recorrer esa zona en bicicleta. Este viaje empezó porque leí un libro de María Oruña que hablaba del Mosteiro de Santo Estevo de Ribas de Sil (actualmente un precioso Parador) y hablando con Alba nos motivamos para hacer el recorrido con el Honda Jazz. Alba, Bruna (la perrilla de Alba) y yo.

Como nos habíamos quedado con las ganas de viajar a Cádiz Tere y yo, y superadas las dificultades familiares, nos fuimos el día 23 de diciembre para pasar la nochebuena y la navidad en esa ciudad.

Impresionante. Salimos de Madrid con 2 grados bajo cero y nos pusimos en manga corta en las playas gaditanas. Tere hasta metió los pies en el agua.

Paseos interminables viendo el mar entre nuestro lugar de alojamiento, hotel Bahía de Cádiz (anteriormente Residencia de Tiempo Libre de Cádiz) y la Caleta o el centro de la ciudad. paseábamos por la zona, comíamos y bebíamos lo que nos pedía el cuerpo y vuelta hacía el alojamiento. El día que menos hemos andado han sido 15 kilómetros.

Una puesta de sol gaditana.

Aunque no lo creáis, he pernoctado casi 200 días en casa, lo que me ha permitido estrujar mi biblioteca y leer unos 60 libros, comprobar que he tenido 23.900 visitas en este blog, jugar a uno de esos juegos de internet, el “cookie jam” en el que he superado el nivel 8000 y sobre todo disfrutar del tiempo.

En los viajes, en mis estancias en Madrid, Valladolid o Vera he disfrutado del tiempo. Ir a los sitios sin agobios, sin tener que fichar en ningún sitio, mirar el paisaje, oír el viento y los pájaros, descubrir algún animal salvaje que otro en nuestros recorridos.

Para un viejo urbanita como yo, que más se puede pedir. En estos tiempos de bastante frio y poca luz, estoy preparando los recorridos del próximo año. Veremos si al final me decido por ellos o no. En cualquier caso, tenemos que estar preparados para reanudar la marcha en cualquier momento. Seguiré publicando en el blog y si es posible intentaré que sea más fácil el acceso a las distintas entradas de este. No prometo nada.

Al final, no me ha dado tiempo de empezar el puzle que me regaló Ruth. Veremos se hay tiempo para acometer esa tarea o tengo que esperar a estar un poco más cascado.

Para todos y todas. Feliz año 2024 y felices y maravillosos viajes.

Viajes

231230 todos hacemos balance.

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Acabé el periplo andaluz y no os conté nada después. Había llegado nuevamente a Almería, intentado depositar los 20 “centimazos” en la Catedral de Almería para que Alba apruebe las oposiciones a RTVE (están suspendidas por sentencia judicial) y no fue posible. Estaban celebrando una boda en el templo y con mi pinta no parecía adecuado que entrase.

Di una vuelta por la ciudad y comprobé los niveles de tontería del ser humano. Un grupo no superior a 50 personas vociferaban en contra de la amnistía. No voy a hacer arqueología política. Tras la muerte del Dictador Franco se decretó una amnistía que a mí me benefició, me evitó un juicio por asociación ilícita y propaganda ilegal que tenía pendiente en el Tribunal de Orden Público (TOP), pero fundamentalmente benefició a todos los prebostes de la dictadura que se libraron de cargos por crímenes de lesa humanidad, torturas, corrupción, malversación, sedición, evasión de capitales, fraude fiscal y otros muchos cargos que sería complicado contar en esta entrada del blog.

Bueno, pues 50 almerienses, vociferaban en contra de una posible amnistía a los ciudadanos catalanes que se pasaron tres pueblos al decretar unilateralmente la “republica catalana” y que suspendieron esa declaración a los ocho segundos.

Creo que contar determinadas cosas en estas entradas no modifican la percepción que tienen los españoles y españoles de la realidad. Hoy me toca contar mi opinión, aunque no sirva de nada.

Desde que se aprobó la Constitución Española las zonas (regiones, comunidades autónomas, nacionalidades más prosperas) han estado subvencionando a las comunidades más desfavorecidas (salvo Euzkadi y Navarra), nada que objetar. La solidaridad entre los pueblos es algo necesario.

Para solventar (en parte) esa y otras situaciones se aprobó tanto en el parlamento español, como en el Parlamento catalán un nuevo estatuto de Cataluña en el año 2006. El tribunal constitucional por petición de la derecha española (entonces solo el partido popular) derogó 114 de los 223 artículos del Estatuto de Catalunya.

Desde 2010, que fue cuando se derogó el Estatuto, las relaciones entre el gobierno central y el de Catalunya se fueron tensando hasta los desgraciados acontecimientos del año 2017, el “suflé” fue creciendo y el gobierno de la derecha judicializó las relaciones con Catalunya.

En definitiva, un desastre. Solventar esa situación ha sido, con mayor o menor acierto, uno de los objetivos del gobierno progresista de nuestro país. La posible amnistía sería la culminación de ese proceso. Puede que eso no resuelva los problemas creados por el PP en las relaciones entre el gobierno central y Catalunya, pero seguro que rebajará las tensiones existentes y se podría volver a hablar de un Estatuto que recogiera las necesidades (aspiraciones) de los catalanes.

Toda esta perorata por menos de cincuenta almerienses que se manifestaban con exabruptos en la plaza mayor de Almería. No merecen tanto tiempo.

Pasé un buen día en Almería y ya conté que disfruté con la comida (y la cena) de la Marisquería Baviera. Por lo demás sin novedad en mi estancia.

El día 9 de octubre tenía billete en el único tren en el que podía llevar a Hortensia a Madrid. El Intercity que partía de Almería a las 7:32 horas. Me levanté, ni os lo cuento, estaba antes de las siete de la mañana en la estación. No había tomado ni un café.

Pregunté en el lugar por un sitio que solucionara ese desatino y me mandaron a una cafetería próxima. También estaba cerrada. Subí al tren sin ingerir ni siquiera un vaso de agua. ¡Que dura es la vida del trotamundos.

Hablé con el interventor del tren y me recomendó que Hortensia viajara en la cafetería del tren. Lo difícil fue meterla en la cafetería.

Tomé dos cafés en la proximidad de Hortensia.

Fueron seis horas y media de viaje entre Almería y Madrid Chamartín – Clara Campoamor. Podía haberme bajado en Atocha – Cercanías, pero por deferencia a la mayoría de los viajeros que se bajaban en atocha y al interventor que me había posibilitado llevar la bici en la cafetería preferí llegar hasta el final del trayecto y no importunar a nadie.

Eso me supuso veinte minutos más de viaje. El ascensor de la vía donde llegamos estaba averiado y tuve que subir la bicicleta por las escaleras automáticas (se me cayó), luego tuve que recorrer trece kilómetros más para llegar a casa.

No tenía llave ni para entrar en mi domicilio, ni para guardar a Hortensia. Menos mal que casi siempre está Mari José y me proporciono la llave.

Subí todas las impedimentas a casa y la bicicleta acabó guardada en su lugar. Tampoco tenía nada que comer. Un par de empanadas del Horno de la Fe, próximo a casa solventaron esa situación.

Luego la cosa empezó a parecerse a lo habitual de cuando estoy en casa.

Llegó Tere, me dio mucha alegría y creo que a ella también. Despojado de la indumentaria de viajero parecía ya otra persona.

El 10 de octubre estaba en casa, Tere se fue a trabajar y cuando pillé a Hortensia comprobé que tenía poco aire en la rueda trasera. Casi arrastrándonos, la bici y yo, nos fuimos a cortar el pelo y la barba y a hacer alguna compra. A continuación, fui hasta The Hospital bike en la calle Rafael Finat, 3 de Madrid. Le dije que hinchara la rueda trasera y probásemos como se podía arreglar el problema que tenía. Le dio aire e inmediatamente empezó a soltar el líquido sellante la rueda. Volví y me dijo que no era nada.

Con esos datos me volví a casa tras comprar el embutido habitual en Jamones Julián Becerro (de la Alberca, Salamanca).

Llego bien la bicicleta hasta casa, la guardé y empecé a hacer la vida habitual de cuando estoy en Madrid.

A primera hora de la tarde me comunicaron el fallecimiento de un buen amigo: Nicolas Manuel Fernández-Aller, que fue secretario general del Sindicato Ferroviario de CC.OO. y con el que compartí bastantes años en la Comisión Ejecutiva de ese Sindicato. El tanatorio estaba próximo a mi casa, sin embargo, llamé a Tere para que viniese pronto y poder llevarme el coche.

En el Tanatorio de San Isidro coincidí con mi amigo Mario, con Juan Antonio, con Pepa Páez (secretaria general del Sector Ferroviario de CC.OO. actual), con Antonio Toscano, con Fraile (del Sindicato de Maquinistas) y por supuesto con la familia de Manolo.

Hablé, y no nos pudimos ver, con Chuchi (Jesús González Martín), Mariano Santiso del Valle y con alguna gente más.

Volví a casa en el coche.

El día 11 de octubre bajé a por Hortensia y estaba nuevamente sin aire. Inflé la rueda trasera y volví a The Hospital Bike, teníamos un buen pinchazo y tuve que dejar la bicicleta en el taller.

No hay nada como una mecha para arreglar un pinchazo en una cubierta tubelizada. Me tocó volver por la tarde a por Hortensia.  Había pasado los primeros dos días de mi estancia en Madrid prácticamente sin moverme como debo en la bicicleta.

El día 12 de octubre era la fiesta nacional. Desfile, besamanos y berrea de los ciudadanos más fascistas de Madrid. Siguiendo la letra de la canción de Georges Brassens “La mala reputación” yo no hice nada especial:

“Cuando pasean una bandera
y una cabra le va detrás,
prefiero quedarme en la cama,
este bullicio no va conmigo.
Pienso que a nadie hago la puñeta
negándome a escuchar el tambor y la corneta.
Pero los decentes no pueden soportar
a quien no sigue su mismo camino.
Todos me señalan con el dedo
salvo los mancos de día y de noche.”

Brassens

No me quedé en la cama, pude salir con Hortensia. La Casa de Campo estaba imposible. No intenté ir a ningún otro sitio. Pude completar mi entrenamiento habitual y volver a casa.

El día 13 de octubre ya me permití recorrer alguna zona mas de Madrid. Aunque era puente, había menos gente dando guerra por los caminos.

Hice la compra semanal de carne y pescado.

El sábado 14 seguí entrenando con normalidad y haciendo la compra de frutas y verduras.

El día15, opté nuevamente por hacer el entrenamiento habitual solo en la casa de campo. Creo que acerté. Había tanta gente en esa zona que era casi imposible andar por el lugar. No quiero imaginar como estaría Madrid Río y el Parque Lineal del Manzanares. Me encontré con Mandy, mi primer mecánico de bicicletas. El que me vendió la “Niza” y la “BH” y un buen amigo. Después vinieron a comer mi suegra y Alba. Primer cocido de la temporada.

Venía calculando el recorrido necesario para acabar el día con algo más de cincuenta kilómetros recorridos y a partir del Zoo el cuentakilómetros de Hortensia dejó de funcionar. Otro contratiempo.

Anoté el recorrido con los datos del reloj y el lunes me propuse resolver el problema.

Llamé al Castellana 100 que es donde compré a Hortensia y me indicaron que estaba cerrado. Que habían cerrado la tienda y el taller. “Vaya cojones”. No me dura ni un año el sitio donde compro las bicicletas.

Me dijeron que me mandaban los talleres autorizados de Giant para que llevara la bici y está claro que ese no era su propósito. Me dieron largas y que me buscara la vida.

Fui al concesionario de Giant que entendí que estaba más próximo de casa (plaza del dos de mayo, 6). Tenían la misma idea que yo. Ninguna.

Busqué otro taller. Sanferbike (M-30), Calle Monte Ulía, 2. (Vallecas). Hasta allí llegué. Me dieron hora para el 4 de diciembre a las 12:30 horas. No digo nada más.

La tarde del día 16 la he dedicado a montar el puzle con el recorrido realizado durante mi viaje por Andalucía y a escribir parte de esta entrada. Creo que la completaré mañana si consigo alguna solución para Hortensia.

Hoy he ido a Escapa, que está a 20 kilómetros de casa, he utilizado el anillo verde ciclista hasta Fuencarral, Avenida Llano Castellanos. Cerca de Fuencarral y del barrio de Begoña.

Como me temía, he tenido que dejar a Hortensia en aquel lugar. La avería es cosa de software y tienen que consultar con el fabricante. Las cosas de la tecnología.

Para volver desde allí un autentico periplo (menos mal que tengo la tarjeta de transporte de la comunidad de Madrid), he tenido que coger un autobús y después el metro.

Para hacer tiempo he entrado en el mercado de Maravillas y me ha parecido el más vivo de los mercados que he visto últimamente en nuestra ciudad. No tiene nada que ver con los “gentrificados” de San Antón o San Miguel donde prevalece la presencia de turistas. Tampoco se parece en nada al mercado donde yo hago la compra donde quedan ocho o diez puestos y languidecen permanentemente. Este, el de las Maravillas en la calle Bravo Murillo, sigue siendo inmenso y ha ido transformándose para adaptarse a las necesidades de los vecinos del barrio. Además de las pescaderías, carnicerías, fruterías, tiendas de variantes, de quesos y embutidos, casquerías que siempre han existido en los mercados, ahora hay una gran cantidad de tiendas y bares de distintas nacionalidades. Ecuatorianos, peruanos, venezolanos, mejicanos, chinos. Tiendas de santería. Vamos un lugar para pasar la mañana. Lastima que no me hubiera planteado hacer una visita al lugar como si visitara un museo vivo.

A la llegada a casa me he percatado de que he perdido las llaves de la bici. Siempre pasan cosas.

Menos mal que Chema, el que me alquila el local, ya me ha dado copia de las llaves de este y cuando me devuelvan a Hortensia podré guardarla en su lugar.

Viajes

231017  Y regresé a Madrid.

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Ya comenté en mi entrada de ayer que me había quedado auto secuestrado en LA CURVA, una barriada próxima a Adra, pero sin comunicación posible con ese pueblo. Tenía la opción de bajar en bicicleta y luego subir por la N-340 a de noche o quedarme en el lugar leyendo. Opté, llamarme cómodo, por la segunda opción. Salí del Hostal la Curva en busca de un nuevo lugar donde sentarme y me encontré que el bar de Belén estaba cerrando. No había ninguna opción más. Volví al hostal y dado que habían decidido que no abrían la terraza, tuve que acoplarme con una banqueta en el barril que había en las proximidades. Vale, podía haber estado dentro. Podía ser una persona normal y sentarme en la mesa, no lo hice. Los vicios me obligan a estar en la “puta calle” para poder fumar. En ese sitio conseguí avanzar en la lectura del nuevo libro que llevo en la tableta.

La salida de la fiesta del 50 aniversario fue interesante. Empezaron a evacuar los miembros de la orquesta. Entiendo que era la cantante la que dirigía la operación. Los demás cargaban altavoces, mesas, micrófonos y el resto de elementos necesarios para su actuación.

Después la del 50 cumpleaños acompañada de sus más íntimos e intimas. Después los y las que habían montado la fiesta con los globos del 50 years, vamos, que dejaron todo limpio.

A continuación se fue la de recepción, me había dicho que vivía allí, pero descubrí que se marcho con su pareja. Menos mal.

Entré a cenar al Hostal y me pedí un lagarto ibérico, No estaba nada mal. Las verduras y las patatas que acompañaban al plato de pena.

Acabé la cena, pedí un descafeinado y salí a la barrica con el taburete que yo había sacado.

Estaba sentada Norma. Me acerqué al barril y le dije que si no le molestaba poniéndome en ese lugar. Dijo que sin problemas.

Comenzamos a hablar, estaba esperando al cocinero del Hostal. Debía ser su pareja. Me contó todo lo que pareció interesante de su vida. Tenía 58 años, había venido hace dos a España. Se había separado en Perú, no dio más detalles, tenía 3 hijos y cinco nietos o nietas.

Que decisión, que valentía. No podía estar en Perú, por la razón que fuera, y se había venido a España con 56 años a empezar una nueva vida. Hablaba con sus hijos e hijas y con sus nietos por what’s, no tenía otro contacto.

En España empezó cuidando a una mujer con Alzheimer que le hacía levantarse a las cuatro de la mañana. Después a un hombre con la misma enfermedad que en determinados momentos se sobrepasaba con ella. La familia miraba para otro lado y no le hacían contrato ni le daban vacaciones después de un año trabajado. NORMA PERUANA. Mi referente.

Ahora había conseguido un trabajo en almacén orto frutícola, llevaba 15 días en una cadena poniendo calabacines y berenjenas y estaba tan contenta. Esperaba ganar cerca de 1100 €. Seguía hablando con su familia por Whats y esperaba al cocinero del Hostal. Que valentía.

Hoy por la mañana el Hostal estaba cerrado. He bajado las dos alforjas, la batería y el bidón de agua.

He montado todo y me he ido hacía donde Belén, hay un ridículo carril bici de 200 metros que no he utilizado. Toda aquella zona es tierra de nadie y no he necesitado meterme en el carril bici ni en la 340a. Allí estaba Belén, con los ojos tan pintados como anoche, estaban los primeros parroquianos de la mañana consumiendo su copa matinal y me ha preparado mis dos cafés y mi tostada. Tenía agua y he llenado los bidones. Cuando me ha servido la tostada ya me había bebido un café y medio y he pedido otro.

Finalizado el desayuno ya quedaban menos parroquianos en el lugar y yo he emprendido la marcha. Vi por la carretera a tres cicloturistas que avanzaban hacia el norte, les dejé pasar y monté en Hortensia.

Apenas habíamos avanzado dos o tres kilómetros y les adelanté, no me dieron opción a preguntarles sobre su destino. Yo les comenté que esperaba llegar poco a poco a Almería.

Voy a hacer ahora un pequeño paréntesis. Entre las bobadas que hago antes de salir todas las mañanas hay una que no perdono, mirar la agenda y el Facebook. Hoy es el cumpleaños de mi amigo José Antonio de Caravaca de la Cruz, antes que nadie le he felicitado. Espero de verdad que pase un día Diviiiino. (Es una expresión suya). Algún día, cuando decida soltar amarras, haremos un recorrido bicicletero juntos.

Después de adelantar a los tres cicloturistas he seguido por la nacional. A izquierda y derecha plásticos. Nada interesante que ver o todo. El plástico almeriense llega desde la montaña al mar. Dentro un número no determinado de inmigrantes recogiendo o plantando los productos que luego vamos a exportar. Ponemos la tecnológica, el suelo y “quizás” el capital, los demás ponen el resto.

Entre la nacional y carril de servicio de la autovía he llegado hasta El Ejido. Me ha parecido un pueblo bastante mejorado y muy multicultural.

Otra vez la carretera nacional, casi hay un carril bici hasta el siguiente pueblo. Tampoco esperéis que esté anunciado y que sepamos cuando se acaba. Fondos europeos y nada más.

Me estaba acercando al final del recorrido y aunque las piernas lo deseaban, como en cada viaje, mee resistía a llegar. Yo que no compito con nadie con la bicicleta he tenido que adelantar a un autobús de los Alsa mientras cargaba y descargaba viajeros. Después me ha vuelto a adelantar, después le he vuelto a adelantar y así todo el camino. La velocidad media de los Alsa es pequeña. Tras dar algunas pedaladas he llegado hasta Aguadulce. Ya no había plástico y volvíamos a ver a la derecha el mar y a la izquierda los edificios y las montañas.

Ya sé que no es muy literario, pero como no había parado en ningún sitio tuve que regar una palmera mirando al puerto de ese ese pueblo.

Desde allí, una carretera de la costa característica. La montaña a la izquierda, el mar a la derecha y alguna subida y bajada. Tres túneles. No me preguntéis los nombres, los miráis en Google Maps.  Sinceramente no los recuerdo.

Pasado el tercer túnel se llega a la ciudad. He llegado especialmente pronto a la ciudad y la entrada en el hotel no era hasta las 14:00 horas.

He intentado hacer mi ofrenda habitual de 20 centimazos en la catedral de Almería y no ha podido ser. Había una boda de pamelas y tampoco era cosa de entrar con mi indumentaria a molestar a los invitados de la boda. Por cierto, había bastantes invitados esperando la culminación de la ceremonia en la calle.

Después he subido hasta la plaza del ayuntamiento. Había una concentración de patriotas en contra de la “amnistía”. Pongo el vídeo. No hay nada más que decir.

Espero que se vea el clamor de los almerienses en contra de la “amnistía”

Había que hacer tiempo y siguiendo un carril bici de la ciudad acabé en un kiosko cuyo nombre de entrada no me gusto demasiado. KIOSKO 18 DE JULIO. Mal nombre para sentarse.

Pedí una cerveza y rechacé de entrada la tapa.

Al final me he comido dos, una de un pincho moruno con carne de cerdo y otra con dos sardinas. Tampoco estaba tan mal.

He llegado al hotel con medía hora de antelación y me han dado la habitación 118, es el mismo en el que pernocté la noche antes de empezar este viaje.

Es muy pequeña, está limpia y es bastante cómoda. Me he duchado, me he puesto mis últimos pantalones limpios, mi ultima camiseta limpia y hasta los últimos calcetines. Estaba como un pincel. Ya no necesitaba reservas por si acaso. Ahora ya con todo. Lo utilizado hasta ahora a la bolsa de ropa sucia y ahora, como un pincel, a recorrer Almería.

Tampoco ha sido tanto. He ido a la marisquería Baviera que está a unos doscientos metros del hotel y he comido unos callos de bacalao con garbanzos sublimes. Seis euros el plato. Tampoco es tanto.

Otra vez al hotel y a dormir la siesta. Como no es día, los domingos hay fútbol, de oír la cadena ser, he puesto FLAMENCO RADIO. Que es una alternativa.

Por las comunicaciones recibidas entiendo que Ruth e Irene han vuelto a Segovia, que Alba sigue en sus aposentos y que Tere anda ahora recorriendo Madrid con Salvi. Siento no estar allí para ayudar.

Luego me quedan más de cinco horas para dormitar en el Intercity. Cuando llegue espero que esté Mari José, que es la única que a esa hora me puede facilitar el acceso a mi casa y al lugar donde guardo a Hortensia. Aprovechándose de que estaba fuera han cambiado las dos cerraduras.

En cuanto acabe de escribir esta entrada tengo que poner el despertado para mañana. El tren sale a las 7:30 horas y tendré que llegar con tiempo a la estación para desayunar y desmontar a Hortensia.

Ya os contaré. Ha sido un recorrido por Andalucía muy interesante. Quizás no he conseguido todos los objetivos previstos, creo que he cumplido. Según mis datos han sido cerca de mil cuatrocientos kilómetros andaluces. Siempre se puede hacer más.

En Madrid volveremos a entrenar un rato por la mañana y si las circunstancias no lo impiden nuevamente, tendré que empezar a hacer el puzzle que me regaló Ruth por mi petición y que he ido demorando acometerle con el pretexto de mis viajes.

Aquí cerramos el círculo de este viaje.

En la semana que empieza mañana tendré que volver a Valladolid para ver a mi hermano. Siempre encuentro disculpas para no acometer el Puzzle.

Viajes

231008 Norma mujer de Perú.

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Ya os dije que habíamos pasado el mes de agosto en Vera (Almería), aunque en esas fechas no publiqué casi ninguna entrada estuve recorriendo por las mañanas los pueblos próximos del lugar donde veraneamos. Garrrucha, Mojacar, Carboneras, Villaricos, San Juan de los Terreros, Aguilas (Murcia), Bedar, Los Gallardos y alguno más. Recorrer en el mes de agosto esas carreteras me ha permitido hacer la etapa. El calor casi como en agosto. El camino casi como en agosto: el mar a la derecha y las urbanizaciones a la izquierda. Subidas más o menos pronunciados y pocos momentos para apalancarte a descansar. Tampoco, descansar, era el objetivo.

Ayer di un paseo por la playa de Almuñécar para buscar un sitio donde cenar. Vi una freiduría, entré y me sorprendió, pedí unas gambas cocidas y media “rosada”. Las gambas venían en un pack retractilado. La rosada estaba buena. Tenías que pedir en barra y no había opción de que te sirvieran lo adquirido. No tengo que puntuar el establecimiento, pero para todos los efectos: dos estrellas.

Casi siempre me dan tres llaves cuando llego a un hotel. La de la habitación, la del Wifi y la de la puerta del hotel. Esta última no la uso nunca. Siempre me retiro antes de que sea necesaria. Ya sabéis que me he quejado en estas entradas de cuando no me dan la del WIFI.

Otra vez me levante antes de que amaneciera. Aunque al estar ya en la zona más oriental de la península el amanecer se anticipa. La época del año, y cada día que pasa peor, hace que el amanecer se retrase hacia las 8 de la mañana. Había dejado preparado todo para salir cuanto antes, me volví a demorar y no conseguí arrancar hasta las nueve de la mañana del Hotel Goya.

Volví a la playa y encontré un lugar donde seis ciudadanas del pueblo (mayores) desayunaban. Cuando digo eso de mayores no es en absoluto una vejación, es una constatación. Alguna era más joven que yo.

Me senté a celebrar la primera comida del día. Pedí lo habitual, me senté en la terraza y al poco me pusieron dos cafés con leche. Lo solventaron. Era el primer día que la muchacha trabajaba en ese bar. Hablé con Alba de los últimos acontecimientos ocurridos en su trabajo, me han cabreado bastante, y me dispuse a partir.

Sabía que la carretera N-340 estaba en la parte alta del pueblo. Había que comenzar subiendo.

Por describir el recorrido con las menos palabras posibles. Las Alpujarras son subidas y bajadas a una altitud de 1500 metros sobre el nivel del mar. Aquí son subidas y bajadas entre el nivel del mar y 200 o 300 metros, y otra vez al nivel del mar.

Ya he citado en estas entradas la obra de teatro del gran Fernán Gómez titulada “Las bicicletas son para el verano”. Con las temperaturas que alcanzamos en estas fechas, las bicicletas son para todo tiempo. Hoy me he encontrado tanto en mi dirección como en la contraria a centenares de ciclistas. Unos en grupo, otros individuales como yo, me ha adelantado un tándem y hemos realizado un tramo juntos otro cicloturista y yo. Este era de Motril, había ido a ALMUÑECAR y ya volvía hacia su casa. Me ha contado que este año solo entrenaba con la bicicleta. El año pasado fue hasta el Cabo Norte y volvió en bicicleta hasta Motril. No sé exactamente dónde está el Cabo Norte pero intuyo que muy lejos. Ante esa hazaña no me he atrevido a contar casi nada. Tiene la ventaja de que su “Tere” va con una furgoneta camperizada y le hace de equipo de apoyo. Pretende dar la vuelta al mundo cuando se jubile. Cada uno tenemos unos límites.

Ayer, cuando llegamos a Almuñécar, habíamos recorrido desde Málaga capital toda la parte norte de la provincia Malagueña. Hoy ha sido el turno de la provincia de Granada. Desde el sur hasta el norte. Salobreña, Motril, Castell Ferro, La Rábita, La Alcazaba (ya en Almería), Guanos Bajo y Adra. Había recorrido toda la provincia de Granada en una jornada y por fin había llegado a la de Almería.

Tan contento, en el primer lugar que he visto abierto, he pedido una cerveza. Las existencias de agua se estaban agotando. Tampoco era para preocuparse. Ya estaba en el destino.

Mientras fumaba un cigarro y bebía un tercio de estrella levante (era el único que tenían), he visto la dirección del Hotel. Según el GPS me quedaban todavía 5,7 kilómetros para llegar a él.

Se llama la Hotel La Curva y está en la misma carretera por la que llevo circulando desde Málaga. Bueno, pues el puto GPS me ha obligado a hacer un recorrido por los caminos entre invernaderos. La tecnología casi nunca es mi aliada.

He llegado cerca de las tres de la tarde después de recorrer 86 km, con un desnivel de 963 metros y un bonito paisaje.

Me han puesto unos calamares para comer. De tapa unas migas un poco especiales. Tenían pimientos, chorizo y pescado. Mucho género para una tapa.

Tras un par de codazos con los clientes del lugar he conseguido sentarme en la terraza. He comido los calamares, he tomado café y me he registrado en el hotel.

Dos cosas me han llamado la atención en el establecimiento. La primera es que en la terraza había un negacionista de manual, dando la charla a una familia y de rebote a todos los que allí estábamos sentados. En ningún momento se ha dirigido a mí. Ha dicho tal cantidad de barbaridades que ganas me han dado de contestarle. No era el momento. Perfil del paisano: vaqueros, camisa color verde caqui, barba similar a la del señor (por llamarle algo) Abascal.

La otra es que según estaba sentado mandaban a los del cumpleaños a un salón al fondo del hotel.

Obviamente no sabía que se celebraba. Cuando he llegado al check-ing, he visto unos globos indicando que se celebraba un 50 cumpleaños. No sé de quien era, no se cuanta gente había en la celebración. Sé que salía bastante gente a fumar y que después del ágape han tenido baile.

Feliz cumpleaños. Seas quién seas.

Como no he entrado a comprobarlo, me imagino que ha sido como cuando celebramos hace ya casi 10 años el 50 cumpleaños de Tere. Fue un gran momento.

Ya os he dicho que esto está a varios kilómetros de Adra. Es un barrio rodeado de invernaderos. Está el hotel y me han dicho que hay otro estacionamiento hostelero. Después de publicar esto investigaré.

Mañana el bar del hotel cierra y tendré que encontrar algún sitio para desayunar.

El recorrido de hoy con detalle.

Quiero suponer que el recorrido de mañana será muy similar al de hoy. Si no hay incidencias, mañana acabamos este tour por Andalucía que podía haber sido mucho más intenso. Ha sido muy bonito.

Viajes

231007 Cincuenta años.

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Tal como os comenté en mi entrada de ayer, me subí al tren en Bobadilla a casi las nueve de la noche. Hortensia y yo habíamos estados anclados en esa Entidad Autónoma Local casi todo el día. Cuando volví de intentar recorrer el camino hasta Málaga por carretera me senté en un bar del pueblo. Después de tomar un café, vi que tenían intención de cerrar y me desplace al bar donde había comido. Cuando les dejé estaban jugando a los chinos como si no hubiera otra casa que hacer. Conseguí hacerme sitio en una de las mesas que tenían y que estaba en la sombra. Seguían jugando a los chinos. Quizás es el divertimento más interesante que han encontrado en el lugar. El grupo era variable. Siempre que podía el propietario del lugar estaba en la pomada, cuando por alguna razón tenía que atender el negocio, los demás tomaban el gobierno del juego y seguían haciendo apuestas. No me enteré lo que apostaban en realidad. En algún momento pensé que se jugaban la consumición, después comprobé que se jugaban décimos de lotería, y finalmente deduje que había intercambio de monetario. No recordaba ningún sitio donde el juego fuera tan directo. Acierto y gano. No acierto y pierdo. No había nadie que controlase los beneficios de cada uno de los participantes.

Con una hora de antelación me desplacé hasta la estación (estaba a dos minutos del bar), vi los teleindicadores y comprobé el retraso que tenía el tren que pensaba coger y tras fumar un cigarro en un banco de la estación volví al bar de Juani. Seguían jugando a los chinos. Tomé una cerveza e hice tiempo para el momento de partida de mi tren.

Otra vez de vuelta a la estación. Me coloqué en las proximidades del lugar donde tenía que montar. No era en el sitio de mi billete, era donde me había sugerido el interventor del tren matutino en el que podía acoplar a Hortensia con más comodidad.

Llego el tren, subí (con dificultad) a Hortensia y después las alforjas. Colocado todo en el tren me senté. Solo había una parada en el camino a Málaga. El Chorro – Caminito de Rey. Cuando paramos en esa estación el sitio donde yo viajaba se llenó de Guiris que venían de hacer ese recorrido. Cada uno se sentó en su lugar y yo seguí donde estaba, cuidando la bicicleta.

Llegamos con algo más de 10 minutos de retraso a Málaga. Para salir de María Zambrano recorrí todo el centro comercial en el que se ha convertido la estación. Puse el GPS y llegué en menos de diez minutos al alojamiento.

Les había preguntado mediante mensaje donde tenía que guardar la bicicleta. No contestaron. Al llegar al lugar vi que había unas barras de anclaje a la puerta del alojamiento. Lo entendí.

Subí corriendo las alforjas y la batería a la habitación, me duché, me cambié de ropa y me dispuse a triunfar en Málaga.

Busqué un sitio donde cenar y, pese a que la cena estuvo bien, fueron muy desagradables. Pedí una cerveza y solicité la carta para la cena. Antes de darme la carta me obligaron a pagar la cerveza. El lugar era La Mesonera. No digo más. Luego las tapas merecieron la pena.

Dí una vuelta por la plaza de la Merced de Málaga. Tomé un descafeinado y volví al alojamiento. Había leído algo en Bobadilla, ya no daba tiempo a seguir con la lectura.

He dormido plácidamente.

Como me acosté cerca de las doce la noche, no me he despertado hasta las siete y quince minutos. Ya había dado señales de vida Tere. Me había pillado con el paso cambiado.

Me organicé y empecé a bajar cosas hasta Hortensia. Estaba perfectamente anclada y no había sufrido ningún percance nocturno.

Me tomé un café de maquina (no estaba mal) y coloqué el resto de impedimentos en la bicicleta.

No vi ningún lugar para desayunar en las proximidades. Emprendí el camino. Una subida suave, una bajada todavía más suave y finalmente estaba paralelo al Mediterráneo.

No tenía que buscar más en el GPS, mi camino es seguir paralelo al mar hasta el final del recorrido.

Pasé por “el palo”, zona habitual de espetos. No habían encendido ni las brasas. Normal a las 9 de la mañana.

Llegué al Rincón de la Victoria, Torre del Mar, Caleta de Vélez, Torrox costa y llegando a Nerja empezaron las subidas y bajadas. Nada grave. Después, y antes de entrar en la provincia de Granada empezaron las subidas un poco más intensas. Tampoco nada grave. Hasta tuve que circular por un par de túneles. Uno de 650 metros (Cerro Gordo) y otro en las proximidades de la Herradura de unos 300 metros.

La sensación de viaje es extraña. Si miraba hacia la derecha según circulaba, y en aquellos sitios que no habíamos construido barbaridades, se veía todo el Mediterráneo, cada vez más bonito.

Si miraba a la izquierda la cosa se complicaba. Que desatino de construcciones.

En algún sitio nos tendrán que meter a todos los que venimos de vacaciones a esta zona del país.

Ahora, teniendo en cuenta que he parado poco, los que están acoplados en esta zona son “guiris” que vienen a pasar el otoño, el invierno y parte de la primavera. El turismo nacional ha desaparecido. Será cosa de la estacionalidad.

No ha sido complicado llegar hasta la provincia de Granada, ni tampoco al lugar donde me alojo. Almuñécar. El Hotel Goya, para el coste que tiene, está bien. Dos pisos sin ascensor y Hortensia aparcada en un patio Andaluz.

Google es desconcertante. Te recomienda bares, restaurantes o cualquier otro servicio sin detectar si están abiertos o no. He bajado del hotel con toda la calorina, me he tomado una cerveza en el bar más próximo y he buscado un sitio para comer. Los dos que me ha recomendado estaban cerrados. He vuelto al bar primigenio.

Siesta por todo lo alto de 50 minutos y a la tarea diaria. Contar el desarrollo del camino.

Cuando he entendido que era recomendable bajar, he recorrido el pueblo. Nada especial. Aquí no existe la urbanización Verano Azul que he visto en Nerja.

He comprado tabaco, he entrado de urgencia en un establecimiento. No sé si era una pizzería o un Kebbab. No le he dado opción al camarero. De urgencia al baño.

En los lugares habitados no se puede mear en cualquier sitio.

Con mi cartón de Herencia he vuelto a subir los dos pisos andando. Tampoco es tan grave, salvo para las piernas.

La etapa, que ya sabéis, que estaba en mi plan “B”, se ha desarrollado sin ninguna dificultad. No hemos utilizado medio de transporte alternativo, Hortensia se ha portado y no hemos tenido que ir a ningún taller de bicicletas. Los que nos adelantaban en la N-340, en general bien.

Que más se puede pedir. Claro que venir por la costa no es lo mismo que hacerlo por las alpujarras, pero el hombre dispone y dios dispone.

Seguiré por la misma carretera en dirección Almería. El objetivo es cerrar un círculo realmente imaginario. Salir de Almería y volver a Almería. Da la casualidad que el hotel que me ha ofrecido Booking para dormir en el final de mi recorrido es el mismo en el que dormí al comienzo del mismo. Ya se lo que me espera.

Quedan dos etapas. Mañana hasta Adra y cerramos el domingo en Almería. La vuelta a Madrid será el lunes. Alba me sacó el billete (con bicicleta) para el intercity de las siete de la mañana del lunes.

Veremos cómo se desarrolla el viaje. Cuando llegue, no tendré llaves de casa, ni del alojamiento de Hortensia. Estoy seguro de que Tere ha tomado las medidas necesarias para que no tenga que esperarla. Que en cualquier caso tampoco me preocuparía.

Etapas así, sin sobresaltos, con muchos cicloturistas en un sentido u otro son divertidas. Tenerse que pelear, como el gran Capitán, con los elementos no es agradable. Es la vida.

 

 

 

Viajes

231006 Así sí.

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El titulo está robado de una de las mejores novelas de Almudena Grandes. Quede ese título como mi modesto homenaje a su magnífica obra literaria.

Ayer, alojado como estaba en una habitación casi de lujo comparada con la del día anterior, casi que no salí del hotel hasta la hora de cenar. Miento un poco, baje a comprar tabaco a uno de los estancos del Puerto de Santamaría.

En la habitación tenía internet que funcionaba, mesa y silla cómoda y vistas a una plaza muy agradable, que más podía necesitar.

Hortensia estaba guardada en la oficina del hotel.

Todo el viaje por la provincia de Cádiz estaba condicionado por como lo había concebido inicialmente. Había organizado todo para que cuando llevara cerca de quince días dando vueltas por Andalucía hacer una parada relajante en Cádiz junto a Tere. Ya conté aquí que esa parte del viaje tuve que anularla y entonces, como no era para estar acompañando y descansando decidí que no entraba en la ciudad de Cádiz.

Decidido eso, y después de mi inutilidad para recorrer treinta kilómetros de arena, acabé en El Puerto.

Habíamos comido bastante bien en una de nuestras visitas anteriores al Puerto en un restaurante bastante nuevo que se llama La Pescadería. Quise repetir. Seguía estando bien, pero ya no me gustó tanto como la primera vez.

Las tortillitas de Camarones no eran tan ligeras y las ortiguillas tenían, en mi opinión, demasiada harina. La cena estuvo bien.

La operación de hoy era complicada. Desayunar, ir a la estación, coger un tren de cercanías dirección Cádiz, bajarme en Río Arillo, coger un tranvía hasta Pelagatos y empezar el recorrido ciclista.

La cosa empezó normal. Desayunó y agua en el Hotel, recorrido normal a la estación y allí estaba a las 8:30 horas. Salía un tren a las 8:40. Perfecto. Había que pasar hasta la vía dos. El ascensor que está en el vestíbulo perfecto, entramos Hortensia y yo del tirón.

El ascensor que hay para la vía de donde salía mi tren era la mitad que el otro. He tenido que quitar las alforjas de la bici, coger a Hortensia en brazos y cerrar como he podido el elevador.

Por los pelos llegué al tren y eso que había diez minutos desde que llegué a la estación hasta que salía.

En el cercanías todo perfecto. Llegamos a la estación de intercambio en el modo de transporte y también perfecto. El tranvía estaba esperándonos. Salió quince minutos después, todo como había concebido el viaje.

Yo no había calculado que el recorrido del tranvía dura una hora, por lo que no hemos llegado al final de CHICLANA hasta las 10 de la mañana.

Aparte de apropiarme del título de Almudena Grandes por lo que me gustó la novela es porque hoy venía al pelo. Soplaba el Levante con velocidades de entre 35 y 50 kilómetros. Una dificultad añadida que se ha producido por mi falta de memoria. Si el paraíso de los surferos de Europa es esta zona como no iba a hacer aire.

Según me bajaba del tranvía encontré un paisano que me indicó el camino y nos contamos mutuamente nuestros Caminos De Santiago en bicicleta.

He cogido el carril bici que me ha indicado y a los cuatro o cinco kilómetros la carretera que me llevaba hasta Conil de la Frontera.

La señora del estanco de la carretera me ha indicado que el mejor camino lo tenía que “pillar” en el pueblo. Hay un carril bici, me dijo, (muy bueno – digo yo) que ha construido la Junta de Andalucía que lleva hasta los Caños de Meca. Es en su mayoría muy llano y se puede recorrer en una media. Salvo días como hoy que el viento te frenaba y amenazaba con tirarte.

En los “Caños” se acaba, sin explicación alguna. He bajado hasta la playa y he visto como el viento, como todas las cosas, estaba siendo muy adecuado para los que “saltan olas”. Estaba la playa con bastante gente practicando las distintas variedades de ese deporte. Se les veía encantados.

He seguido las indicaciones que me decían por donde ir a Barbate y cuando ya estaba a punto de coger la carretera he visto un nuevo carril bici, con la misma factura que el anterior. He comprobado que ese nuevo camino me llevaba hasta Barbate y he comenzado a subir.

Las cuestas son suficientemente suaves como para hacer el recorrido con facilidad. El “puto” viento hacía que no avanzara nada en las subidas y muy poco en las bajadas.

Cuando la racha era menor, me parecía a mí, que estaba lanzado.

Después de cincuenta kilómetros y a la una y cuarto de la tarde he conseguido llegar a Barbate. Una playa espectacular, pero aquí los del deporte acuático no estaban. Hacía demasiado viento.

He dado una vuelta por el lugar y al final me he parado a comer en el primer restaurante que vi. Casa Oscar. Puse a cargar la batería, por si acaso, y me senté a evaluar las posibilidades que tenía para concluir la etapa. Conozco un poco esa zona y sabía que según me fuera acercando hacia Tarifa el viento me daría de frente y toda esa parte se caracteriza por ser de subidas más o menos pronunciadas. Comprobé los horarios de autobuses entre Barbate y Tarifa y “sorpresa”, no había ninguno por la tarde.

Llamé a un taxi de Barbate y el paisano me dijo que estaba en Italia de crucero, me dio el teléfono de Boni, que es otro taxista barbateño, con bandera en el salpicadero de su vehículo.

Comí tranquilamente un ración de ventresca de atún rojo, exquisita, tomé café y un poco más tarde de la hora acordada se presentó Boni.

Ventresca de atún rojo de almadraba en Barbate.

Empezamos el camino hacía Tarifa y el viento no solo movía los arboles de forma exagerada, veía al taxista agarrando el volante como si pudiera llevárselo el viento.

No tenía reserva de alojamiento en Tarifa y las previsiones de viento en el estrecho para mañana predecían vientos igual de intensos que hoy.

También conocía el recorrido entre Tarifa y Algeciras de uno de mis viajes en furgoneta y sabía que hay dos o tres. El conductor me ha sugerido que podía ahorrarme el viento de mañana y esas subidas. Me he resistido y cuando estábamos llegando a Tarifa le he dicho que siguiera hasta Algeciras. En realidad no me apetecía pasar una noche en Algeciras, sigo pensando que no es una ciudad bonita, pero daba un pequeño impulso en el tour que estoy haciendo y sobre todo me quitaba esta parte dura. Me quedan por recorrer todas Las Alpujarras, pero de eso hablaremos en su momento.

Así que estoy en “la provincia de Algeciras”, es una broma muy particular mía con mi amigo Domingo Bartolomé. Y alojado en el Hotel Don Manuel. Ha tenido tiempos mejores. En booking me decían que la habitación 40€, me he desplazado hasta allí y el recepcionista me ha dicho la misma cifra. Cuando le he dicho que me marchaba me ha ofrecido una habitación (sin aire acondicionado) por 25€. Muy mejorable, pero se puede usar.

He intentado dormir la siesta, la estridencia del sonido de la radio en el televisor me lo ha impedido. Como había intentado sacar un billete hasta Ronda para empezar la etapa allí con la aplicación de Renfe y ha sido un desastre, después de una ducha agradable me he marchado andando hasta la estación. Después de dos intentos ha sido posible. Tengo el billete hasta Ronda para mañana.

Ahora valoro la posibilidad de irme hasta Antequera en el mismo tren y partir la etapa del día siguiente en dos. Dependerá de si consigo alojamiento y de como vea el panorama. Esto de los viajes, por mucho que los planifiques, siempre sufren sorpresas. Benditas sorpresas.

Un detalle ridículo, cuando paro a comer o a cualquier otra cosa no apago el reloj en la aplicación entrenamiento.

Supuesto viaje en bicicleta de hoy.

Cuando he subido en el coche de Boni se ha puesto en marcha como si estuviera pedaleando. Al final me ha dado una medalla nueva cuando solo he recorrido 50 kilómetros. Las máquinas pueden ser casi tan tontas como nosotros.

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231004 Aíres difíciles.

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Acabé de publicar la entrada correspondiente al día de ayer y bajé hasta la playa a dar una vuelta. El lugar donde me alojaba me estaba agobiando especialmente. Tomé una cerveza en la playa aunque el viento que se había levantado recomendaba ponerse un cortavientos. El del bar me dijo que ellos cerraban los martes por descanso y que ya no tenían nada para ofrecerme para cenar y que me fuera hasta la plaza de Matalascañas a cenar en la Taberna del Tío Paco. Previamente vi una marisquería el color de los productos que tenían en el escaparate me animo a seguir las indicaciones recibidas en la playa.

Llegué y para ser lunes noche me sorprendió que todos los toneles donde la gente cenaba estuvieran reservados. Comprobé que se lo ponen de oficio a todos y según van llegando comensales se los quitan. Tenían sitio y me pude quedar a cenar. Un poco de cecina y unas pocas gambas de Huelva. Buenos productos ambos. No tenían café. Me acerqué hasta una hamburguesería, bocadillería, pub, discoteca que estaba en la misma calle del Hostal Tamarindo y pude tomar un descafeinado. Esperé un poco y cuando ya no había mas remedio me volví “al Chiscón”. Puse la radio para irme durmiendo sin darme cuenta. Eso sí, apagué rápido las luces. Daba mucha más confianza la luz apagada que ver los desconchones de humedad en la paredes.

Algo debía tener yo en la cabeza cuando a las seis de la mañana ya estaba en pie. He concluido rápido todas las cosas que hago con la tableta y rápidamente he encendido la ducha. Coño, el agua salía fría. Ese hostal se ha lucido conmigo. Pero lo gordo es que en la tablilla de la puerta ponía que en temporada alta cobran 70 euros por noche. Que delirio.

Cargué todo en Hortensia y estuve a punto de convertirme en un ser vengativo y llevarme la llave para que nadie pudiera usar esa habitación nunca más. No lo hice.

Volví a la Hamburguesería Boston, la del descafeinado de la noche anterior y allí desayuné y cargué los bidones. El objetivo era especialmente bonito. Recorrer una playa de casi 30 kilómetros en bicicleta.

Empecé por un paseo pegado al mar de unos 3 kilómetros y por allí, con la velocidad adecuada para no atropellar a los del Club del Colesterol que salen bien pronto a caminar todo perfecto.

El paseo se acabó y un empleado de la limpieza me indicó que era por allí por donde tenía que meterme en la playa. No sé si yo soy más torpe que nadie, si no he acertado con la hora de la bajamar perfecta (por cierto, los naturales del lugar tampoco supieron decirme cuando tenía que emprender el camino), o que como me ha dicho luego un paisano las ruedas de Hortensia no son suficientemente anchas para ese tipo de firme.

El caso es que a los quinientos metros (o menos) de intentarlo he tirado la toalla. Recorrer en aquel infierno de arena las distancia que me separaba de Sanlúcar era imposible para mí.

Vuelta atrás, otros quinientos metros, vuelta por el paseo y vuelta a la hamburguesería. Me dijo el paisano de ese establecimiento que los horarios de los autobuses estaban puestos en el estanco que había unos 50 metros más arriba.

No eran ni las nueve y el autobús hacia Sevilla salía a las 10 de la mañana. La parada era un descampado en medio de la avenida donde estaba el Tamarindo y la Hamburguesería. Os podéis imaginar que con tanta antelación no había nadie por allí.

Con la paciencia que nos caracteriza a algunos jubilados he dado paseos por el descampado durante hora y media.

Muy cerca de las 10 de la mañana han aparecido cinco o seis personas con el mismo objetivo que yo, coger ese autobús.

Ha llegado la hora de partir y el vehículo no aparecía. Hemos tenido que esperar casi hasta las 10:30 para vislumbrarlo a lo lejos.

No sé qué paradas había realizado antes pero cuando ha llegado estaba casi lleno. El conductor que no ha hecho amago de moverse del asiento me ha dicho que abriera una de las bodegas y metiera la bici. Gracias a un paisano que ha empujado con más decisión que yo y a que hemos movido varios carros de la compra hemos podido meter las, alforjas y la bici.

Ingenuo yo, pensaba que sería un autobús directo hacía Sevilla. Rápido se me ha pasado la ingenuidad. Hemos parado en todos los pueblos del recorrido de la provincia de Huelva. Cito de memoria, muchos se me abran pasado. El Rocío, Almonte, Hinojos, Pilas, Bollullos de la Mitación. Pero además en medio de las carreteras había paradas donde sorprendentemente se subían y bajaban viajeros. No he averiguado de donde procedían, ni a donde pretendían ir.

Al final no hemos llegado con demasiada demora a Sevilla Plaza de Armas. Cuando vas en un medio publico de transporte no puedes hacer como cuando vas por los caminos, de urgencia a buscar un baño. Los de la estación de autobuses estaban en obras y cerrados.

He tenido que poner cara de incontinencia total para poder entrar en unos baños de un kiosko próxima a la estación.

Resuelto el problema principal había que organizarse. Lo primero el freno trasero no funcionaba. Ponerse uno a probar en medio de la calle Torneo de Sevilla una bicicleta sin frenos era un poco temerario. Pregunté por un taller de bicicletas y en las proximidades había una de Mamut. Fui dando poco a poco al freno y parecía que cogía algo de fuerza. Llegué a la tienda y seguí dando impulsos al freno. Cuando ya casi me iban a atender entendía que se había arreglado. Siguiendo las indicaciones de un paisano que estaba en el taller de bicicletas llegué hasta la Estación de Sevilla – Santa Justa bastante bien y todo el tiempo por carril bici.

Había intentado comprar billete para algún tren con destino a Cádiz en aplicación de Renfe y me figuraban todos completos.

En la taquilla tuve que esperar otros buenos 30 minutos y conseguí un billete para las 16:45 horas. La compañera de taquilla me explicó que son la gente con abonos gratuitos que hacen varias reservas diarias. Me bajé a comer a un bar que recuerdo de cuando realizaba viajes a esa ciudad por trabajo y tras acabar la comida la muchacha que me había atendido en la taquilla me llamó porque había encontrado una plaza para el tren anterior. Se la dejó quitar.

Volví a coger turno y otro taquillero me pilló una plaza para las 15:45, se le olvidó sacar el billete de la bicicleta. Me bajé al andén y hablé con el personal del tren. No tuve problema para subir con Hortensia.

La coloqué como se podía y un paisano me cambio su billete junto a la bicicleta por el mío que estaba en otro de los coches del tren.

Allí he venido sujetando como buenamente podía mi herramienta de viajar. El viaje se ha amenizado por una niña que berreaba durante el primer cuarto de hora y que luego la madre la ha dormido y ha realizado el resto del viaje plácidamente dormida. Subían y bajaban jovenes de ambos sexos con patinetes. Es un elemento de transporte que se ha impuesto en esta zona.

Tenía dos opciones según avanzaba el tren. Seguir en el tren hasta San Fernando Bahía Sur y luego coger un cercanías que me dejara en la estación que se hace transbordo al Tranvía de la zona y seguir luego dando pedales hasta el destino previsto. O bajarme en El Puerto de Santa María y hacer esas maniobras mañana por la mañana.

El calor, el cansancio que provoca las esperas y el mal cuerpo que se te queda después de que lo que planificas no sale como quieres, me recomendó apearme en El Puerto.

He encontrado el Hotel Los Cántaros, en pleno centro del Puerto y con unas instalaciones muy adecuadas. La diferencia de precio entre la carbonera de ayer y el hotel de hoy, es la cantidad que he puesto en el título. Es complicado entender este mundo.

Veremos como mañana recupero o no el recorrido perdido en el día de hoy.

Ridículos recorridos del día. He sufrido más kilómetros que ningún día.

Viajes

231003 Diez euros y 82 céntimos de diferencia.

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Vaya día complicado, me levanté a las seis de la mañana aunque el taller para Hortensia no abría hasta las nueve. Preparé todo y a las ocho de la mañana estaba tomando café, no tenía que bajar antes. El taller estaba a cinco minutos del hotel. Desayuné como siempre. Los Asturianos ya habían partido. Al menos sus bicis no estaban en el trastero donde las guardamos.

Llegué al taller justo en el momento en que abrían la puerta. Hablé con David que era el profesional en bicicletas. Desmontó el freno delantero y aseveró que estaba bien. Buena noticia. Luego se puso a trastear y la cosa ya no parecía tan fácil. Desmontó la rueda y comprobó que faltaba una pequeña pieza del “buje”, para mí del eje de la rueda. No tenía recambio. Me tiré a la piscina y le pedí una rueda nueva. Tampoco tenía. Quedarme anclado en Valverde del Camino no entraba en mis objetivos.

Trasteo en sus almacenes y encontró una rueda con la misma medida que la mía y la solución que me ofreció me pareció complicada. Tenía que desmontar los radios de la rueda encontrada, de la mía y poner el eje de la rueda desmontada a Hortensia y volver a poner los radios. Me dijo que el trabajo llevaría una hora y media. Al final han sido dos horas y cuarenta minutos.

He perdido ese tiempo paseando por el pueblo, fumando y caminando hasta Valverde del Camino por la Vía Verde de los Molinos del Agua, tomando otro café y haciendo preguntas estúpidas a David.

Perder más de dos horas y media sin tener nada que hacer en un pueblo como Valverde daba pocas opciones. Al final la rueda delantera de Hortensia ha quedado como nueva. Me ha cobrado el “buje” y la mano de obra.

Como la vía verde pasaba justamente por delante del taller opté por recorrer esta vía para avanzar hacía el destino programado.

La experiencia que había tenido en esa vía verde no había sido nada positiva, pero el viaje de hoy corría prisa.

La señalización de la vía verde había mejorado desde cuando yo la recorrí. Ahora forma parte del Eurovelo 1 y las señales de ese recorrido han mejorado las indicaciones del camino. Tenía pendientes unos 90 kilómetros de recorrido y saliendo a esa hora, nada presagiaba un buen final. Recorrí los 33 kilómetros de la vía verde en una hora y veinte minutos. No paré ni para beber agua. Llegué a San Juan de Puerto y paré en un restaurante. Había intentado beber agua cuando llegué a ese sitio y estaba imposible. Les pedí que me pusieran un par de hielos en cada bidón, así me ahorré una nueva botella.

Me dieron las indicaciones oportunas para realizar el resto del recorrido. Ir por carretera hasta Moguer, continuar hasta Palos de la Frontera y sin parar en ambos pueblos, continue hasta Mazagon. Allí paré, me tomé una cerveza y un pequeño plato de chacina. Tampoco era muy variada. Apuré un café y dado que era lunes y tenían en el Café París máquina de la primitiva, compré los juegos tradicionales de los lunes. Volví a meter hielos en los bidones y emprendí los treinta y un kilómetros finales del recorrido. Me habían contado que hay un carril bici entre ambas poblaciones. Me metí por él y comprobé que la velocidad por la que podía circular era menor que por la carretera. Al principio era un terreno asfaltado, luego se convirtió en una pista forestal por medio del parque natural de Doñana. En algunos tramos la arena del parque había invadido la vía verde y tuve que recortar mucho la velocidad para no terminar en el suelo. Recorrí casi 25 kilómetros por esos caminos y es en el único sitio donde paré para hacer alguna foto.

Esta mañana, cuando empecé a hablar con David me dijo que en el recorrido me encontraría con “donde habían soltado al Mihura”. No entendí nada. Me explicó que hay una base desde la que envían al espacio a un cohete español de ese nombre. Lo he visto. No me he parado, no tenía ningún interés.

A cuatro o cinco kilómetros de Matalascañas volví a la carretera. Había comprobado que el tráfico era escaso y el arcén amplio. Por el camino transitado divise por primera vez el Atlántico.

Esta zona la había recorrido en 2017 con una furgoneta alquilada, acababa de arder y el paisaje era desolador, ahora han empezado a crecer nuevamente los pinos, se nota que son excesivamente jovenes.

Me estaba imaginando cambiar de planes. Como no tenía los datos en ese momento, pensé en llegar hasta Sanlúcar. Los precios de los alojamientos en Matalascañas eran prohibitivos y pensé en irme a dormir a la provincia de Cádiz.

Menos mal que los mapas nos ponen en nuestro sitio. Cuando paré frente al mar y pude sacar el móvil para ver lo que me quedaba hasta Sanlúcar decidí que solo había sido uno de mis desvaríos. Quedaban 30 kilómetros y todos ellos por la playa. Hay que esperar a que el Atlantico esté en bajamar y no era el momento. Otra vez a buscar alojamiento en Matalacañas. Encontré en una de las aplicaciones que uso el Hostal Tamarindo. Estaba solo a 100 metros de donde me encontraba.

Paré a Hortensia (se había comportado como le corresponde) y subí hasta el HOSTAL, un señor con audífonos y sentado en una silla de playa me ha recibido y después de buscar las llaves en unos armarios indescriptibles, me enseñó una habitación por 40 €, dos camas y en una primera planta a la que era complicado subir a Hortensia. Después me enseñó otra por 30€ en la planta baja. Supongo que en algún momento fue el almacén de un bar que hay delante. Una puerta metálica, tuvo que buscar un interruptor en el techo del pasillo y me enseñó el “chiscón” que me ofrecía. No tenía ganas de pelea y acepté la habitación. Es absolutamente impresentable. Los controles sanitarios creo que no han pasado por aquí en ningún momento. En cualquier caso he llegado a destino. Me decía Ruth mientras estaba en Mazagon que estaría pasando mucho calor. La brisa del mar que me ha acompañado según avanzaba paralelo al mar ha mejorado mucho la temperatura ambiente.

Estoy haciendo un estudio sobre las mareas. Si no hay marea baja, los primeros treinta kilómetros de mañana no podré hacerlos.

Recorrido casi vespertino del día.

Luego, al menos mentalmente, el viaje lo he complicado bastante. Si llego a Sanlúcar tendré que llegar hasta El Puerto de Santa María, he decidido utilizar varios medios de transporte púbico para llegar hasta Chipiona. Seguiré el viaje en bicicleta. Ya veremos.

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230902 Dormir en una carbonera.

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Ayer acabé cenando en el mismo bar en el que había tomado una cerveza. Di una vuelta por la plaza de ARACENA, no subí hasta el castillo, ni tampoco fui a la gruta de las Maravillas. Las visitas estaban situadas un poco más allá de donde creía que debía llegar andando.

Intenté cenar en un GASTROBAR del lugar. Abrían a las 21:30 horas, esperé tranquilamente en un bar próximo, cuando diez minutos más tarde de su hora de apertura me desplacé hasta el sitio, me dijeron que me podían apuntar para cenar a las 23:00 horas. Seguro que tenían unas suculentas cenas, pero no estaba dispuesto a esperar. Volví al bar y pedí una tabla de ibéricos. Muy buenos. Se asemejaban mucho a mis cenas madrileñas solo que de mayor calidad. Faltaba un poco de queso añejo. No era imprescindible. Echo de menos en estos viajes el queso que no le encuentro de la calidad que a mi me gusta y sobre todo la fruta. Me estoy perdiendo los melocotones de Calanda que están ahora en plena producción y es una fruta que me apetece muchísimo, también los higos. Cuando vuelva a Madrid solo me quedará la opción de los higos secos.

Otra vez esta mañana me he despertado antes de la hora prevista. He intentado remolonear en la cama y el cuerpo no se ha dejado.

Organicé rápidamente todo y bajé ya con ambas alforjas y ambas baterías. Me abrió el garaje donde habíamos guardado a Hortensia y recuperé la bicicleta. Cuando ayer la bajé del taxi de Elio y le puse la rueda delantera noté que algo no estaba como debía. Dado que era sábado y por la tarde entendí que no podía recurrir a nadie para solucionar el problema.

Me ha dicho el del hotel un sitio donde desayunar (el casino de la plaza) y hasta allí hemos subido. No andaba bien Hortensia. Si la comparamos con un humano es como si se pasara toda la mañana estornudando. No es grave, pero es molesto.

Después de desayunar en el casino me he puesto en marcha. No consigo salir nunca antes de las nueve de la mañana.

Tenía previsto hacer un recorrido por la provincia de Huelva pasando por Jabugo (donde el jamón de Tato), Aguafría, El Cerro Andavalo, Calañas para llegar hasta Valverde del Camino.

Google me dio otra opción más corta y algo más cómoda. He venido por Campofrío, Minas de Rio Tinto, El Campillo, Zalamea la Real para llegar también a Valverde del Camino.

Han sido casi 60 kilómetros, he tardado poco más de tres horas y ha sido un subir y bajar suave.

Grupos de motoristas seguían invadiendo la carretera. Cuando los ves de frente impresionan. Cuando son hasta quince motos las que te adelantan una detrás de otra te acojonan de verdad.

Que velocidades pueden alcanzar, comparadas con mi ritmo de “caballo trotón”. Me hubiera gustado hacer fotos del pantano de Río Tinto. No he podido parar. Parecía que tenía algo más de agua de los que he visto hasta ahora, el color del agua era para verlo. De un marrón bastante desagradable. Había también restos de árboles impregnados de sustancias de la mina próxima. Parecían estalagmitas saliendo del embalse. Desde allí hay una subida, llegas hasta La Dehesa y allí se empieza a ver las características de la mina de Río Tinto. Es de esas a cielo abierto, decenas o centenas de camiones de inmenso tonelaje y todo un territorio desbrozado para obtener el producto de la mina. Por lo que he leído ya empezaron a trabajar esas tierras los romanos para obtener mineral, las dimensiones ahora son descomunales. No estoy yo para ponerme purista, pero esa comarca es imposible que vuelva a parecer un lugar habitable.

Es cierto que la etapa actual era bastante más cómoda que todas las anteriores. Las subidas no eran tan largas y había bajadas agradables. Me ha fallado Hortensia, cada vez que empezaba a bajar y como tocará ligeramente el freno delantero la bici hacía unos movimientos pendulares que amenazaban con llevarte al suelo. He bajado cada una de las cuestas casi a la misma velocidad que las había subido.

Hoy en el apartado fauna he visto corriendo a mi lado (separados por una valla) un jabalí. Tampoco he podido fotografiarle.

Y mientras las motos pasando a velocidades increíbles.

Recuerdo que había llegado hasta Valverde del Camino cuando recorrí la vía verde de los Molinos del Agua, en lo que he visto hasta ahora no recuerdo nada de lo que vi en aquel momento.

Como todo viajero, cuando he llegado al lugar, y siguiendo las indicaciones que en todo pueblo son las iglesias he llegado hasta la plaza del ayuntamiento. He aparcado a Hortensia junto a otras dos bicicletas y me he pedido una cerveza. Cuando ya había refrescado un poco y había llenado los pulmones con algo de humo me he dirigido a las dos únicas personas que eran susceptibles de ser ciclistas. Son una pareja de asturianos que están haciendo el camino De Santiago de una forma peculiar. Vienen desde Cádiz, han llegado a Sevilla y han retrocedido a Huelva. Ahora están de vuelta y quieren ir hasta Zafra que es donde tienen aparcado el coche. Cada uno hace el Camino como le da la gana. Me han contado que el pasado año hicieron el recorrido entre Sevilla y Zamora. En algún momento concluirán el camino y ganaran la Compostela.

Tenían reserva en el mismo hotel que yo. No era difícil que así fuera, es el único existente en Valverde del Camino.

Que conste que se han comido una bolsa de patatas fritas y ni siquiera me han ofrecido. No creo que haya sido falta de cortesía, quizá solo ha sido timidez. Yo no hubiera aceptado el ofrecimiento.

Hemos subido los tres hasta el Hotel y nos hemos registrado. Como seguía siendo pronto me dado tiempo para ducharme, ponerme una camiseta limpia (ya solo me queda otra) y bajar a comer. Supongo que la del Hotel les ha dado las mismas indicaciones que a mí. Hemos estado comiendo los tres en la Hacienda Zapatero.

Yo en la calle, donde ya calentaba bastante, y ellos en el interior del restaurante. Lo mío ha sido una comida ligera. Una tapa de salmorejo (delicioso) y una tapa Hacienda, que es un huevo frito con patatas y jamón. También bien elaborado.

Vuelta, esta vez cuesta arriba, al hotel y cuando he llegado estaban haciendo la inscripción otros dos ciclistas de nacionalidad europea, la de recepción no me ha dicho que nacionalidad y como siempre yo no he podido hablar con ellos por mis carencias en inglés.

Cuando he subido a la habitación ya estaba cargada la batería pequeña y he puesto a cargar la batería grande.

Otra vez conectar el teléfono, la tableta y los auriculares a la corriente eléctrica para que pudiera disponer de ellos sin problema. Y sobre todo siesta. Ha sido una hora de descanso maravillosa, sin preocupaciones y sin estar tan cansado como en otros días.

Solo me queda una preocupación, si mañana en un taller de bicicletas de Valverde del Camino, podrán recuperar a Hortensia para el resto del recorrido que me queda. Tal como estaba hoy no la puedo hacer trabajar en los recorridos que me quedan.

He visto que hay tres talleres y uno abre a las nueve de la mañana. Allí estaré y espero que si lloro adecuadamente le den máxima prioridad a nuestra Hortensia.

Desde el hotel, que por cierto no está nada mal, estoy redactando esta entrada. Luego bajaré a dar una vuelta por Valverde.

Si consigo el objetivo mañana, volveré al mar. Esta vez al Océano Atlántico. No llevo reservas. Dependerá de la salud de Hortensia.

La batería grande ya está cargada. Cuando he subido las fotos desde el móvil he visto que en algún sitio pone “más” donde debería poner “mal”. No lo encuentro ahora. Ya he corregido la palabra diabólica en la plaza.

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231001 Hortensia constipada.

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El título está relacionado con el cansancio que tengo. Del hotel El Sol de PEÑARROYA-Pueblo Nuevo ya hablé ayer. Me senté en la plaza mayor principal del pueblo con una cerveza y estuve viendo las opciones para cenar y para el viaje de hoy.

Cuando entendí que era el momento, me fui andando hasta el Bar La Bodega, que era el que parecía más interesante. Paseo en balde. Estaban pintando o algo. Me dejaron ir al servicio y volví tranquilamente hasta la misma plaza de la cerveza. Había un lugar que no tenía excesivamente mala pinta y me pusieron una ración de lechón. Traducido a los castellanos un cochinillo un poco grande adobado y frito. Estaba muy bueno.

Tomé también un descafeinado y añoré un poco de fruta en estos viajes.

Volví al hotel donde estaba el mismo señor que había realizado el check-ing. Allí tenía puesta la televisión y se estaba “culturizando”.

Eran casi las once y media cuando después de hacer todo lo necesario me fui a la cama. Después de la medalla de oro que me otorgó graciosamente el reloj que me acompaña estaba bastante cansado.

A las 6:00 AM me he despertado. He intentado aguantar un rato más en la cama y ha sido imposible. Entre unas cosas y otras a las 7:00 AM, ya me había lavado la boca y me había tomado los medicamentos prescritos por la doctora.

He consultado la prensa, he jugado, como cada día, a las apps de la tableta y he pasado al momento baño y ducha. Bien todo. Como Hortensia estaba guardada en lo que el paisano del hotel denominaba el parking, me ha dado acceso a la bicicleta y me he puesto a montar la batería y las alforjas. Para ganar tiempo le he pedido dos cafés. Según estaba poniendo la batería he visto que me estaba sirviendo un café de “melita”. Casi he gritado. Póngame uno y le aguantaré como pueda.

Que asco de café. Luego me pedirán en Booking que valore el Hotel Sol. De momento sin comentarios.

Subí nuevamente hasta la plaza y en el mismo lugar del cochinillo me tomé dos cafés de verdad y mi media tostada. Cargué los bidones con una botella de litro y medio y me puse en marcha. Lo primero era llegar hasta Fuente Obejuna. Se supone que hay un tramo de la vía verde de los PEDROCHES y del Guadiana que une ambos pueblos, pero que está directamente estropeada. No le di opción. Por la carretera era un camino bueno.

Prácticamente no había que hacer esfuerzo. Una carretera llana y con un poco de tráfico, no demasiado.

Llegué hasta Fuente Obejuna que es el pueblo por esa zona más occidental de la provincia de Córdoba. Había varias opciones para continuar el camino. Opté, por la que opté. Carretera directa hasta Cazalla de la Sierra. Un primer tramo bueno. En un momento de la carretera había un desvío hacía AZUAGA en Badajoz, opte por no hacer caso. Seguí por la A-447 y un poco más adelante estaba otro desvío. En este caso hacia el cementerio nuclear del Cabril. Lo he visto y no me ha interesa para nada entrar en esa carretera. Hay cosas que te encuentras en el camino y no parecen importantes en tu vida.

En ese momento estábamos en Sierra Morena. Si es sierra os podéis imaginar lo que había que trabajar para subir y bajar aquellos caminos. Como estábamos bien no había problema. Avanzando un poco más encontré un cartel que indicaba que la carretera estaba en malas condiciones. No había marcha atrás. Había que seguir.

La carretera (si así se puede llamar) no era tal. Los habituales de los caminos de nuestro país consideran como magníficos esos caminos. La carretera de la junta de Andalucía era impracticable. Seguía subiendo. Bien. Había bajadas, pero como estaba el firme no te permitía ninguna alegría. Sujetando la bici con los brazos intentaba no irme al palco que diría Ibón Zugasti. Ni subiendo conseguía una velocidad adecuada, ni bajando podía aprovechar la inercia. Vaya recorrido. Dice el reloj que he subido un total de 1365 metros. Tampoco es lo más importante.

Subir, bajar y cabrearte con la carretera. Han sido 60 kilómetros sin ningún pueblo, sin encontrarme a nadie en el camino, con bastantes momentos en los que la cobertura del móvil era cero.

Increíble, muy bonito. Pero me lo podía haber ahorrado. Muchos conejos, dos gamos, algunas perdices. Y yo seguía subiendo.

La cosa consiste en ir recorriendo Sierra Morena subiendo a cada una de sus cumbres y cuando acaba Sierra Morena, empezamos a recorrer la Sierra Norte de Sevilla. Y ningún pueblo.

Podría haber titulado esta entrada del blog: Cuando el dorado es una botella de agua fresca.

Seguía bebiendo, estaban los bidones como caldo y el final del recorrido no se atisbaba.

En un momento en el que conseguí cobertura comprobé que hasta el primer pueblo quedaban ocho kilómetros. Me puse a subir con toda la asistencia. Aun así, no conseguía exceder los 10 kilómetros por hora. La carretera empezaba a mejorar en el firme, no en las subidas. Al final, del final apareció el Mirador de la Loma del Aire. Fotos, descanso, cigarro y emprender de nuevo el camino.

Ya era bajada hasta Alanís. Paré en el primer bar que había y pedí una botella de agua. No tenían nada para darme de comer. Me indicaron el único sitio donde podía comer en el pueblo y hasta allí llegué. Tampoco era para tirar cohetes. Bocadillo de Jamón, regular, y sobre todo me dejaron cargar la batería.

Allí estuve una hora. Bacilar al dueño del local con un Bocadillo y un café durante una hora es un trabajo algo complicado. Lo he conseguido. Puse a cargar la batería con un 28% y la recogí con un 51%. Tenía piernas y batería para llegar hasta el destino. Por cierto, esta vez si he dejado propina por lo de la batería.

Con algo de esfuerzo he llegado hasta Cazalla de la Sierra. Provincia de Sevilla. Mucho camino, muy empinado pero con unas vistas increíbles.

El del bar me ha dicho que Casa Kini estaba cerca de la casa Cuartel. Hasta aquí hemos llegado. Han sido 90 kilómetros, muy complicados, pero muy bonitos. Mañana tengo previsto llegar hasta ARACENA en Huelva. Ya veremos.

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230929 Poca literatura.

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Acabé la jornada en el Bar El Niño de la Venta del Charco. Era el que había, no había otra opción. Una terraza sin nadie sentado y un bar (especie de chiscón) sin público. Me senté en la terraza y me pedí una cerveza, tampoco había opción. Cruzcampo. Visto el panorama le pregunté a la paisana que atendía el Bar sobre la hora de cierre, me comentó que sobre las nueve y media y las diez. También me advirtió que no había cocina, que solo me podía dar de cenar cosas frías. Acordé con ella que a eso de las nueve y cuarto me pusiera media ración de Lomo de Orza y otra media de Queso.

Allí estuve leyendo un buen rato y viendo como entraban un par de parroquianos al establecimiento.

Cuando apareció con la cena la temperatura había bajado un poco. Me puse el cortavientos y cené tranquilamente en la terraza. Después de tomar un descafeinado me despedí de la paisana hasta este mañana. Me dijo que a primera hora estaba la propietaria del establecimiento. Estaba claro que no la volvería a ver.

Dado que estaba absolutamente solo en el apartamento dejé puesta la cadena ser toda la noche. No podía molestar a nadie y ni siquiera me enteré de la parte que no me interesa. No me enteré ni del comienzo ni del final de la página deportiva.

Esta mañana a las seis (es lo que tiene acostarse pronto), ya estaba despierto. He vuelto a acostarme y he aguantado hasta las siete de la mañana.

Ya no había opción. Me tenía que levantar. No había amanecido del todo. Organice las alforjas con el objetivo de deshacerme de parte del equipaje en el primer pueblo donde encontrara una oficina de correos.

He ido hasta el Bar El Niño, la señora que lo atendía, no estoy exagerando, tenía por encima de los 90 años. Tampoco había nadie allí. Le he pedido mis dos cafés matinales y la tostada. De entrada me ha dicho que ella no sabía hacer una tostada. Se lo ha pensado y atendiendo a mis sugerencias a cogido un trozo de pan y lo ha puesto a tostar en algún sitio. Luego me la ha puesto en un plato y me ha dado un recipiente que no sabía si era aceite u otro líquido. Entre su vista y mis cataratas hemos decidido que si era aceite. Los dos cafés, de aquella manera. Luego el precio no se ha ajustado al servicio. 4,4 € por los cafés y la tostada.

Hasta Cardeña, que es el municipio del que forma parte la Venta del Charco, he subido bastante. No tanto como me ahorré ayer desde Marmolejo al alojamiento. Han sido casi diez kilómetros, no eran cuestas imposibles, pero había que subir. El paisaje básicamente de encinas a un lado y otro de la carretera. Ni me han adelantado muchos coches, ni me he entrado a casi nadie de frente. Seguía con el corta vientos, la temperatura matinal lo recomendaba.

Cardeña ha pasado sin pena ni gloria, no me ha parecido un municipio interesante. Hoy tocaba mercadillo y lo que había eran unas fruterías y quizá (no lo he visto bien) algún puesto de ropa.

Como me estaba quedando sin tabaco he comprado un par de paquetes en el pueblo, aunque no eran de mi gusto.

El camino era fácil. Una carretera de unos cincuenta kilómetros hasta Pozoblanco, pasando por Villanueva de Córdoba. Las piernas respondían y ni siquiera he entrado en Villanueva de Córdoba. He visto las indicaciones hacía la Estación de Alta Velocidad del pueblo pero he decidido no visitarla.

He parado a fumar un cigarro en un lugar donde vendía productos ibéricos, pero he preferido no tener curiosidad. No he entrado.

Otros tantos kilómetros hacía Pozoblanco. El paisaje muy similar. Subidas, bajadas, pero nada espectacular.

He llegado hasta Pozoblanco y he cumplido con los objetivos que tenía previsto. La oficina de correos estaba (como siempre) bastante céntrica y he mandado un paquete con la ropa sucia. Ya puedo cerrar las alforjas. Que no es poco.

Después y ante el resto de la etapa que tenía por delante he ido a un bar y he pedido el favor de que me dejaran recargar la batería de la bicicleta. La muchacha, ciertamente muy amable, ha accedido a mi petición. Me he sentado en la terraza a beber una botella de agua. Luego me he ido hasta el estanco próximo donde no me han podido servir el producto que demandaba. He vuelto al bar. Me he vuelto a sentar en la terraza a comer una tostada de bacalao ahumado, una cerveza y un café. He pagado y ni siquiera se me ha ocurrido dejar una propina en agradecimiento. Veis la razón del título de esta entrada. No me lo perdono, pero ni se me ha ocurrido.

Habiendo satisfecho las necesidades de un medio almuerzo-comida, me he vuelto a poner en marcha. La batería había subido hasta un 83% de carga y cuando la puse a cargar tenía el 61%, había ganado un 22% y me había asegurado llegar al objetivo.

Hasta Alcaracejos tenía por delante once kilómetros. En ese pueblo estuve cuando intenté recorrer la vía verde del Guadiana y Los PEDROCHES. Fue una aventura que ya conté en su momento. Me perdí, si hubiese tenido cobertura hubiera llamado al 112, tuve suerte, no había cobertura. Acabé saltándole alguna valla y alguna señal de prohibido el paso y volví a encontrar la vía verde. Hice lo que pude en aquel momento.

Hoy había decidido obviar ese camino. No tenía el cuerpo para aventuras inútiles. La documentación que figura en la web de las vías verdes hay distintos tramos en obras. Meterme por esos montes, por el monte de Belmez y llegar a Peñarroya-Pueblo nuevo a una horas intempestivas no me atraía nada.

En Alcaracejos ni siquiera paré. El hotel dónde pernocté ni siquiera le vi. Seguí adelante hasta Villanueva del Duque y allí paré para tomar un segundo café (esta vez con hielo).

Fue rápido. Cometí un error de bulto, no rellené los bidones y cuando en el camino he bebido estaba el agua para lavarse la cabeza. Que temperatura.

Como en el camino (30 kilómetros) no había absolutamente ningún lugar para pararse y recargar los bidones, he tenido que llegar hasta el destino bebiendo agua caliente. Lo importante es hidratarse, aunque el agua te dé un poco de asco.

Solo he parado una vez en esos 30 kilómetros para hacer unas pocas fotos, no encontraba ninguna sombra donde poder descansar. El paisaje seguía siendo dehesa, quizás menos poblada, pero siempre llena de encinas. Debía ser la hora y el calor, pero bajo las encinas no he visto prácticamente ningún “bicho”. Ni toros, ni cerdos, ni ovejas.

Una última subida larga y finalmente, para llegar a Peñarroya-Pueblo Nuevo. Una bajada impresionante. Seis kilómetros y un desnivel del 9%. Bajamos Hortensia y yo como si tuviéramos prisa.

Llegué al lugar. Me paré a tomar un agua “fresquita” e intenté que la muchacha del bar y una amiga suya me dieran indicaciones para recorrer las dos vías verdes que me quedaban por recorrer en esta población.

La vía verde del Cerco y la vía verde de Peñarroya-Pueblo Nuevo. No tenían ni idea. Siguiendo las indicaciones de la página de las Vías Verdes he conseguido recorrer ambas. Como ya estaba avisado he recargado uno de los bidones para hacer el recorrido pendiente.

En realidad las dos vías verdes son los carriles bicis del pueblo. Sin información. Una de ellas con vistas a los vestigios de la zona industrial del siglo XIX, la otra no tiene ningún interés.

Venía sin alojamiento reservado y según google estaba el Hotel Sol. Debió ser moderno en los años 60 del siglo pasado. Hoy está absolutamente obsoleto. Pero puedo pernoctar.

Hoy el tonto de mi reloj me ha dado una medalla por hacer el recorrido más largo en bicicleta desde que lo controlo con el reloj: 107,730 kilómetros. La carga que hice en Pozoblanco no hubiera sido necesario. He llegado casi con un 50% de batería.

Si Hortensia aguanta, de momento las piernas de Mariano también.

Según lo que tengo previsto para mañana debo entrar en algún momento en Extremadura. Luego seguiré hacia la Sierra Norte Sevillana. He realizado reservas para mañana y pasado. Es fin de Semana y siempre hay más demanda.

Veremos cómo se nos da.

 

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230928 Soy un miserable.

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Gastar un título con el nombre de un bar, es una desmesura. Lo sé. Como hoy no hay nada importante que narrar he decidido titular de esa manera, porque la cosa es de nota.

Me desplacé ayer hasta el centro de La Carolina para buscar un lugar donde cenar. Acabé en el mismo bar donde había tomada la primera cerveza matinal cuando llegué a la localidad. Pedí dos medías raciones: sangre o sangrecilla encebollada y carne del monte. Precios adecuados, la sangre tenía muy buena pinta, estaba especialmente salada. Se la devolví. La carne del monte era algo de caza, no se precisar, y estaba buena.

No tenían café. Volví al hotel la Perdiz y me tomé el café. Subí razonablemente pronto a la habitación y me puse a descansar. Hoy a las siete me he despertado (sin despertador) como cada día y notaba un poco de dolor en la espalda. Seguro que el esfuerzo de estos días me está pasando factura.

Ya lo he contado muchas veces, a determinada edad, cuando te levantas tienes que evaluar lo que no te duele. Hoy solo me dolía la espalda. Me he levantado y he perdido el tiempo como cada día.

A las ocho de la mañana había bajado las alforjas y la batería a Hortensia. El hotel como era un cuatro estrellas,  tenía mucha pijotería y el desayuno ha sido muy formal. También el precio ha sido desmesurado (casi ocho euros incluyendo la botella de agua). Tengo que cuidarme de esos establecimientos. No me aportan nada.

Decía el Google Maps que la mayor parte del recorrido de hoy lo tenía que hacer por las posibles vías de servicio de la autovía de Andalucía (A-4).

Unas veces la vía de servicio va por el margen izquierdo de la autovía, otras por el margen derecho, cada vez tenías que preguntar en cada cruce por donde seguir. El camino es básicamente FEO, es verdad que hay muchos olivos, pero no parecen tan cuidados y bonitos como los que he ido viendo en mis recorridos anteriores.

He recorrido buena parte de los pueblos más importantes de la provincia de Jaén: Guarromán, Bailén (donde no he entrado), Villanueva de la Reina (tampoco he entrado) y Andújar. Bonita población aunque no he parado ni para fumar. Algún día volveré al sitio.

Desde Andújar quedaban 13 kilómetros hasta Marmolejo. Cuando planifiqué este viaje hice hasta una reserva en un alojamiento de ese pueblo. Luego, como quería apurar el recorrido, decidí que no dormía en Marmolejo, anulé la reserva sin coste alguno y decidí que llegaba en el día de hoy hasta la Venta del Charco. Eran las dos de la tarde, los niños salían del colegio y busqué un sitio para comer.

Según la aplicación que usamos todos el mejor del lugar era el asador Juma. De entrada me he saltado la prohibición de fumar en la terraza, el propietario del lugar también.

Estaban unos paisanos que tenían ganas de charlar y mientras me tomaba una cerveza hemos estado hablando sobre el viaje que estaba realizando. Uno de ellos ha aprovechado para contarme sus viajes a las Rías Baixas. No tengo claro si se los estaba inventando o no. Me ha hablado de los trenes hotel hacía Vigo. Creo recordar que no existen trenes hotel desde hace más de quince años. A lo mejor también sigue viviendo en el pasado. Los paisanos me han invitado a la cerveza.

He pedido medía ración de caña de lomo ibérico y media de gambas al ajillo. Peor imposible. La caña de lomo, estando tan cerca del Valle de los PEDROCHES no podía ser peor. Era un lomo vulgar hasta decir basta. Como había que comer no le hice ascos y me puse a ello. No estaba bueno, pero llenaba el estómago. He dado la vuelta a una sola loncha del lomo. Tenía moho. Seguro que era la primera loncha que al no usar el embutido había creado el ese moho. No es admisible. He llevado la loncha y no sabían donde meterse. Hay cosas imperdonables en la hostelería.

Las gambas al ajillo eran congeladas, pero muy congeladas. Aún así, si haces previamente un sofrito de ajo y guindilla pueden resultar agradables. No ere el caso. Estaban ciertamente no comestibles. Entiendo que las gentes de Marmolejo sabrán de sobra que hay cosas que no deben pedir en ese bar.

Cuando planifiqué la etapa ya sabía que me había pasado. Desde La Carolina hasta la Venta del Charco hay un poco más de cien kilómetros, había recorrido algo más de 70, había sido una etapa cómoda pero fea. Quedaban otros 30 kilómetros con una subida de permanente de 30 kilómetros. No tenía ganas de sufrir. Busqué un taxi del lugar y localicé a Pedro. Un taxista del lugar al que llaman Cardeña, hemos quedado a las 15:15 horas en el bar donde estaba comiendo.

El coche un Citroen, había quitado los asientos traseros y Hortensia cabía perfectamente sin desmontar la rueda delantera. Hemos organizado todo para recorrer esos últimos treinta kilómetros. Menos mal. Que subida, que paisaje más bonito, pero que duro. Estoy convencido que hubiera podido subir por esas carreteras, pero no era necesario. Según mi amigo José Luis Pastor, si no es necesario para que hacer esa subida. Ha sido un viaje agradable en coche. Pedro tenía luego que llevar a su suegro a un médico de Córdoba.

No lo he dicho todavía, pero ya estoy en la provincia cordobesa. Según van pasando los días y ya llevo siete en la carretera me voy acercando hacía el lado mas occidental de Andalucía. He salido de la provincia más oriental y voy cumpliendo objetivos.

Mañana, si la cosa va bien, llegaré casi hasta Extremadura. Un recorrido por toda la Comunidad Andaluza en sentido contrario al de las agujas del reloj.

He recorrido ya el cabo de gata, la sierra de Cazorla, Segura y las Villas, he entrado un rato por Sierra Morena, estoy en el Parque Natural de Cardeña y Montoro. Está muy bien recorrer estas zonas con la parsimonia que yo la estoy recorriendo. Aunque la etapa de hoy no haya sido la más bonita, merece la pena.

Hago un comentario adicional que no viene a cuento. He venido toda la mañana oyendo la sesión de investidura. Me ha parecido como un “carrusel deportivo”, los que hablaban se repetían y los “jugadores de campo” en la carrera de San Jerónimo sabían de antemano que tenían perdido el partido. Y así es terriblemente complicado salir al campo. Todo me ha parecido patético. Y lo gordo de esa sensación es que se estaban jugando nuestro futuro de los próximos cuatro años. Mañana pondré música. Dos días seguidos del Hoy por hoy, pueden ser mortales para mi salud mental.

Ahora iré al bar que hay en la Venta del Charco, espero que los productos sean mejores que en el lugar donde he comido.

Recorrido en bicicleta. El resto hasta aquí lo ha recorrido Pedro con su citroen.

 

Viajes

230927 Asador Juma. Marmolejo.

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Recorrí todo Beas del Segura con fruición y no encontré ningún sitio donde cenar. Había ido hasta el bar de la plaza a tomarme una cerveza y soportar a uno de los “característicos” del lugar dando la charla sobre lo divino y lo humano. Yo evité participar en su tertulia. No decía nada interesante. Les arruinó la sobremesa a dos paisanos que estaban hablando sobre unas obras que uno de ellos estaba realizando en su vivienda.

Busqué los distintos restaurantes que estaban disponibles en Beas y metódicamente recorrí tres o cuatro lugares que destacaba Google para cenar. Todos cerrados. Si de vez en cuando los dueños o dueñas de esos establecimientos comprobaran los datos que figuran y modificaran las fechas de apertura, los incautos como yo iríamos a tiro fijo y no daríamos vueltas a lo tonto por los pueblos de este país.

No podía dejar de visitar al río Segura a su paso por Beas. Alba me afeó que en un Wahts que le envié me hubiera puesto pesimista. El cauce de este importante río de la cuenca mediterránea daba realmente miedo. Después de las “danas” y de los diluvios que se han producido a comienzos del mes de septiembre no tiene sentido que tenga un cauce tan ridículo. Otra cosa, y como no sé, no voy a hablar es que el río durante el recorrido por el pueblo esté encajonado por un cauce de hormigón. Seguro que se hizo en otros tiempos.

Finalmente opté por volver al Hostal u Hotel donde me alojaba y cenar allí. Era eso o la nada.

Intenté comer medía perdiz y como no podía ser acaba pidiendo una ración de secreto ibérico. Estaba bueno pero la ración era al menos para dos personas. Me sobró bastante. El propietario del lugar me dijo que me llevara las sobras. Le dije que en bicicleta es alto improbable cargar con más tonterías de lo necesario. Creo que lo entendió.

A eso de las 23:30 horas, cuando estaba tomando el descafeinado correspondiente, la temperatura bajó considerablemente. Menos mal que no tenía nada más que hacer fuera de la habitación y pude subirme a pernoctar.

La habitación estaba bien y hasta se podía oír la radio mientras me dormía.

Me he levantado como cada día, pronto. A las ocho ha me había duchado y bajé la primera alforja y la batería a Hortensia. Salir del aparcamiento era bastante dificultoso. La rampa que separaba la bicicleta de la calle se parecía a las cuestas que había subido el día anterior. Me empeñé y lo conseguí. Un “pin” de montaña para mí.

Pedí el desayuno y subí a por la otra alforja. El trato del camarero (el mismo de ayer) fue muy correcto, lento. Añadió un ajo a la tostada con aceite. Se lo agradecí, pero obviamente no estaba dispuesto a no poder besar en todo el día No comí el ajo, tampoco he besado a nadie.

Me tenían preparada la factura y me cobraron el desayuno. Me regalaron la botella de agua. Se me ha olvidado devolverles las llaves.

Tenía por delante ochenta y dos kilómetros hasta La Carolina. Según me iba alejando de Beas el paisaje cambiaba radicalmente. De las montañas bastante elevadas y con mucha vegetación del parque de Cazorla, Segura y las Villas pasábamos a las estribaciones de Sierra Morena. Montes mucho más bajos, mucho más suaves y sobre todo preñados de olivos. En realidad NO SE PUEDE TENER TODO, si quieres no estar subiendo y bajando como en los días anteriores, no puedes encontrar un paisaje maravilloso como el que he encontrado los días pasados.

El camino me ha llevado por Sorihuela del Guadalimar, Castellar, SANTIESTEBAN del Puerto (donde he jugado a la primitiva, el EUROMILLÓN, el gordo de la primitiva, el EUROJACKPOT y el CUPONAZO) son tareas propias de un jubilado sin otra cosa que hacer. Después Navas de San Juan, Arquillos y desde ese punto a subir y a subir. Dejamos en un lateral de la carretera Vilches y vi un par de pantanos. Del primero no he tomado fotos, del segundo sí. Que pena, como están estos pantanos.

Quiero contar ahora que en general, la gente en la carretera ha sido especialmente respetuosa con un idiota en bicicleta. He parado poco, como siempre para fumar y hacer alguna foto. Es lo que me voy marcando como objetivo en el recorrido.

He pasado por bastantes Almazaras y ganas me han dado de pedir que me envíen a Madrid una garrafa de 25 litros de aceite. Seguro que es buena. Pero al final siempre me arrepiento. No sé si al final tendré problemas con el envío.

Después de una subida no muy pronunciada, pero si muy larga, he llegado a La Carolina. Antes de avanzar más he visto al pie de la autovía un Hotel que se llamaba “no se qué” La Perdiz. He aparcado a Hortensia en el sitio y me he acojonado de verdad. El Bar estaba cerrado, no podía tomar la cerveza premio por el trayecto. El Hotel también. En la estación de servicio me han dicho que estaba cerrado durante dos días. Hoy y mañana.

¿Y donde voy?, el paisano de la estación de servicio me ha indicado que hay más hoteles “Perdiz” en el pueblo y que el mío estaba a unos cuatro o cinco kilómetros.

He pasado por La Carolina, en la plaza del pueblo me he tomado una cerveza y al final he llegado hasta el objetivo previsto.

Atada a Hortensia a una valla de la piscina del hotel y con todos los impidimentos que llevo habitualmente en la habitación he bajado a comer.

Una tostada de jamón, otra de paté de perdiz. Buenas y bien presentadas. Lo único malo ha sido que la cerveza era Cruz Campo.

Después del café he subido a dormir la siesta. Mierda, ha sido imposible. A mí que no me molestan en general los insectos, las “putas” moscas me han impedido dormir. Les he dado golpes, les he practicado todo el tipo de torturas que se me han ocurrido. Imposible. No me han dejado dormir.

En el medio, he estado oyendo los preparativos de la Sesión de Investidura del señor Gallego. He evitado oír su discurso. Cuando he subido a la habitación a intervenido el portavoz del PSOE en esta sesión de investidura. Que duro es para cualquiera de nosotros que nos pongan un espejo y nos veamos como somos en realidad. Seguro que hay practicas parlamentarias mas productivas que la que hemos visto hoy. En cualquier caso seguro, que mañana o pasado mañana, la gente decidirá entenderse. Y hablar del cauce del Segura, del agua de los embalses, de las pensiones, del salario mínimo, de los alquileres, del precio de la vivienda, de la precariedad en el empleo y sobre todo de la felicidad de los ciudadanos españoles.

He obviado el resto de las intervenciones.

Estoy sentado en el hotel. El Wifi es una mierda y tengo que tirar de mis datos.

Mañana toca una etapa larga. Ya veremos.

La comida y el viaje

Viajes

230926 Mierda de moscas.

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Hubo un momento en el que yo estuve por aquí. Ayer cuando Antonio Hijo me subió a Santiago de la Espada no reconocí nada. Parece que no había estado allí nunca. El pueblo está en un lugar increíble (paisajisticamente) pero lo que vi no causo en mi mucha impresión. Me moví por una calle donde estaban todos los alojamientos De Santiago y nada tenía que mostrar. Si me hubiera dado una vuelta, según las distintas webs que había leído, tampoco hubiera encontrado nada, pero no lo hice.

Me quedé en el Hostal San Francisco escribiendo el blog y tomando una cerveza. Cuando me cansé, pagué la cuenta y me desplacé hasta el otro establecimiento abierto, vi el panorama y como nada de lo que se veía en el nuevo bar me pareció interesante, volví al Hostal donde me alojaba.

Pedí unos huevos fritos, que estaban bien, pero no tenían puntillas. Manías que uno tiene.

Antes de las once de la noche ya estaba en la cama. Como no había televisión puse la radio en el teléfono y así me dormí.

Esta mañana me he levantado un poco tarde, eran las siete y media y tocaba correr, he perdido menos tiempo del habitual y a las 8:45 ya tenía todo montado en Hortensia.

Sorpresa, el Hostal San Francisco estaba cerrado y el otro bar de la calle parecía que pretendían abrirle.

Pedí mis dos cafés habituales y la tostada con aceite. Bien. Fui a por Hortensia que la había dejado a las puertas del hostal donde me había alojado y desayuné.

Ya lo comenté ayer, hay que calentar para que el cuerpo responda correctamente al ejercicio. Bueno, lo primero que me he encontrado han sido cinco kilómetros de subida de un puerto. ¿Dónde coño caliento?.

Pues sin más me he puesto en marcha. Llevaba la cadena ser puesta en el móvil y no había recorrido un kilómetro cuando se ha cortado. Cobertura cero en el móvil. He puesto música y he seguido pedaleando. Ha sido duro pero como tenía las fuerzas de haber descansado bien por la noche y de los cafés y la tostada he podido llegar hasta la cumbre del puerto. Que manía tienen ahora de poner carteles diciendo que puerto era y los metros de altitud. Según Manolo, el del bar donde he desayunado, había pasado de 1300 metros de altitud a 1700 en esos cinco kilómetros. Después comenzaba la bajada. Seguro que era miedo o prudencia. Como la bajada estaba preñada de curvas bastante cerradas fui utilizando los frenos con profusión. La experiencia ha sido aterradora. Sonaban los frenos como si me fuera a quedar sin ellos. Paraba en todos y cada uno de los miradores que encontraba y dejaba que las pastillas descansaran de la presión a la que les estaba sometiendo.

Subiendo, que en ese momento lo agradecía, y bajando que me seguía asustando, he llegado a Pontones. El pueblo no era espectacular, pero estaba bien. La sorpresa es que la Iglesia estaba abierta. La otra sorpresa ha sido que pedían un euro para iluminar la iglesia. No he pagado el euro.

Después de Pontones está Pontón Alto. Un kilómetro hacia arriba. Si Pontones no me ha parecido bonito, en Pontón Alto ni me he parado. No me ha parecido interesante. Otra vez a bajar y a que los frenos crujieran como si les fuese la vida en cada frenada. En algún momento del recorrido, cuando estaba casi abajo de la montaña he visto en la distancia dos cosas, abajo a la izquierda el Embalse del Tronco que por lo que he percibido estaba bastante escaso de agua. Ya había pasado por él en dos momentos. Cuando fui a recoger la BH en Puente Genave y recorrí parte del Río Segura con el Ibiza. En esa ocasión también pasé por los dos Pontones.

La otra cosa que vi no me lo podía creer. Un pueblo esculpido en lo alto de una montaña. Estaba arriba, muy arriba. Pensé, hasta allí no llego.

Bueno, pues la carretera, solo tenía una dirección, llegar hasta el pueblo que estaba en la cumbre. No había otra salida. Sin dudar mucho emprendí la subida. Paisajes también maravillosos. Estaba en la zona de la Sierra del Segura, dentro de todo el conjunto que es la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

En Hornos. Inicio de la carretera donde se estropeó la BH.

Según me iba acercando al pueblo que había visto en un lugar inalcanzable comprendí que aquello era Hornos. Un pueblo en el que había estado previamente.

Hasta dentro del pueblo había cuestas que no son adecuadas para personas con la edad que yo tengo. Venga a dar pedales y avanzaba casi tampoco como si estuviera en un rodillo de ejercicio.

Al final llegué hasta donde había parado en mi anterior visita. Resulta que cuando me dirigía hacia el nacimiento del Río Segura había llegado a ese pueblo. Allí me dijeron que había dos caminos. Por el que había venido hoy y la carretera antigua. En aquella ocasión elegí la carretera antigua que es donde la bicicleta se estropeó y solo pude llegar a la civilización gracias a un camionero maderero que me bajó hasta Cortijos Nuevos. Desde allí Miguel, el de un taller, me llevó con su grúa hasta Puente Genave. Lo recordé todo.

He vuelto al taller y he sentido que Miguel no estuviera. Soy una persona que agradece siempre las buenas acciones. Quería agradecerle nuevamente su buena acción.

Como también soy un poco aprovechado les he preguntado a los del taller sobre mis frenos y me han dicho que estaban bien y que si sonaban era por puro calentamiento. También me comentaron que tenía cuatro o cinco kilómetros de subir un puerto. No se han equivocado demasiado. Han sido casi seis kilómetros en los que he ido subiendo bastante despacio. No había ni lugares para parar para hacer fotos. Es lo que te vas encontrando en la carretera.

Llegué al final de la subida y según me habían dicho solo me quedaban 15 kilómetros para llegar hasta Beas del Segura que era mi objetivo del día.

He procurado no frenar con tanta intensidad como en el recorrido anterior. Desde el alto del puerto he ido pasando por varios pueblos, según me acercaba iba pensando en pararme un rato para que los dedos de las manos se despertaran. Pero cuando llegaba al pueblo decidía seguir y seguir pedaleando. Quería llegar, en mi subconsciente, cuanto antes al final del viaje. Desde Cortijos Nuevos hasta Beas no he parado.

He llegado y el recorrido por el pueblo ha sido largo hasta que he encontrado una calle que pudiera llevarme hasta el centro del mismo.

Cuando he parado a tomar la cerveza matinal me he puesto a buscar un alojamiento. Hasta hoy los tenía todos reservados, como es lunes esperaba no tener problemas con uno de los establecimientos existentes. Como no quería recurrir a Booking me puse en contacto telefónico con el hotel avenida y me dijeron que estaba completo.

Os podéis imaginar el desconcierto que he sufrido en ese momento. Me he montado en Hortensia y he llegado al Hostal rápidamente.

Me han obligado a esperar un buen rato, pero finalmente, me han atendido y me han dado la habitación 102.

El hostal está muy bien y tiene unas vistas espectaculares. He tomado otra cerveza mientras comía un poco de lomo de orza que estaba realmente delicioso.

El servicio en el bar era un poco lento o yo no dejo de ser un “puto” impaciente. Después del café me he subido a cumplir con mis deberes en la habitación. Dormir la siesta y sentarme en la tableta para contar las peripecias del día. Creo que hoy la etapa ha estado bastante bien planteada. Han sido casi cinco horas de pedaleo constante, subidas, bajadas en las que he tenido que utilizar alguna vez las zapatillas para frenar un poco más. Pero lo visto merece la pena. En mi cabeza quedarán estos paisajes. Con la edad se me irán borrando, he intentado plasmar en algunas fotos lo que he visto.

Ahora estoy en el Hostal oyendo la Ventana de la Cadena SER y escribiendo sobre mi viaje del día.

Abandonando la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

Ahora me prepararé para dar una pequeña vuelta por Beas. Y mañana veremos cómo se nos da para llegar hasta la Carolina. Veremos.

 

Viajes

230925 recupero la Memoria.

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Después de sentarme un buen rato en la terraza del Hotel Ciudad de Pozo Alcón decidí volver al Hostal GRELA para cenar. El número de clientes que tenían a la comida me indicaba que era un sitio apreciado por los lugareños y no estoy yo para corregirles.

La distancia entre ambos lugares era de unos 100 o 120 metros, vamos que no tuve que hacer esfuerzo alguno. Cuando llegué la terraza estaba casi llena, había una mesa vacía que aproveché y me senté. Volví a leer la carta y sinceramente lo que me apetecía (por la temperatura ambiente) era una sopa. Tenían en la carta una sopa de picadillo, es verdad que no era tan buena como la de mi madre, ni como la hace Tere, ni siquiera a como la preparo yo, pero era buena. Bastantes trozos de jamón y huevo y un buen sabor. El cuerpo no pedía otra cosa y entré en calor con ese alimento.

Un perro que parecía del lugar me indicó de que pie cojeaba el propietario del lugar, aunque a estas alturas del viaje no soy yo el que tiene que juzgar comportamientos ajenos.

Esta mañana, como cada día, me he levantado bastante temprano y tras el “trabajo” habitual de la mañana he conseguido montar las alforjas y las baterías en Hortensia a eso de las 8:30 AM. El hostal estaba cerrado, pero mirando por una puerta lateral comprobé que había gente desayunando dentro. Como cada vez soy más atrevido me he metido y sin dudar he pedido mis dos cafés y la media tostada. Nadie ha pensado que era una ingerencia en su día de descanso.

He llenado los bidones con una botella de agua mineral y después de un cigarro he comenzado el camino. Dicen los expertos en deportes que lo más importante en la práctica deportiva es el calentamiento, si haces un buen calentamiento el ejercicio del día funcionará correctamente.

Lo primero que me he encontrado una vez subido a Hortensia es una cuesta de más de tres kilómetros. Ese ha sido el calentamiento. Así no vamos a llegar a ningún sitio.

Luego el camino ha sido un homenaje a los pantanos de esta zona. El de la bolera (donde había que subir), el del Portillo (donde también había que subir) y finalmente el de San Clemente del que he leído una placa que decía que le inauguró Pepe Borrell cuando era ministro del ramo.

En toda esta zona no acabo de aclararme. He salido desde Pozo Alcón en la provincia de Jaén, he entrado en la provincia de Granada y en la sierra de Castril y finalmente he vuelto a la provincia de Jaén y a la sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

Cuando llegué al pantano de San Clemente comprobé la batería de la bicicleta y comprobé también la cobertura del móvil. La primera estaba al 50% y me quedaban por recorrer más de la mitad de lo previsto. La cobertura del móvil era cero. No podía conectar con nada, ni con nadie.

Eso te hace tomar decisiones, no sé si acertadas o equivocadas. Al salir del embalse de San Clemente me encontré con dos ciclistas. Hombre y mujer. Me comentó el que llevaba la voz cantante (hombre) que hasta Santiago de la Espada no había ni un solo pueblo, ni un mísero bar, ni tampoco una estación de servicio. ESTABA REALMENTE JODIDO.

Seguí en el camino y al comenzar la carretera que llevaba hacía Santiago de la Espada comprobé dos cosas. La batería que me quedaba y como era el camino hasta este pueblo. Con lo que tenía de batería podría haber recorrido unos 20 o 30 kilómetros más. Nunca los 46 que me separaban de mi destino. Yo sabía que en la Sierra la cobertura se pierde completamente. Así que tomé una decisión propia de un “señor con experiencia” o como dirían los que no estaban en mi “pellejo”, una decisión de cobardes.

Llamé al hostal donde tenía previsto alojarme hoy y les pregunté si había un taxi en Santiago de la Espada. Me dijeron que si y me pasaron el teléfono de Antonio Hijo. Le llamé y en ese momento estaba haciendo un servicio en dirección contraria a donde yo me encontraba.

Acordamos que vendría cuando concluyera el trabajo que estaba haciendo.

Eso suponía que tendría que estar en el punto de la carretera A-4301 algo más de hora y media. No me supo mal. Era eso o quedarme sin batería y sin cobertura antes de alcanzar el objetivo del día.

Esta mañana, cuando le he comentado al paisano del Hostal GRELA hacía donde me dirigía ha puesto cara de circunstancias y me ha deseado buen viaje. Seguro que él sabía de lo que estaba hablando.

El cruce donde me he parado era un auténtico secarral, carretera hacía la izquierda con destino a Huéscar (11 kilómetros), carretera a la derecha con destino a Santiago de la Espada (46 Kilómetros). En el cruce un desvío a una residencia de ancianos de la Diputación de Granada que la han puesto en el mejor sitio para que nadie vaya a visitar a sus familiares.

Cinco o seis cigarros después apareció Antonio. Eran ya las 14:30, había recorrido poco más de 50 kilómetros y ya he comentado que me quedaban hasta el lugar donde pretendía alojarme 46.

El taxi espectacular. Una furgoneta preparada para transportar sillas de ruedas que rápidamente ha preparado para transportar a Hortensia. He colocado las alforjas y me he arrellanado en el asiento de la primera fila de la furgoneta.

Menos mal que había tomado esa decisión. El recorrido por el que me ha traído Antonio Hijo, era precioso, Encinas, Pinos, incluso pienso que Robles. Lo voy a decir sin filtro. Eso no había Dios que lo subiera. Estoy seguro que los deportistas que previamente han realizado un calentamiento correcto lo podrían subir sin problemas. Yo no.

El taxi de Antonio, era un no parar de subidas, de bajadas y de una mala carretera que incomunica a Santiago de la Espada en cualquier momento de inclemencias climáticas.

Al final hemos llegado. Antonio Hijo, Hortensia y yo al Hostal San Francisco de Santiago de la Espada y pese a ser casi las 15:30 horas me han puesto una cerveza y sobre todo un solomillo para comer.

Según veníamos en el taxi Antonio me ha comentado que este fin de semana habían celebrado unas carreras por la zona. Algunas próximas a los 100 kilómetros y las más accesibles de 25 o 30 kilómetros. Al entrar en el pueblo había un grupo importante de paisanos y paisanas con una camiseta identificativa de esa carrera. Estaban concluyendo su esfuerzo con una barbacoa. No hay mejor opción.

Camiseta de los participantes en la carrera del fin de semana en Santiago de la Espada.

Antonio me había dicho que la carrera eran 80 o 90 euros. Tras negociar, no demasiado con él, la carrera ha quedado en 50€. Si soy un poco cartesiano puedo decir que me ha costado llegar a Santiago de la Espada 0,50€ por kilómetro. Menos mal que existen estos servicios. Para la gente de la generación De Alba. Aquí no existen los CABY, ni nada se aproxime. Taxis de toda la vida, que además son un auténtico servicio público.

Me contaba Antonio Hijo, que han eliminado los autobuses que realizaban el servicio entre su pueblo y una zona con más comunicaciones.

Ahora lo realiza él, los lunes, miércoles y viernes y baja hasta la estación de autobuses más próximas a los ciudadanos De Santiago. Es una opción, no es la mía.

Espero que mañana pueda hacer un calentamiento adecuado y llegar sin recurrir a ningún Antonio al destino.

Ha sido un poco frustrante. Pero si hay algo que uno tiene que asumir son sus limitaciones y hoy, en eso, he acertado completamente.

A todo esto, estoy en un pueblo con una altitud de 1358 metros y hemos pasado en lo alto del puerto a 1761 metros. Quién me manda a mi meterme en estos caminos.

 

Mañana será otro día.

Viajes

230924 Antonio hijo. Taxista.

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Después de publicar ayer la entrada correspondiente al viaje que realicé entre Lucainena de las Torres y Serón, me puse a mirar donde cenar en ese pueblo que está todo en cuesta. El señor Google me dijo que lo mejor que podía encontrar era el GASTROBAR Asturias. Hacía allí me dirigí y había que subir andando medio kilómetro, pero de verdad que había que subir. Llegué a eso de las 21 horas y el GASTROBAR, salvo los borrachines del barrio habituales no tenía a nadie. Cometí el error de preguntar si me podían poner medias raciones y el cocinero y a lo que entendí dueño, me soltó una perorata sobre las medías que decía su madre. Vamos, que no podían medías raciones. Pedí una ración de calamares en su tinta y me contó que se le habían acabado. Me decanté al final por un pastel de Cabracho bastante generoso. De bebida no había otra opción que la Estrella de Levante. Me la tomé en homenaje a mis amigos de Caravaca de la Cruz que piensan que es la mejor cerveza del mundo.

Fueron entrando algunos comensales y finalizado el pastel de Cabracho y la Estrella de Levante pagué y salí del lugar. Está bien el lugar. Según me indicó el cocinero-dueño cerraba este lunes por vacaciones y estaba escaso de productos. Si vais en otro momento seguro que tenéis algo más de suerte.

Bajé hasta donde había escrito la entrada de ayer y me tomé un descafeinado. Acabé el libro que estaba leyendo y a eso de las 22:30 emprendí la marcha hacia el alojamiento.

No había ni dios en la calle. Dos pardales jóvenes me adelantaron mientras miccionaba contra una tapia. Son cosas de la edad.

Como ya había acabado el libro que estaba leyendo puse casi todos los artilugios a cargar y me acosté.

Creo que me he levantado un par de veces a lo largo de la noche, una de ellas a las 6.30 AM y ya estaba abierto el bar de la Pensión Hermanos Cuadrado. He remoloneado un rato en la cama y a las siete me he levantado. Lo de todos los días. A las ocho estaba pidiendo mis dos cafés y mi medía tostada. El paisano estaba entreteniéndose con la vendedora de la ONCE y entre unas cosas y otras he tomado los cafés, he puesto agua en los bidones y le he pagado. No he conseguido salir hasta las nueve de la mañana.

Me sabía el camino hasta la vía verde y hacía allí me he encaminado.

Ahora, que me ha dado tiempo para mirar en las distintas entradas al blog he encontrado cuando la recorrí. Porque la había recorrido. Fue el doce de agosto de 2021. Tere me llevó en el coche hasta Arbolea y desde allí conseguí llegar hasta Baza y un poco más lejos. Las impresiones sobre la vía verde ya las comenté entonces. Sinceramente os he de contar que hasta que he llegado a las proximidades de Baza no recordaba nada de ese recorrido. Ahora, leído lo publicado en esa fecha, me ratifico en lo que conté. Una magnifica vía verde en el tramo Almeriense, una vez que he llegado a El Hijate que es donde comienza la provincia de Granada la desidia es absoluta. No han pasado la desbrozadora desde la vez anterior que pasé por allí. Tampoco han tenido tiempo a poner ningún cartel indicándote donde estabas. Lo único bueno es que a diferencia del recorrido anterior este es de bajada. La velocidad en el que he recorrido desde El Hijate hasta Baza ha sido muy buena.

Cuando estaba llegando a Baza he recordado el acceso a la ciudad y me he reencontrado con la vía verde. Desde la vez anterior un puente que hay a la entrada de la ciudad se les ha caído y en vez de arreglarle han creado un itinerario alternativo con desniveles inadecuados.

Poco antes de entrar en Baza me he encontrado con un “paisano” que no me ha gustado nada. Le he preguntado por el acceso a la ciudad y con las cosas que le ha dicho a su compañera de aventura ciclista me ha dado la impresión de ser un “machista” redomado. No he podido ni denunciarle, ni darle un capón. En Baza debería de haberme dedicado a buscar los vestigios de Antonio Machado, pero como ya había estado en esa ciudad, me he dedicado a buscar un estanco que vendiera el tabaco que uso. Son manías.

Solo quedaban 45 kilómetros para llegar a Pozo Alcón y suponía que todo se iba a dar bien. Mentira. Me ha metido el GPS por el Camino de Baza y creía que esos desniveles estaban preparados para Orugas (mecánicas), creía de verdad que no podía con ellas. Las ruedas resbalaban, la pendiente era superior al 20%, pero como sobre todo soy un poco cabezota. He conseguido recorrer todo el Camino de Baza sin bajarme de la Bici. Menos mal que he llegado a un pueblo del que soy incapaz de decir el nombre. Un paisano de un almacén de productos agrarios me ha indicado que la A-315 era perfectamente transitable en bicicleta y tras un cigarro rápido hacia allí me he ido. Una vez superado el Camino de Baza el recorrido ha sido bastante cómodo. Un primer tramo hasta el Embalse del Negratín prácticamente plano y desde allí una buena subida, pero si te controlas, era una subida asumible.

Prácticamente ningún camión y pocos coches para ser sábado. Nadie me ha importunado en la carretera y al fin he conseguido llegar al objetivo del día. Había salido de la provincia de Almería, había pasado por un tramo de unos 20 kilómetros por la provincia de Granada y al fin estaba en Pozo Alcón, en la provincia de Jaén y en la Sierra de Cazorla. Por como tengo organizado el recorrido me esperan dos o tres días de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Os recuerdo que en esta zona se me rompió la BH y tuve que dejarla en Arroyo Ojanco para que la repararan. Pero eso debió ser en otra vida de la que casi ni me acuerdo.

En Pozo Alcón rápidamente he localizado el Hostal Rural GRELA. Por alguna razón que se me escapa era el lugar más concurrido del pueblo. Más de 20 veladores y todos llenos. Subir las alforjas a la habitación me ha costado por tener que cruzar entre las mesas ocupadas. Me pensé ir a otro sitio a comer, pero la pereza me indicó que era el mejor sitio. Después de una cerveza de urgencias, me senté a comer y pedí dos medias raciones. Cuando me sirvieron la primera ración de “rejos”, les solicité que anularan la otra media. Son casi tan exagerados como en Galicia. No puede ser que media ración dé para comer dos personas.

Media ración

Acabada la comida y sin tener claro si el Hosta estaba abierto o cerrado he subido a la habitación. Hoy si ha tocado siesta. Con el cuerpo totalmente recuperado, he bajado a tomarme un café y a escribir esta entrada. El Hosta seguía abierto. He decidido cambiar de lugar y me he marchado a cincuenta metros al otro Hotel que hay en el pueblo. Es divertido. Paran los autobuses y de ellos bajan jóvenes de mi edad o mayores y se sientan en la terraza consumiendo prácticamente nada. Seguro que tienen un acuerdo con el establecimiento para sentarse sin consumir.

Metido como estoy en la Sierra las próximas etapas se presentan duras. Veremos como salimos de ellas. De verdad que no pretendo ser un deportista de “elite”, pero cuando el camino te pone dificultades debes respirar tranquilamente, evaluar la dificultad y seguir adelante.

Las piernas puede ser que en algún momento te digan que has llegado al límite. Párate, mira el paisaje, acuérdate de tus gentes y de tu historia y sigue adelante. Si las cosas van mal, me arrepentiré de esas palabras mañana mismo.

Seguimos en los caminos.

Viajes

230923 Tendría que organizar el Blog.

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Lo primero aclarar un dato falso que, sin saberlo, introduje en el texto de la entrada de ayer. Dije que hacía unos 10 años del cambio del patrón y de las fechas de la Feria y Fiestas de Valladolid. Inmediatamente mi amigo Jesús Anta me dio el dato correcto. Hace ya 23 años de ese cambio y según me decía fue por acuerdo de los tres grupos municipales después de analizar el tiempo que habían tenido en las fiestas de los últimos 25 años. Vamos que yo casi lo tildaba de “alcaldada” cuando en realidad fue un amplio acuerdo municipal. Siempre es bueno tener amigos que pueden corregir mis meteduras de pata.

Tengo una buena noticia, el problema doméstico que ayer nos ocupó ya está resuelto. Ahora lo puedo contar. La cerradura de la puerta de acceso a nuestra casa se averió y no se podía abrir y cerrar correctamente. Es obvio que no se puede dejar la puerta abierta así que recurrimos a unos cerrajeros “gangsters” que pretendían cobrar casi mil quinientos euros por reparar. Lo solvento Tere como pudo y tuvo que pagar a ese cerrajero más de 300€ para que no lo dejara resuelto. Hoy a recurrido a un profesional de la cerrajería y ha quedado la puerta como corresponde sin tener que desembolsar una cantidad escandalosa. Cuanto “hijo de puta” hay en el mundo.

Como ya he contado todo lo que no corresponde propiamente al viaje empiezo aquí con mis movimientos para concluir el día de ayer y lo que me ha deparado el día 22 de Septiembre.

Ayer hablé con el señor de la tienda de Lucainena y me sugirió el cambio de recorrido, intentando que fuera más suave el recorrido. Tomé nota y decidí cambiar de planes y seguir su sugerencia.

La cena fue en el mismo sitio que la comida, no había otro sitio, y consistió en una jibia al pilpil, la jibia estaba presente con unas patatas fritas. El pilpil, era en realidad un poco de aceite sin ninguna ligazón. No había otra cosa.

La cena.

Bajé andando hasta el hotel, puse todos los utensilios que uso a cargar, estrene la pasta de dientes que le había comprado al de la tienda y sin hacer amago de abrir el libro que estoy leyendo. Me acosté para descansar.

Ornacina en una calle de Lucainena.

Por cierto, seguí sin ver a nadie en el hotel. Me temo que he dormido solo en el establecimiento. Tampoco me preocupa.

En la mañana he cumplido con todas las manías o costumbres que tengo. He visto la prensa, he mirado si había actualizaciones de las distintas apps y he procedido a tomar las drogas habituales recetadas por la doctora de la Seguridad. He pasado por la ducha y rápidamente (después de perder una hora y media en todo lo anterior), he puesto baterías y alforjas a Hortensia y he vuelto nuevamente al único bar del pueblo para desayunar y recargar los bidones de agua.

Había mercadillo en Lucainena, era una frutera que había colocado el puesto debajo del ayuntamiento. La plaza vale para todo en ese pueblo, menos para tomar una cerveza, que me negó la señora del MESÓN la Plaza.

Según las indicaciones del paisano de la tienda tenía que ir primero a Tabernas, es decir volver hacía Almería. Oye, terreno suave, carreteras sin demasiado trafico y muy bien. Cuando llevaba más o menos veinte kilómetros recorridos vi la señal que indicaba que tenía que girar a la derecha para ir hacía Macael. La cosa consistía básicamente en pasar todo la Sierra de los Filabres. Y a ese empeño he dedicado gran parte de la mañana. Han sido 22 kilómetros de subir y subir. Algunos tramos con pendientes del 7% o un poco más, pero sobre todo ha sido subir, subir y subir. Que cansancio.

Al final (de momento) he llegado al Collado García. Sinceramente no tenía ni idea de su existencia, pero el cartel en lo alto ponía que estaba que estábamos a 1246 metros de altitud. Y encima no tengo ni idea de quién era ese Sr. García al que han dedicado un collado.

Después empezó la bajada. Dado que voy con las alforjas bastante llenas he preferido bajar bastante despacio. Sin arriesgar. Cuando parecía que había concluido mi experiencia por la Sierra de los Filambres paré en una estación de servicio en el que había un bar. Pedí un montado de jamón mientras ponía a cargar un poco la batería. El montado era “incomible”, ni quitando el pan se podía comer el jamón. Es verdad que solo me cobró 2,50 por una botella de agua y el montado. Como el bar cerraba a la una de la tarde pude cargar la batería media hora. Ni un minuto más.

Comprobé que había cargado un 10% de batería. Menos da una piedra. Según salí de la estación de servicio comenzaba una nueva cuesta hacía arriba. Y así hemos seguido el resto del recorrido. Muchas montañas y un paisaje del que no he querido hacer fotos. De verdad que no he podido, ver las canteras del Mármol de la zona de Macael y comprobar los destrozos que hacen en las montañas para obtener el mármol que luego ponemos en las encimeras de nuestras cocinas o que se utilizan para ornamento de los distintos edificios. Seguro que esta generación de habitantes de la zona y probablemente la próxima tengan asegurada su subsistencia, pero si siguen con esa maquinaria sacando todo lo que encuentran y destrozando todo lo que les molesta, las próximas generaciones se encontraran con un paisaje lunar (que ya lo parece) y no podrán sacar nada más de las montañas. Que depredadores somos los humanos.

En la segunda bajada un poco más larga he llegado hasta Macael y Olula del Río. En Olula no he sabido si estaban en fiestas o estaban dinamitando la montaña. Creo que era esta segunda posibilidad. No es habitual tirar cohetes en el medio del monte. Desde allí he cogido la vía verde del Ferrocarril de Guadix-Almendricos (tramo Baza – Valle de la Almanzora) y resulta que la parte más baja del Valle está en Olula y por tanto también los más de veinte kilómetros que separan ambas poblaciones ha sido subir y subir. Creo que ese menú me lo voy a encontrar bastante durante este viaje, pero siguen cansándome las subidas.

He pasado por Purchena, Tijola y a eso de las 16:30 horas he llegado a la Pensión Hermanos Cuadrado de Serón.

El bar estaba cerrado y encontré un hombre trajinando por los almacenes próximo. Me he presentado y le he solicitado una cerveza para quitarme el mal sabor de boca de las subidas. Me la ha dado, se ha puesto a comer un trozo de mortadela de esa de dibujos y cuando ya había desmontado a Hortensia me ha entregado la llave de la habitación número 10. Muy corriente, muy corriente. También tengo que decir que es barata. Me ha dado la clave del WIFI y he podido tontear un rato con los aparatos electrónicos. He dejado cargando la batería de la bicicleta que estaba completamente vacía. Marcaba una carga disponible del 6%. Menos mal que había tenido la precaución de cargarla en el bar que cerraba a la una de la tarde.

No es una ducha de masaje tailandés pero hace las veces. Me he cambiado y he subido al pueblo. Con lo empinada que es la cuesta no creo que baje hasta el momento de encerrarme en la habitación. Mañana si todo va bien entraré en la provincia de Jaen. Iremos viendo como se desarrolla el recorrido. En el bar en el que estoy sentado me han puesto una cerveza y otro montado de jamón. Esta vez se ha podido comer. Publico esto, planifico un poco el viaje de mañana y me doy una vuelta por Serón por si veo algo reseñable.

Por cierto no he podido dormir la siesta y tengo un jersey puesto. A esta altitud refresca un poco.

El cartel del ayuntamiento lo dice todo.

 

Viajes

230922 Collado García.

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En Valladolid hasta hace unos diez años se celebraba la Feria y Fiestas de San Mateo coincidiendo con esa festividad que era el día 21 de Septiembre. Nunca supe los méritos que tenía ese santo para que le celebráramos con tanta profusión. Un alcalde, en vista de que siempre llovía en esas fechas, cambio la Feria de Valladolid para homenajear a la supuesta patrona de la ciudad: La Virgen de San Lorenzo, que se celebra el día 8 de septiembre y que hay menos posibilidades de lluvia. La devoción en mi ciudad se conjuga de esa forma, cambiamos un santo por una virgen y nos quedamos tan contentos.

He titulado la entrada así, porque al poner la fecha me he recordado de las muchas fiestas de Valladolid que disfruté en mi infancia y juventud. Después he procurado ir pocas veces.

Acabé ayer dándome una vuelta por Almería, tampoco penséis que hice un peregrinaje, y cené tranquilamente en la Taberna Sacromonte. Unos buñuelos de bacalao (mejorables) y unos boquerones adobados que estaban bastante buenos.

Volví al hotel a una hora bastante aceptable y tras leer, más bien poco, a pernoctar.

Esta mañana he bajado las baterías para ponérselas a Hortensia y he desayunado en un pub donde ayer tomé una cerveza. Tenían tostadas y todo. Está visto que se adaptan a todo tipo de público.

Una vez que he desayunado he subido a por las alforjas, que sigo sin poder cerrar del todo, las he colocado en la bicicleta y hemos emprendido la marcha. Empecé el camino bajando por la Avda de Almería hasta el mar. Nunca he entendido que en una ciudad se denomine a una calle como la misma ciudad, son cosas del callejero.

En el puerto hay un carril bici que me ha acompañado hasta la urbanización el Toyo que está después del aeropuerto almeriense. Como podéis imaginar el recorrido pegado al mar era muy suave y sin dificultad orográfica ninguna.

Hago ahora un pequeño paréntesis. Conocí la ruta trasalandalus por internet y me documenté suficiente para ver cual era el recorrido. Con esa documentación dibujé mi recorrido adaptándole a las que creo mis posibilidades y a la existencia de lugares donde pernoctar. Todo eso lo traigo anotado en una hoja de Excel, luego, sobre la marcha voy improvisando y hago los recorridos que en cada momento me vienen bien. Aunque normalmente me equivoque.

Digo esto por que según lo planificado hoy tenía ir a Retamar, Ruescas, Albaricoques, Rodalquilar, Fernán Pérez, La Venta del Pobre para acabar en Lucainena de las Torres.

Cierto que llegué a Retamar, que pasé muy cerca de Ruescas, pero a partir de ese momento y de mano del GPS he ido improvisando y metiéndome por entre los plásticos almerienses para acabar circulando por un camino primero y una carretera después que están en ambos márgenes de la A-7, salvo alguna pequeña pelea con la zona de los invernaderos y un tránsito por el lecho de un arroyo seco, todo ha ido bien y he llegado hasta la Venta del Pobre que era uno de los hitos del recorrido.

Alguna subida sin demasiada importancia y en la Venta del Pobre he podido descansar un rato. En el momento en que llegaba a ese me estaban llamando del hotel donde tenía la reserva para ver cuando llegaba. Me temo que no tenían ninguna otra reserva que entrase hoy en el hotel y cuanto antes llegara yo, antes se marchaba la de la recepción. Le he dicho donde estaba y lo que previa tardar.

No he querido eludir el paso por la Venta del Pobre ya que por ese lugar pasa la Vía Verde que va desde Agua Amarga hasta Lucainena y quería recorrerla.

Ya le tenía como amortizada pero recordaba que cuando la recorrí en el año 21 no conseguí llegar hasta el pueblo. A unos dos kilómetros de Lucainena en aquel mes de agosto estaban en obras y no me dejaron pasar. Hoy al fin puedo decir que esa vía verde la he recorrido completa. Desde el sitio donde me he incorporado a la Vía Verde quedaban 15,5 kilómetros hasta Lucainena. Allí llevaba un desnivel acumulado de 120 metros, he finalizado con más de 900 metros de desnivel. Vamos, que desde la Venta del Pobre hasta Lucainena es todo subida.

Hay un primer tramo con el trazado en bastante mal estado. Por esa zona están las obras del Ave de Almería y los camiones van dejando la vía verde cada vez peor. Luego ya, una vez superados los dos o tres primeros kilómetros la vía está bien, una parte de la misma está asfaltada y la otra parte es de tierra para los caminantes. Hay un par de áreas de descanso y en una de ellas hay una fuente que hasta funciona.

Llegué al final a Lucainena y directo fui al hotel. Me dio la llave, no me dijo la clave del wifi y la paisana de recepción se marchó como si tuviera prisa. No había subido yo las alforjas a la habitación y ya salía por la puerta.

Como había intentado llegar al hotel a la hora que le había dicho a la paisana no paré en la plaza ni para tomar una cerveza.

Una vez que dejé el equipaje en la habitación subí a la plaza nuevamente en bicicleta para tomar la cerveza y comer. En el mesón de la Plaza me dijo una señora bastante desagradable que aquello era solo para comer y que no servía bebidas. Me puse a buscar un bar y el que encontré estaba cerrado hasta el 17 de octubre. Son las vacaciones.

Tuve suerte, hay otro bar en el pueblo. El de la Pensión La Troje y aunque tenían cerrada la cocina me dieron una tapa de ensaladilla y un bocata de jamón. Menos da una piedra.

Feliz de estar en el final de la etapa, de haber comido un poco me fui al hotel a lo más importante de la tarde: dormir la siesta.

En esas estaba cuando a las cinco me llamó Tere con un problema doméstico. Me puse en contacto con el seguro y que casualidad, no cubre esa contingencia, vaya mierda de seguro de casa que tengo.

Pensaba recorrer el pueblo para ver los vestigios de las minas que dieron origen al ferrocarril que circulaba por lo que ahora es la vía verde y con el problema domestico que teníamos en Madrid no pude hacer la visita cultural. Otra vez será.

Lo gordo es que ni Tere en Madrid, ni yo en Lucainena de las Torres hemos conseguido subsanar el problema. Os iré informando.

El bar donde comí ha vuelto a abrir a las ocho de la tarde y aquí estoy sentado escribiendo un rato. Cierto que no ha sido muy descriptiva esta entrada del blog, pero como la he tenido que escribir a “salto de mata” me lo perdono.

En la idea del paréntesis que metí antes el recorrido que yo había previsto para mañana era: Uleila del Campo, Senes, Bacares y Serón. El de la tienda donde he comprado el dentífrico que necesitaba me ha dicho que ese recorrido es propio de la vuelta a España, que las subidas son de puerto con categoría especial y que mejor haga otro recorrido, en el que tendré que subir mucho, pero menos. Así que siguiendo sus indicaciones mañana marcharé hasta Serón por otro camino. Veremos que tal se nos da y como Tere acaba resolviendo el problema domestico que tenemos.

Viajes

230921 Día de San Mateo.

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Desde marzo a principios del mes de Julio realicé bastantes viajes y por tanto os conté en este blog los movimientos que hacía y las peripecias que me ocurrían. En la segunda quincena de Julio me quedé en Madrid, el mes de agosto lo pasamos en Vera (Almería) y salvo unas entradas que publique los días 14 de esos meses calurosos no había vuelto a viajar y por tanto no había vuelto a escribir en este blog.

Desde que volvimos de Vera, el 26 de agosto, tenía intención de realizar este viaje. Le había organizado para que a la mitad del mismo pudiera descansar cuatro o cinco días con Tere en Cádiz coincidiendo cuando ella se puede coger unos días.

Al final las circunstancias familiares impiden que Tere viaje a Cádiz y por tanto yo, en la medida de los posible, he adelantado el viaje. Hacerle cuadrar con sus días libres me venía muy bien para pasar unos buenos días en Cádiz, pero me obligaba a que parte del viaje lo realizase en la segunda quincena del mes de Octubre, con posibles problemas relacionados con las horas de luz y con la climatología de esas fechas.

Con esos antecedentes, el lunes (día 18 de septiembre) fui a Laguna de Duero a ver a mi hermano y ayer le tenía reservado para preparar las alforjas.

El Intercity en Almería.

Dejé bien a mi hermano en su pueblo de adopción y volví a Madrid. Había estado también con Paula, la joven que toma café con mi hermano cada día y habíamos estado hablando del camino De Santiago que tiene previsto hacer con su padre, mi amigo Querqux Vapor. Cuando llegué a Madrid me puso en Whats diciéndome que la bicicleta que le habían prestado para hacer ese viaje se la habían reclamado y que si se mantenía en pie el ofrecimiento de la BH para su viaje. Mantenía el ofrecimiento y en poco tiempo organizamos que su padre se desplazara a Madrid a por la Bici y que la llevara en un tren de Medía Distancia a Valladolid.

Por tanto, ayer día 19 de Septiembre, preparé por la mañana las cosas que había que meter en las alforjas (siempre mas de las que caben) y me fui a comer con Alba a VILLAVERDE a la Bodega de Cote, bien sin estridencias.

Después, Alba con la BH y yo con Hortensia fuimos hasta Puente Alcocer a recibir a mi amigo Querqux. Le entregué las llaves de la bici, le di las explicaciones pertinentes sobre el funcionamiento de la misma, nos despedimos De Alba que volvía a su casa y el padre de Paula y yo nos pusimos a pedalear por el carril bici de la calle Barreiros hasta las proximidades del Hospital 12 de octubre. Desde allí bajamos hasta el parque lineal del Manzanares y sin salir de carril bici llegamos a Principe Pío una hora y medía antes de que saliera su tren. Nos sentamos a tomar un café en el Bar Restaurante Molinón del Paseo de la Florida, donde tantas veces yo he comido, y pasamos un rato agradable hasta que entendí que tenía que volver a casa a rematar la labor de embalaje.

Mas o menos las cosas caben en las alforjas, con un pequeño inconveniente, NO CIERRAN. Ya veremos como lo vamos solucionando.

Dejé anoche a Hortensia cargada con todo el equipaje y hasta con los bidones de agua, no quería hacer demasiados ruidos a primera hora de la mañana, cuanto más cosas estuvieran en el alojamiento de la bici, menos cosas había que mover matinalmente.

Había puesto el despertador para las 5:45 A.M., a las 5 de la mañana ya estaba levantado. Mis cafés matinales, que hacen bastante ruido, la ducha, y llenar con las ultimas cosas la bolsa de mano. A las 6 y 10 de la mañana ya tenía el casco puesto y dispuesto a ponerme en camino.

No tengo costumbre de salir a esas horas, pero se veía bastante poco. Vamos que era todavía noche cerrada.

Nos hemos acercado Hortensia y yo hasta la estación de Atocha, hemos llegado poco después de las seis y media y teníamos el tren para las 8:17 A.M., solución: viaje en cercanías hasta Chamartín y así nos montábamos en el tren los primeros y no había problema con el espacio para Hortensia.

En Chamartín me ha dado tiempo de fumar un par de cigarros, de comprar un paquete de caramelos para el viaje, de saludar a los conocidos y de montar en el Intercity. A bordo del tren he tenido que desmontar la rueda delantera y poner la correspondiente funda a Hortensia. Son las normas, y dado que el interventor ha sido bastante amable, he decidido cumplirlas sin dudarlo.

Recuerdo y compruebo con las fotos, que el año pasado, cuando volvimos de las vacaciones veraniegas, fue cuando me choque con otra bicicleta en la casa de Campo y estuve curándome las quemaduras del brazo izquierdo dos meses, que empalme con una operación en el mismo brazo y que me impidió salir de viaje en otoño.

Este año he tenido mucho cuidado para no volver a caer en manos de médicos y enfermeras y estoy montado en el Intercity con destino a Almería. Cuando yo trabajaba este era el Talgo de Almería.

Si todo va bien llegaremos a eso de las 2:30 P.M. a la ciudad andaluza. Tengo cubierto el alojamiento para esta primera noche, lo demás lo improvisaremos.

Son todavía las 10:30 horas, he intentado dormir un rato, he leído la prensa, sigo escuchando música y he escrito hasta aquí. Como tengo mucho tiempo en el tren, lo mismo mas adelante sigo dandole al teclado, sino en Almería volveré a sentarme para finalizar esta entrada.

Ahora leeré un rato (bastante largo) mientras avanzamos hacía la costa, al Mediterráneo otra vez.

He conseguido no escribir mas en el tren, entre una cabezada, un poco de lectura y darme una vuelta lineal por el tren llegamos hasta las dos de la tarde. Bajé un par de veces, con paradas de un minuto, a dar una o dos caladas a un cigarro. Vamos lo normal.

A esa hora me puse a quitar la funda de Hortensia, a montar la rueda delantera y “sorpresa” se quitó una de las pastillas de freno delantero. En cualquier caso conseguí salir del tren a las 14:27 con alforjas, bicicleta y con el jersey que me había puesto a las seis de la mañana y que en Almería con 27 grados sobraba. No tenía ni idea de donde guardarle.

Pastilla de freno que encontré en el suelo del tren.

Ampliando perspectivas, además del Google Maps he decidido buscar en la guía Repsol los sitios para comer y encontré uno con un “solete”. El Bar Bonillo en la calle de Granada número 12.

Miro en las fotos para no equivocarme, una tapa Pintarroja Seca, otra de Atún, otra de Hueva de Jibia y por supuesto unas bravas, dos cervezas y doce euros. Muy bien. No es el bar mas cómodo de Almería, pero el producto es de calidad y barato.

Desde el bar Bonillo me he venido hasta el Hotel La Perla, pelín caro para las instalaciones que tiene. Bien la recepción (aunque estaba una muchacha de practicas que preguntaba todo). En la habitación a las 15:30 todavía la “kely” asignada estaba fregando el suelo. Intenté no molestar.

Hotel La Perla.

Sobre como guardar a Hortensia me dijeron que para subirla a la habitación necesitaba funda. Que alternativamente tenían un garaje público donde se podía guardar y finalmente opte por el mobiliario urbano y la até a un poste metálico.

Antes de acostarme a dormir la siesta empecé a recibir mensajes del grupo de los “calamardos” felicitando a mi groupi favorita y a Tato por su aniversario. Continué con las felicitaciones y nos transmitimos cariño mediante un puto teclado.

Coincidiendo con el momento que tenía que ser de siesta recordé que Alba comenzaba hoy a trabajar en Torre España y le deseé que le fuera bien.

Finalmente conseguí dormir un rato de siesta. Era obligado.

A las cinco y media de la tarde me desperté oyendo a Francino en la Ventana y me duché.

Fui a poner las pastillas de freno a Bike King y el paisano tenía casi tantas ganas de hablar como yo. Lastima de una mesa y un café, podíamos seguir todavía hablando.

Volví al hotel, até nuevamente a Hortensia al poste correspondiente y subí las baterías a cargar. Mañana empieza todo. El objetivo de este viaje es recorrer (a mi manera) la trasalandalus. Unos 2000 kilómetros en veinte días. Empiezo en Almería y pretende volver a Almería.

Recorriendo Almería, Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva, Cádiz, Málaga, Granada (nuevamente) y Almería. Ya veremos.

A todo esto he cumplido ya 68 años, estoy mas cerca de ser septuagenario que sexagenario, pero quiero intentarlo. Advierto que en este recorrido no voy a ganar ninguna Compostela y además no voy a ir al cielo por recorrer estos caminos, pero al menos me permitiré contar lo que veo. Mañana empieza todo.

También Facebook me ha recordado que hoy hace cuatro años que recuperé a la BH gracias a la Guardia Civil de Barruelo de Santullán. Nunca se lo agradeceré suficientemente. No encuentro la foto de la entrega de los guardias civiles. La pondré en su momento.

Viajes

230920 Llegó el día.

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Llevo un mes sin publicar nada en el blog. No viajar en bicicleta y compartir un apartamento con una niña de 3 años, con su madre, con su tía y con su abuela puede que me hayan supuesto un pequeño impedimento para dar cuenta a través de estas entradas de lo que voy recorriendo en bici.

Desde el 14 de julio (ultima entrada) han pasado muchas cosas en mi vida y probablemente en la de todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

Hasta el día 21 de julio me mantuve ejerciendo de una cosa absolutamente “antigua” y que no concordaba nada con mis vivencias, pero puedo decir que estaba de “Rodríguez”. Verdad que suena antiguo y mal. Bueno pues estaba en Madrid y me daba la vuelta matinal en bicicleta para dedicar la tarde a leer y “dormir” el Tour de Francia.

El día 22 me fui a Valladolid para acompañar al día siguiente a mi hermano en el momento de la votación. Votó según su conciencia y luego tuvimos un percance de los que sufro habitualmente. Seguí las indicaciones del GPS y en vez de comernos un cuarto de lechazo como teníamos previsto acabamos siendo arrastrados por una grúa desde un pinar donde me había metido indebidamente.

Sufrí en directo los resultados electorales en Madrid y en esos días volvió TERE a Madrid y empezamos a organizar el desplazamiento anual a Vera. Preparamos todo, llegó Irene a casa el día 27, entre Alba y yo cargamos el coche hasta los topes ese día y en la mañana del 28 pusimos el portabicicletas y a Hortensia encima de ese artilugio. Salimos bien de mañana los tres, Abu TERE, Irene y yo hacia la playa. Tuve mucha suerte, Abu TERE estaba preocupada por el confort de su nieta y no protesto en absoluto sobre los anclajes de Hortensia. Eso que gané.

Desde esa fecha he escrito hasta dos borradores de entradas al blog, pero he sido incapaz de concluirles. O tenía que bajarme a pasar la tarde con La Niña en la piscina o el apartamento se convertía en lugar de encuentro de sus habitantes. Imposible concentrarse en redactar unas pocas líneas. En los días que llevamos de agosto y los que estuvimos aquí durante el mes de julio hemos vuelto a la rutina. Que nunca es mala.

Excursión matinal en bicicleta con algunas compras añadidas, baño en el mar cuando la bandera lo permitía y cervezas antes de la comida. El primer día Irene se mostró bastante remisa a esas practicas pero acabó convirtiéndose en la estrella del chiringuito y de la playa.

He recorrido los pueblos limítrofes de donde estamos alojados. Villaricos, Cuevas de la Almanzora, Antas, Los Gallardos, Sierra Cabrera (que no es un pueblo), Mojacar, Garrucha, Vera, Palomares. La playa de Macenas y el mirador de la Granatilla (que tampoco son pueblos).

Hemos ido tres domingos al mercadillo de Villaricos, coincidiendo el último con la celebración en las proximidades del Dream Beach, hemos celebrado ya dos barbacoas, hemos comido o cenado varias veces fuera del apartamento y pese a esa actividad no estamos exhaustos.

Como ya el pasado sábado se fueron La Niña, la madre y la tía, nos quedamos en el apartamento TERE y yo. Hoy, día 14 decidí hacer una excursión ciclista un poco más larga de lo habitual y salí con la intención de ir por carretera hasta Almendricos, recorrer la vía verde desde ese pueblo hasta HUERCAL Overa y volver por carretera hasta el apartamento. Empezamos como siempre, bien, hasta Villaricos y las Herrerias todo perfecto. A partir de ese momento me volví a fiar del GPS y me dio unas vueltas por lechos de ríos y campos de cultivo considerables. De esa forma ya llegué retrasado a Los Lobos. Después de pasar por ese pueblo todo se fue complicando. Cuando le dices al Google Maps que vas en bicicleta debe pensar que mi deporte favorito es recorrer lugares imposibles. Me obligó a realizar parte del camino por campos yermos, por naranjales y campos de limones y mi sensación pese a que hacía kilómetros con la bicicleta es que no me acercaba de ninguna manera hacía Almendricos.

Solución: atisbar una carretera y dirigirme a ella saltando todos los obstáculos existentes. Situado en la carretera le indiqué al GPS que viajaba en coche y me proporcionó una ruta por carretera algo más larga, pero que llegaba de verdad al sitio elegido. Por donde circulaba en ese momento cruce el limite entre Andalucia y Murcia y finalmente llegué hasta la Vía Verde de Almendricos a HUERCAL-OVERA. Previamente había tenido que comprar una botella de agua y había convencido a la cantinera de que me pusiese unos pocos de hielos en los bidones. Ya me había acabado dos y estábamos a menos de la mitad de la excursión. La vía verde ya la había recorrido durante el año 2021 en ambas direcciones y el año 2022 en el sentido inverso por lo que era una vieja conocida. El tramo Murciano está muy bien cuidado y señalizado y el tramo Almeriense bastante menos. Recordaba de mis anteriores pasos que un puente se había caído y no le habían reparado y esta vez los puentes caídos son dos y no hay atisbo alguno de que se propongan repararles. Las malas hierbas están distribuidas homogéneamente por todo el camino andaluz tanto en el suelo como en los laterales y la señalización (salvo algún mojón sin sentido) es nula.

Menos mal que se llega a la estación de HUERCAL y allí hay un bar con una atención bastante agradable. Me tomé una cerveza como si estuviera en el chiringuito y continué viaje con los bidones otra vez llenos de hielo.

Aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra es una frase muy adecuada para aplicarme en este viaje. Ya he contado otras veces que me he perdido con el GPS, pero en este viaje ya me había perdido y volví a cometer el mismo error. Me llevó por una carretera empinada hasta decir basta y que concluía en la autovía A7 y en un club de carretera cerrado y me toco volver sobre mis pasos, di una vuelta completa al pueblo y me indicó que tenía que ir hacía un lugar próximo a mi alojamiento y volvió a meterme por barrancos, tierras de baldío, cursos secos de ríos y lugares maravillosos para localizar exteriores de una película, pero en ningún caso me acercaba a mi destino que no era otro que el apartamento donde pernocto.

Cuando comprobé que la fuerza del ciclista y los recursos de la batería escaseaban decidí volver otra vez a HUERCAL, comer algo en la estación y poner un mensaje de socorro.

Para llegar tuve que volver a aplicar el mismo truco de la vez anterior, indicar que viajaba en coche y aún así me metió el GPS por lugares inadecuados y faltaban quince kilómetros para llegar al destino.

Llegué con un 8% de batería, bastante cansado y comprobé que había un cartel en la puerta de la estación que indicaba que durante los meses de julio y agosto cerraban de 16:00 a 18:00 horas. Pese a todo me pusieron una cerveza, una tostada con una tortilla francesa y un café con hielo. Que más se puede pedir a un establecimiento que tenía que estar cerrado.

TERE se compadeció de mi y acudió rápidamente al rescate. Se pertrechó de bridas de juguete de distintos colores y de un rollo de cinta aislante para asegurar a Hortensia en el portabicicletas. Llegó bastante pronto al lugar.

Todos los elementos que nos había servido para traer la bici hasta Vera estaban en el coche y pudimos montar la bicicleta con bastante seguridad. No tuvimos que gastar ni las bridas de colores, ni la cinta aislante. Menos mal.

Una vez en los apartamentos NATSUN, he guardado a Hortensia en su habitáculo, he subido la batería para cargarla y me he podido dar un buen “manguerazo” antes de ponerme a escribir esta entrada.

Al final según la bicicleta he recorrido 115 kilómetros en la excursión de hoy, pasando por la mitad de los campos del norte almeriense y del sur murciano. Y casi no hacía nada de calor.

Recorrido ridículo del día. El reloj marcaba 10 kilómetros menos que Hortensia.

Al margen de todo lo anterior, y pese a que llevo un mes sin publicar nada, habéis visitado el blog un total de 22.300 veces que es bastante más del doble que en los cuatro años anteriores. No está nada mal. Muchas gracias a todos y todas los/as seguidores y aquellos que entran ocasionalmente en el blog y todavía no me han insultado. Gracias.

Alguien sabe que significan los cubos de basura rojos. Estaban ayer en Villaricos y no se que significa ese color.

Espero hacer algún otro viaje en bicicleta durante mi estancia en Almería y deseo fervientemente no tener que ser rescatado otra vez. Ya veremos.

Viajes

230814 Operación rescate.

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Hoy es el día de la fiesta patria francesa. Sigue emocionándome dos cosas francesas, la Marsellesas y el coro del musical de los Miserables. Siempre me ponen los pelos de punta ambas canciones.

Hoy no puedo narrar ningún viaje. Solo he recorrido el anillo verde de Madrid y ha sido especialmente placentero. Setenta kilómetros de Bidegorri madrileño muy cómodo.

Un recorrido muy local.

Han sido casi cuatro horas de pedaleo, no he parado hasta el parque de Pradolongo cuando ya llevaba 60 km. del recorrido y me he sentido especialmente cómodo. Un auténtico disfrute de paseo.

Pero no es de mi recorrido de hoy de lo que quiero hablar. Nos acercamos peligrosamente al día 23 de Julio. Momento decisivo en nuestro país. Dependerá de las bobadas que hagamos con nuestros votos lo que pasé a partir del día 24 de julio.

Hay muchos/as a los que Mediaset y otros medios de comunicación “privados”, con intereses “privados” han convencido del malo que es “PerroSanchez”. Digo ahora que no sería alguien con el que me iría a recoger duros. Pero los aciertos de su gobierno son más y mejores que sus errores.

Sinceramente, yo no he votado al PSOE por correo, he votado la candidatura de Yolanda que me da garantías de que se van a hacer las cosas mejor que lo que harían el tándem de Partido Popular y Vox.

Ya nos han dado señales de cuales son sus objetivos. En donde gobiernan han implantado la censura y han quedado sin cobertura de seguridad a las mujeres, a los distintos, a los inmigrantes, a los trabajadores y porque no tienen competencias, pero serían capaces de reducir el salario mínimo y las pensiones.

Con esa gente no quiero tener relaciones. Son peligrosos. En mi voto, realizado por correo, he votado la candidatura de SUMAR al congreso y la candidatura del PSOE al SENADO. Hay que apurar las posibilidades de cada voto.

Mi papeleta para las elecciones del 23 J.

En cada provincia nuestro voto, el de los votantes progresistas debe adaptarse a un solo objetivo, que cada voto se convierta en un escaño.

Ya he dicho como he votado yo, en circunscripciones más pequeñas que Madrid hay que tener en cuenta las posibilidades que tiene la izquierda de la izquierda de obtener escaños. Si en el histórico nunca esa alternativa ha conseguido escaños. No perdáis el tiempo. Votar al PSOE, aunque no os guste.

Y en el senado mucho más. Hablo de lugares como Soria, Ávila, Zamora, Albacete o Segovia. No seáis especialmente dignos. Aprovechar vuestra papeleta. Los Calletanos están a tope. Siempre han creído que cuando ellos no gobiernan los que lo hacen son unos “OKUPAS”. Nada más lejos de la realidad, pro les funciona.

Conseguir que no nos vuelvan a oprimir como lo hicieron en la dictadura del “caudillo” o durante los gobiernos de José María Aznar o de “M. Rajoy” está en nuestras manos. Id a votar, votad con coherencia y al señor que compartía barco con un narco dadle una lección. No se puede mentir siempre y no nos puede mentir sin rubor. Nuestro objetivo es muy simple, seguir profundizando en los derechos sociales, seguir profundizando en la autentica libertad, conseguir que los diferentes y las mujeres tengan todos los derechos que esta panda de energúmenos pretende limitar.

Me he pronunciado claramente por mi opción política. Se que algunos de mis seguidores no están de acuerdo con esa opción, perderé seguidores. Pero si la mayoría de este país no se queda en casa y vota lo que tiene que votar. Podremos decir lo que cantaba “Pablo Milanés”: Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado.

NO LES DEMOS OPCIÓN. VOTAR A LA VERDADERO OPCIÓN DE IZQUIERDAS. SUMAR.

Una de las medidas progresistas del gobierno PSOE-SUMAR.
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230714 La Marsellesa. Perder seguidores.

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Escribo siempre estas entradas para contar lo que hago en mis viajes y sobre todo para dejar anotadas cosas que es posible que con la edad se me olviden. Hoy recupero muchos recuerdos de mi vida en Valladolid para compartirles con vosotros y vosotras y para que queden escritas. Estoy seguro de que algunas cosas de las que voy a contar están suficientemente maquilladas por los años y puede que fueran así o no. Este viaje no lo realicé en bicicleta.

Por circunstancias raras en la vida me convocaron a dos reuniones distintas en Valladolid los días 29 y 30 de junio. Ambas estaban relacionadas con la vida de mí hermano y me pareció importante acudir. Me tocó reservar un alojamiento en Valladolid (El Hotel El Nogal). Muy céntrico y bastante aceptable.

Ya he dicho que realicé el viaje en tren. En esta ocasión todo fue bien, salvo que en Madrid – Chamartín Clara Campoamor me tocó andar “casi hasta Fuencarral” para montarme en el tren correspondiente.

En Valladolid lo primero que hice fue ir hacia la casa familiar. Tenía pendiente hablar con dos operarios sobre distintos trabajos en la casa. Tuve suerte y localicé a uno, el otro estaba de vacaciones.

Estado de unas ridículas obras de vallado en la casa Vallisoletana. Como nos gusta poner puertas al campo.

Solucionado, lo que podía solucionar, me dirigí hacía la zona que generalmente recorro cuando voy a Valladolid. El entorno de la plaza Mayor, que es donde están gran parte de los mejores bares de tapas de la ciudad.

Comí un pincho en los Zagales y otros dos en el Gastrobar La Pasión. Ambos en la misma calle. Después fui al Hotel y descansé un rato antes de emprender la marcha vespertina.

El nuevo pincho de los Zagales y pinchos más tradicionales del Gastrobar La Pasión.

El Nogal está situado donde en mi juventud había un bar que frecuentaba bastante y donde ponían “tapas” de sangrecilla. Que alimento más antiguo (me sigue gustando).

Las instalaciones están bien y teniendo en cuenta lo que he ido pagando por el alojamiento durante mis viajes, este tenía una relación calidad-precio adecuada.

Habitación del Hotel el Nogal.

La reunión del día 29 era a las seis de la tarde en la calle Expósitos y era para informarnos a los familiares de las vacaciones de los nuestros este año en Salou. Como hasta esa hora tenía bastante tiempo fui andando poco a poco hasta la Real Chancillería de Valladolid donde había una exposición de carteles de mi buen amigo Manolo Sierra. Está organizada por Comisiones Obreras de Castilla y León con motivo de su 45 aniversario.

Primer panel de la exposición con una muy breve biografía de Manolo Sierra.

Hasta la exposición fui andando por calles que habitualmente no visito cuando voy a Valladolid pero que utilicé bastante tanto en mi infancia como en mi juventud. Calle San Juan de Dios (detrás del Teatro Calderón) donde está el Arzobispado, calle de San Martín (antigua judería vallisoletana), avenida Ramón y Cajal hasta llegar a la Chancillería para ver la exposición.

Camino a la Chancillería. (Antigua cárcel Vallisoletana).

Suponía que en la exposición me iba a encontrar con lo más importante de los que ha pasado en Castilla y León en los últimos cuarenta y cinco años. Manolo se ha implicado siempre con todos los movimientos progresistas y se ha apuntado con sus carteles, pinturas y murales a cualquier acontecimiento ciudadano.

Como llegué a las cinco de la tarde que es cuando abre la exposición, el vigilante tuvo que abrírmela para mí y pude disfrutarla en soledad.

Algunos de los paneles de la exposición de Manolo Sierra.

Llevo viviendo fuera de Valladolid desde el mes de mayo de 1982, sin embargo, he seguido muchos de los acontecimientos que se narran en los carteles de esta exposición. Ha sido una visita muy interesante. La recomiendo para cualquier Castellano Leonés, le recordará gran parte de su vida, y si es muy joven le enseñará lo que ha pasado en su región durante los mucho tiempo. Pero también la recomiendo para cualquier ciudadano de este país que visite Valladolid hasta el 30 de septiembre. Descubrirá un gran cartelista, pero sobre todo a un gran pintor, además comprometido con sus convecinos. Entre los carteles, y no quiero destacar ninguno comprobé que sigue trabajando para el grupo de Teatro Teloncillo. Allí nos conocimos Manolo y yo hace unos 50 años.

Algunos de los carteles de la Exposición visitada.

Cartel de la obra en la que nos conocimos Manolo y yo. Me sustituyo en el papel que yo interpretaba cuando me di cuenta de lo malo que era yo actuando.

Panel conmemorativo del 45 aniversario de CC.OO. de Castilla y León. Bocetos.

Finalizada la exposición, salí en dirección a la reunión mencionada. Frente a la exposición está el Centro Asistencial Residencia Nuestra Señora del Carmen (si no recuerdo mal a ese edificio de ladrillo le llamábamos en su tiempo “El Asilo”), poco más allá está la calle Gondomar donde se situaba un centro de telefónica (cuando la cosa del teléfono era física), volví sobre mis pasos y emprendí el camino por la Calle Padilla, este no era un lugar de paso obligatorio para mí, pero la curiosidad que teníamos con doce o trece años nos obligaba a pasar por esa calle. A la puerta de locales inmundos se situaban las señoras que ejercían de putas en la ciudad. Ahora es una calle moderna (por cierto, la están remodelando) y muy céntrica.

A la salida de la Exposición.

Al final de la calle me encontré con la calle Cadenas de San Gregorio, de esta calle tengo dos recuerdos importantes. Nada más entrar en la calle me encontré con el Palacio del Conde de Gondomar, conocido como la Casa del Sol, en este lugar, que ahora es parte del museo de Escultura y que algún día tendré que visitar, vivían unas “monjitas” especialistas en zurcir ropa, cuando por algún despiste me quemaba un pantalón, que yo entendía que estaba bastante nuevo, llevaba el pantalón a las habitantes de la Casa del Sol y tras un par de días y unas buenas pesetas, te devolvían el pantalón como nuevo.

Casa del Sol, donde las monjitas zurcían la ropa de gente tan desastre como yo.

Siguiendo por la misma calle, a la derecha está el Colegio de San Gregorio, sede histórica del Museo Nacional de Escultura. De aquí es el otro que he mencionado. Cuando decidía que una clase en el Instituto José Zorrilla no me interesaba, por la razón que fuese, me iba a visitar ese museo o si tenía algo más de tiempo al Juzgado para asistir a algún juicio. Cuanto más truculento fuera el tema, mejor.

Eran los dos sitios más próximos del Instituto de Bachillerato al que yo asistía. El otro edificio próximo era el Palacio de Villena, era el Gobierno Civil y por tanto no era visitable. Ahora también forma parte del Museo Nacional de Escultura.

Museo Nacional de Escultura.

Seguí mi camino hacia la reunión y me sorprendió el trato recibido por la escultura “Lo profundo del aire” de Eduardo Chillida. Pongo la foto y vosotros y vosotras juzgáis el trato que se le da a esa escultura en mi ciudad. A los bien pensantes del lugar nunca les gustó y han hecho todo lo posible por ocultarla. Ahora lo han conseguido.

Orgullosos de tener una escultura de Eduardo Chillida.

Después accedí a la plaza de San Pablo. Lo más destacado de la plaza es la iglesia de su nombre, el Palacio Real (antigua capitanía general de la séptima región militar) y el Palacio Pimentel (Diputación Provincial).

La Iglesia que gestionan los Dominicos es increíble en su portada, el interior en mi modesta opinión es menos interesante, hay que verla, en cualquier caso.

El Palacio Real no lo conozco por dentro, recuerdo que, en mi infancia, a la hora oportuna arriaban banderas al ritmo del himno nacional y todos los viandantes se tenían que parar y presentar sus respetos a la bandera. Recuerdo a más de uno que lo hacía brazo en alto. Creo que eran los padres y los abuelos de los que ahora gobiernan la ciudad de la mano del PP y de VOX, pero no lo sé con toda seguridad.

El Palacio de Pimentel siempre ha sido visitable y creo recordar que tiene una interpretación de “media historia” de España en azulejos. Lo más importante de ese Palacio es que en él nació Felipe II y hay una historia relacionada con su bautizo en la Iglesia de San Pablo y una ventana del edificio. Cualquier tour guiado de la ciudad os lo contará mucho mejor que yo.

Ahora, lo más importante de esa plaza se producía en mi infancia. Allí iba cada tarde mi abuela María a pasar la tarde y de vez en cuando me pasaba a verla y me caía “un duro” de propina. Para los que no sepáis que es un duro por edad, eran cinco pesetas.

Cuando visitaba a mi abuela en la plaza, junto con el resto de los chicos que allí jugábamos, nos íbamos a columpiar a unas cadenas que había a la puerta de la Iglesia de San Pablo. Muchas veces he visto esas cadenas rotas por desgaste de nuestra fechoría. Ahora solo queda una de muestra, entonces cada una de las columnas con león estaba unida a las otras por esas cadenas.

Cuando ya tuve quince años y era un jovenzuelo, estudié como ya he dicho, en el Instituto José Zorrilla situado también en esa Plaza.

Por la mañana era José Zorrilla para alumnos del género masculino, por las tardes era Instituto “Núñez de Arce” para alumnas del género femenino. Tampoco era cosa de mezclarnos.

Plaza de San Pablo. Valladolid.

En ese Instituto, teniendo ya 16 años, participé en la primera huelga de mi vida. La Unión Democrática de Estudiantes de Enseñanza Media, convocó un plante en contra de varias cuestiones de la vida doméstica del Instituto y reivindicando la democracia. Nos cerraron las puertas del centro para que no pudiéramos salir y manifestarnos en la calle y la mayoría de los alumnos saltamos por las ventanas del primer piso.

También en esa plaza está una escultura de Felipe II igual que la que hay junta a la catedral de la Almudena de Madrid. Pero como nunca me gusto ni el personaje ni la estatua, casi se me olvida.

Me quedaba algo de tiempo antes de entrar en la reunión. Es la ventaja de los sitios “razonablemente pequeños”, desde la calle San Quirce me metí a la Plaza del Viejo Coso. Una plaza de toros octogonal que nunca conocí con esa función y si como la comandancia vallisoletana de la Guardia Civil. Cuando las instalaciones ya no reunían las condiciones adecuadas la benemérita se trasladó y remodelaron los edificios para hacer unos apartamentos. Quedó bonita y no es un lugar que se visite habitualmente. Muchos árboles en su interior y especialmente un Tejo añoso. Por supuesto el conjunto del edificio es singular.

Plaza del Viejo Coso.

Como crucé la Plaza del Viejo Coso salí en la calle San Ignacio y al paso comprobé que seguía el Museo de bellas artes y arqueología en la Plaza de Fabio Nelli. Creo que le he visitado un par de veces y no me interesó mucho. Es posible que tenga que visitarle nuevamente y sacar una conclusión más actualizada.

Desde esa misma plaza sale la calle Expósitos que es donde tenía la reunión. Antes de llegar, recordé también a mi abuelo Gregorio, que acudía a un frontón que había en esa calle y donde se jugaba pelota. Le derribaron y construyeron un edificio moderno. Mi abuelo se quedó sin ese entretenimiento.

Plaza de Fabio Nelli. Calle Expositos. La fotografía de abajo es del edificio que sustituyo al frontón existente en esa calle.

Llegué a tiempo a la reunión y como duró razonablemente poco, pude proseguir con la visita que había comenzado esa tarde. Crucé nuevamente la calle San Quirce y me situé en la plaza de la Trinidad. Allí hay tres edificios a destacar, el Real Monasterio de San Quirce y Santa Julita que nunca he podido visitar, la Iglesia de San Nicolás de Bari a la que mi madre acudía un número, que no recuerdo, de lunes consecutivos a pedir algo a ese Santo, y lo que ahora es la Biblioteca de Castilla y León, que yo recuerdo como “El Hospicio”. El mismo nombre de la plaza está relacionado con la función que tenía ese edificio desde que en 1723 se fundó.

Plaza de la Trinidad. Valladolid.

Poco más allá en dirección hacía el Puente Mayor está situado el Grupo Escolar Isabel la católica. Ahora C.E.I.P. ISABEL LA CATÓLICA. El edificio es una muestra de la arquitectura que se realizó durante la segunda república para dotar a pueblos y ciudades de centros escolares.

Además de lo dicho, este fue el segundo colegio al que yo fui, creo recordar que empecé allí a los cinco años y me fui cuando iba a cumplir los diez. No me debió ir mal en ese centro, eso sí, tengo tres recuerdos muy claros. El primero era de un profesor (o director) que cuando llegabas tarde te esperaba en la puerta con una regla de madera y te daba con ella en los dedos, que como podéis imaginar, llevábamos casi congelados los alumnos.  El otro es que compartí pupitres con bastantes compañeros de etnia gitana y fue una experiencia muy enriquecedora y el tercero que había una piscina cubierta a la que nos llevaron una o dos veces y me pareció maravillosa. En realidad, era una especie de aljibe redondo, pero para aquellos tiempos era una autentica excentricidad.

Colegio Isabel la católica. Un lugar donde me ayudaron a ser un poco menos analfabeto.

Me quedé en este lado del puente Mayor y no crucé el río Pisuerga. Al otro lado está el barrio en el que viví desde los cuatro hasta los dieciocho años. La Victoria se llama el barrio y puede que en algún otro momento pasee por mis recuerdos de ese sitio.

Continué por el Paseo de Isabel La católica, que antes de que hicieran esas casas y ese paseo se llamaba Las Moreras, allí hacía punto mi madre con sus compañeras de tertulia y allí jugábamos los hijos de sus compañeras y yo.

Debajo de ese parque estaba y está la playa de las Moreras y allí hemos pasado unos buenos ratos de la infancia. Era el lugar donde se situaban las atracciones durante las Ferias Vallisoletanas.

Puente Mayor y parque de las Moreras.

Volví hacia el centro por calle San Agustín y al fondo divisé la Antigua iglesia del mismo nombre) actual Archivo Municipal. Le he visitado una vez y me pareció bastante interesante. Por los alrededores están situados varios conventos. Unos en uso y otros pendientes de transformarse en algún elemento cultural de la ciudad. También el Museo Patio Herreriano, que como la mayoría de los museos de Arte Moderno están bien, pero en mi opinión son un poco pobres.

En lo que realmente era el Patio Herreriano se montaron con el primer ayuntamiento democrático bastantes conciertos de mucha calidad.

Entorno del Museo Patio Herreriano con sus conventos y el archivo municipal. Enfrente del archivo municipal está el Instituto Núñez de Arce que cuando le construyeron dejó de estar en el edificio del Instituto Zorrilla en sesión de tarde. Pero siguió siendo femenino durante bastante tiempo.

Estimé que el paseo por mis recuerdos por ese día ya había concluido. Me fui a la Plaza Mayor a tomarme una cerveza en la terraza del Café del Teatro Zorrilla.

Tras ese paréntesis, me desplacé hasta la plaza de San Miguel (que era el sitio donde vivió mi otra abuela, la Abuela Bene) y donde también jugaba en mi infancia.

Plaza de San Miguel.

Había decidido cenar en el Restaurante Ángela, situado en la calle Doctor Cazalla. Hasta casi los cuatro años viví en esa calle. Solo que entonces se llamaba “Héroes de Teruel”. Un par de pinchos de su producción y un café.

Cena en el restaurante Ángela.

Crucé nuevamente la Plaza de San Miguel y por la calle San Antonio de Padua (creo recordar que antes se llamaba Calle de los Arces) me dirigí hacía la Plaza de los Arces.

En esa calle, San Antonio de Padua, estaba el primer barbero que me cortaba el pelo cuando no había cumplido los cuatro años, la tienda de Benjamín, que es donde compraba los comestibles mi madre y allí tuvimos durante algunos años, en casa de un buen amigo, la imprenta clandestina de las Juventudes Comunistas. Allí pasé bastantes noches dándole a la manivela para surtir de panfletos sobre distintas cosas a la ciudad. En aquella época se podía dormir poco. Ahora se duerme menos, pero es por la edad.

Calle San Antonio de Padua, Plaza de los Arces y plaza del Val.

El día 30 tenía la reunión en Laguna de Duero a las 11:45 horas y como me levanté bastante pronto fui a desayunar al mercado del Val que está justo al lado del lugar donde había pernoctado. Aproveché para comprar algunos quesos. No hice fotos del mercado. Ya he publicado en este blog bastantes. Es uno de los sitios a los que acudo con normalidad.

Farola desde mi habitación en el Hotel el Nogal.

Pasé por la Plaza Mayor nuevamente. En Valladolid es un lugar de paso obligado si te mueves por el centro de la ciudad. No eran ni las diez de la mañana y ya había una pareja esperando para casarse en el Ayuntamiento junto con los invitados al evento.

Paseo hacia la plaza Mayor y los que estaban esperando para la boda.

Recorrí pausadamente la calle Santiago, vía principal para el paseo, llegué hasta la plaza de Zorrilla. (En la ciudad casi todo se llama Zorrilla).

Plaza Zorrilla.

Desde esa plaza se accede al parque más emblemático de la ciudad: EL CAMPO GRANDE. Es verdad que Alba dice ahora que no es tan grande, pero muchas generaciones de vallisoletanos y visitantes hemos disfrutado y disfrutaremos de ese parque.

A la entrada por la Plaza Zorrilla estaba el Teatro Pradera donde creo recordar que disfruté de mis primeras sesiones de cine. Un poco más allá, en dirección a la plaza de Colón estaba el auditorio en el que entre otras actividades pudimos ver los primeros guiñoles que llegaban a la ciudad.

A ese parque nos llevaban nuestros padres para que “El catarro” nos diera un paseo por el estanque mientras nos contaba historias increíbles. Allí también mis padres llevaron a Alba cuando era pequeña y allí llevaremos nosotros a Irene cuando corresponda.

En el mismo parque había una serie de “pajareras” que nos servían para familiarizarnos con algunas especies de aves que tenían en el parque su vivienda. Dentro del parque está la “Pérgola” donde cuando tenía quince o dieciséis años acudí a algunos de mis primeros conciertos. Nada que ver con los festivales actuales. Una cosa mucho más modesta.

 También hubo un tiempo que, a un alcalde, no recuerdo a quién se le ocurrió meter una pareja de ciervos o gamos (tampoco los conocía tanto) y se multiplicaron tanto que casi invaden todo el parque. Tuvieron que sacarlos del lugar.

Allí, cuando fui más mayor aproveché los lugares apartados para disfrutar con mi pareja de los momentos de soledad que toda pareja necesita. Es verdad que el parque se cerraba a determinada hora y había un guarda del parque que siempre llevaba unos calcetines de cuadros que si veía una pareja cuando el parque debía estar cerrado las/nos perseguía.

Una pequeña parte del Campo Grande.

Cuando salí del Campo Grande me encontré de frente con lo que fue el Hospital Militar. Ahora cumple distintas funciones sanitarias y administrativas, pero también es un lugar importante. En ese hospital militar, allá por el año 1973 oí con nitidez como me declaraban INUTIL TOTAL para el servicio militar. Fue un momento especialmente importante en mi vida.

Parte del edificio que fue el Hospital Militar.

Desde allí me desplacé hasta Laguna de Duero y disfruté junto a mi hermano de la primera barbacoa veraniega. Es verdad que era a mediodía, pero era la oferta existente. Pasamos un buen rato.

Barbacoa con mi hermano.

Luego vuelta a la estación de Valladolid – Campo Grande y viaje a Madrid para volver a la rutina de cuando no estoy de viaje.

El tiempo ahora no acompaña mucho para viajar en bicicleta, no sé cuando realizaré el próximo viaje y por tanto cuando publicaré nuevamente una entrada en este blog. Gracias por acompañarme en mis viajes.

Hortensias en Laguna de Duero (Valladolid).
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290705 Un paseo por mis recuerdos. Valladolid.

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Acabé la noche de San Juan en la playa de Zurriola de Donosti bastante pronto, no me quedé hasta que ardieron las hogueras y tampoco para ver como los distintos espiritosos que la gente consumía hacían sus efectos, eso sí, vi una de las puestas de sol más bonitas y rápidas que he visto nunca. El día 24 (día que hubiera sido el cumpleaños de mi madre) tenía como objetivo llegar a Madrid. Había acabado los recorridos previstos y no debía demorarme en la holganza.

Noche de San Juan en la plaza de Zurriola y la hoguera correspondiente. Por supuesto unas sardinas de cena.

Dado que tengo “un gran dominio de la logística del transporte de viajeros” había elegido el peor día para volver a Madrid. Las vías entre Irún y Andoain estaban cortadas por remodelación. Solución para el experto. Ir de San Sebastián hasta Andoain Centro montado en nuestra Hortensia. Todos a los que consulté me dijeron que había un buen bidegorri y poco más. Mentira. Como salí de Donostia a las 7:30 de la mañana tras tomar dos cafés de máquina llegué con tiempo suficiente a mi estación de partida. Obviamente no había nada ni nadie en la estación y para subir a las vías había unos maravillosos ascensores donde no cabía la bicicleta de ninguna manera.

Volví a la plaza del pueblo y me tomé un café de verdad, no de máquina. Estaban recogiendo en la plaza el resultado de una noche bastante animada. Un paisano del lugar me recomendó un camino para llegar hasta la vía de donde debía partir mi tren. En el bar me prepararon un bocata de tortilla y una cerveza para el viaje. Es verdad que la cerveza en bote era de la marca Keller, pero no había otra opción.

Andoain

Entre unas cosas y otras me planté en el andén correcto a las 10:30 y el tren debía de partir de allí a las 11:36. Un buen rato para ver el paisaje y sobre todo para reflexionar sobre lo divino y lo humano.

Acoplada Hortensia en el lugar adecuado y siguiendo las indicaciones la pulsera de ejercicio me puse a caminar por el andén. Arriba, abajo, arriba. Vamos hasta que llegué a los diez mil pasos previstos.

Pasada la hora en que el tren tenía que llegar a ese lugar ni había anuncio de cuando llegaba ni siquiera si tenía intención de llegar.

Los paneles no decían nada, intenté utilizar el interfono de ADIF para saber cuándo llegaría el tren. Imposible.

Unos paisanos, que siempre son más listos que los foráneos me dijeron que mi tren llegaría seguro. Esperé, esperé y a eso de las 12:10 apareció un convoy que parecía ser el mío.

Nos montamos Hortensia y yo en el tren tras cargar con ella. El andén no estaba adaptado a la altura de los trenes. Supongo que es lo que están remodelando.

Luego, aquello fue un tren de cercanías hasta Vitoria-Gasteiz. Subían, bajaban, las sillas infantiles ocupaban gran parte del espacio y los gorgojeos y lloros de los niños y niñas amenizaban el viaje.

Hortensia acoplada en el tren que me traería a Madrid.

Pasado Vitoria, el tren emprendió un camino más rápido. Miranda de Ebro, Briviesca y Burgos. Una paisana me contó que quiere hacer un camino De Santiago con un primo que la había cuidado en un momento difícil. Que duro es ser empático. Cuando se bajó la señora del primo saqué el bocadillo de tortilla, que tenía una pinta mejorable, y comí. Tras ese momento aproveché para la siesta, pero no me libré de ver Palencia, Venta de Baños y toda la línea ferroviaria que hay hasta Valladolid en la que yo trabajé: Dueñas, Cubillas, Corcos y Cabezón de Pisuerga.

Saqué un libro de la tableta y me puse a leer. Medina del Campo, Arévalo, Ávila, San Lorenzo del Escorial, Villalba de Guadarrama y Madrid Príncipe Pío.

Eran poco más de las siete de la tarde cuando llegué a Madrid. Organicé todo y tras un par de escaleras eléctricas y un montón de gente a los que molestaba conseguí llegar al Paseo de San Antonio de la Florida y fumar mi primer cigarro en seis en siete horas.

Camino a casa comprobé que la temperatura madrileña me sobrepasaba. Llegar a casa desde la estación del Norte (Príncipe Pio) fue una auténtica heroicidad. El calor era ciertamente bochornoso. Llegué.

Reencuentro con TERE y ya estaba en casa.

El domingo día 25, dado que ya tenía la furgoneta que Ruth me prestaba en casa, me fui con la bicicleta BH hasta la casa De Alba. No la molesté. Había estado la noche anterior en un festival. No voy a calificarlo, pero actuaban David Bisbal y King África.

Guardé en el trastero la bici y los trastos varios que había en la furgoneta. La alimenté y volví a casa.

El lunes (día 26) hice un viaje con la furgoneta hasta Valladolid. Tenía que recoger unos sillones de mis padres que habían restaurado en un tapicero Vallisoletano. Como siempre, en estas circunstancias, el paisano no estaba y me tocó buscar la forma de recuperar mis sillones.

Pequeño recorrido hasta donde tenían el material y visita a mi hermano en Laguna de Duero. Vuelta a Madrid. Parada para comer unos montados en el km. 80 de la autovía de Pinares y directo a casa De Alba.

En ese momento empezaron los problemas. No había quién consiguiera meter una velocidad en la furgoneta. Bajamos los sillones y volvimos a cargar en ella los elementos de trabajo que llevaban en ella.

Ni Alba, ni el señor de la Grúa, ni yo conseguimos meter una velocidad. Que mierda, el puto embrague se había roto. La grúa se llevó la furgoneta a Villalba y yo volví a casa en el Honda De Alba.

Dos días en Madrid tontos. Fui a correos a por la credencial del peregrino que había olvidado en Arzúa y no la encontraban. Fui a cortarme el pelo en la barbería habitual y tenía cubierta toda la mañana. Compré embutidos varios y volví a casa.

Al día siguiente me quedaron la cabeza y la cara como una bola de billar y rescaté de correos lo que me habían enviado desde Arzúa. Casi quince euros.

Recorrí medio Madrid hasta Castellana 100 donde había comprado a Hortensia y un par de cosas que les planteé quedaron sin solución. Volví a casa.

Leí el último libro de Donna León y después de cenar y ver gran parte del Intermedio, vi un capítulo de la serie RAPA.

Los días 29 y 30 tuve que volver a Valladolid, pero eso será otra entrada. A la vuelta en la peluquería de Mari José que está debajo de casa me esperaba una gran sorpresa.

Intento contarlo con detalle. Durante toda mi vida laboral en Renfe tuve contacto con muchos compañeros y compañeras, especialmente cuando estaba en la dirección del Sector Ferroviario de CC.OO., acabado el tiempo sindical seguí manteniendo relación con algunos compañeros, con otros menos.

Cuando acabé mi periodo laboral y empecé a publicar tanto en este blog como en Facebook me reencontré con algunos y algunas de mis compañeros del pasado. Creo que nos ha pasado a todos.

Un reencuentro especialmente entrañable se produjo cuando en el mes de enero  y principio de febrero de 2019 recorrí en coche gran parte del Románico Palentino y Burgalés y cuando volvía hacía casa desde Aguilar de Campoo por una tormenta de nieve paré en Venta de Baños e hice una foto que publiqué con error tan gordo que mi amigo Goyo García Hernández  no tuvo más remedio que ponerse en contacto conmigo y “reñirme” por decir que una iglesia menor del pueblo era el Monasterio Visigodo de San Juan de Baños.

Acepté la reprimenda pues había cometido un error fatal. Goyo y yo quedamos en que pasaría por el pueblo en que vive y veríamos detenidamente San Juan de Baños y nos tomaríamos unas cervezas.

Los confinamientos, los viajes de unos y otros y la seguridad de que la iglesia y mi buen amigo no se van a mover del lugar ha impedido hasta ahora el viaje para pasar un buen rato con él.

Interior de la Iglesia de San Juan de Baños. (Imagen «robada» de la Wikipedia.

Cuando realizaba este año el Camino de Santiago Francés quedamos en vernos en Fromista para tomar un café. Circunstancias impidieron ese encuentro. Ya conté luego que me encontré con su hermano Paco en O Gato Negro de Santiago.

Goyo me había pedido la dirección para enviarme algo. Me dijo explícitamente que no preguntara y no pregunté. Bueno, pues como he dicho la peluquera de debajo de casa tenía un voluminoso sobre para mí.

El viaje a Valladolid había ido bastante bien y deshice la bolsa de viaje que era lo único que traía de mi visita de dos días. Solo cuando ya tenía todo recogido y pude hacerme un café me atreví a abrir el sobre.

Goyo había recopilado en un libro todas las entradas que había publicado en marianoenbicicleta.blog sobre mis recorridos por el Camino de Santiago. Me parece un regalo excepcional. Dedicar su tiempo a ir cogiendo cada una de las entradas, ordenarlas, imprimirlas, encuadernarlas y luego enviarme el fruto de su trabajo me parece realmente bonito.

Libro con mis caminos de Santiago editado por Goyo. Muchas gracias.

Creo que esta entrada que ya no va a estar en el libro que me ha mandado Goyo puede ser el epilogo para ese libro que está ya en un lugar de honor de mi biblioteca. En la ficha que hago de cada libro he puesto dos autores: Gregorio García Hernández y Mariano M. Alonso y de la Fuente.

Muchas gracias, Goyo. Ya no tengo excusa para ir inmediatamente a pasar un buen rato contigo en Venta de Baños.

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230701 Epilogo a un libro inesperado.

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230623 Noche de San Juan 2023.

Conté dos etapas del Camino del Norte fallidas (en cuanto a recorrido), la que me conducía a Bilbao desde Santoña, que viaje en un Alsa y la que me llevaba a Mutriku desde Bilbao, que la recorrimos Hortensia y yo en un tren de los Ferrocarriles Vascos. Después de publicar la entrada correspondiente al día 21 pasé la tarde paseando por el pequeño pueblo que es Mutriku lleno de cuestas y con algún ascensor que fui descubriendo. La lluvia, pese a que era Txirimiri, me puso perdido y tuve que refugiarme en un bar durante bastante rato. A la hora de cenar, el paisano del bar me contó que lo único abierto era el mismo restaurante donde había comida. No me gustaba mucho la idea, tampoco era una opción irme a la cama sin cenar.

Una calle de Mutriku.

Según subía a la plaza donde estaba el restaurante encontré un local abierto, había sido el Batzoki del PNV y ahora se lo tenían alquilado a una pareja de San Sebastián que habían estudiado en la escuela de hostelería.

Comí tres pinchos diferentes muy bien elaborados y un café. Dejé a los propietarios departiendo con los hermanos de la muchacha que vivían en Sevilla y había ido a verles en Batzoki.

Como seguía lloviendo, me fui a la Pensión Rin (traducido). Pase buena noche pero el agua seguía cayendo.

Cuando me levanté no era Txirimiri, llovía con muchas ganas. Hiciera o no hiciera la etapa dependiendo del tiempo, tenía que salir de Mutriku. Me vestí con mi uniforme de ciclista y me puse el chubasquero.

Partí de donde había pernoctado con lluvia y llegué a Deba sin agua. Aproveché para desayunar. En Mutriku no había nada abierto.

Se abría el panorama y tenía que acabar el camino pedaleando. No consideré ni el plan “b” que era acabar la etapa en un tren.

Como la única referencia que tenía del camino era el Google no podía imaginar lo que me costó salir de Deba. Era subir, subir y después subir más. Empezábamos la etapa de forma bastante trabajosa. Finalmente superamos el puerto (que no sé como se llama) y empezó el recorrido por lugares increíbles de la costa Guipuzcoana. Zumaya, Guetaria, Zarauz, dejamos de lado la carretera de Aia. Pasamos por Aguinaga de donde proceden las angulas que nunca volveré a comer. Entramos en Usúrbil y dejamos a un lado uno de los museos más agradables que nunca he visto: El Chillida Leku. Y casi sin darme cuenta estaba en San Sebastián – DONOSTI. A la entrada de la ciudad lo primero que vi fue el concesionario de la marca de Hortensia. Paré allí por parar y les pregunté por un pequeño problema del cuenta kilómetros. No supieron arreglarlo. Recorrí gran parte de la ciudad por BIDEGORRIS y cuando no me percataba de su existencia los automovilistas me lo indicaban ruidosamente. Tenía puesto el GPS para que me indicara el camino correcto para salir de la ciudad y llegar hasta el puente De Santiago en Hendaya. Que era el final de mi camino del Norte.

El primer tramo muy bien salvo que un municipal me mandó a un carril donde no figuraba dibujada una bicicleta. El sabrá, pero así no se hacen las cosas.

Después cogí la carretera hacía el alto de Miracruz y ya me fue metiendo por bidegorris o vías verdes que ya había recorrido en mi visita anterior.

Es uno de los problemas de los GPS, que no les avisan de las obras que emprenden los ayuntamiento, el lugar por donde me indicaba está en obras y el se empeñaba que pasara por donde había un camión hormigonera soltando producto.

Un par de vueltas a lo tonto y volví a encontrar un camino. Tenía una pequeña dificultad, tuve que bajar un poco más de cien escalones. Todo por acabar el recorrido con dignidad.

Recorrido obligatorio por indicación del Google Maps.

Otro tramo de bidegorri y finalmente acabé en la carretera que lleva a Hendaya. De casa venía ya con prevención hacia ese tramo de carretera. Fue peor, camiones y coches circulaban a toda velocidad y yo tenía que hacer auténticos equilibrios para mantenerme encima de Hortensia. No fueron muchos kilómetros, creo que ha sido la parte más peligrosa de todos los recorridos.

A eso de las 14:10 horas concluí mi aventura de cuatro caminos De Santiago en tres meses. Había llegado hasta donde me había propuesto y sin percance alguno.

Después todo fue mucho mejor. Me monté en un TOPO (trenes de los Ferrocarriles Vascos en Guipúzcoa) y volví hasta Intxaurrondo que era la parada que mejor me venía para llegar a la pensión Aida donde me alojo.

Antes de ir a la pensión comí un par de pinchos y ya preparado fui directo a la siesta. No duró mucho, pero fue gratificante.

La tarde la dediqué a pasear por el barrio de Gros y para comprar tabaco, sacar efectivo y después ir a cenar a un lugar muy recomendado en la zona. Estaba cerrado. Tampoco tuve problema para encontrar lugares alternativos.

A eso de las once de la noche me retiré a mis aposentos. Buena noche y sin lluvia.

Como hoy no tenía etapa he intentado remolonear en la cama. Imposible, a las 6:15 ya estaba levantado. He toqueteado la tableta, he estado escuchando un rato el Hoy por Hoy de la cadena ser y finalmente, tras dejar empacado todo, me he bajado a desayunar. Mal café y un bollo pequeño. Después un par de ridículos de los que soy protagonista habitualmente. Como tengo certeza de que mañana el tren con el que quiero ir a Madrid no circula en un tramo importante del recorrido me he ido a la estación de Gros para llegar a la de Donosti. Todo estaría bien si yo supiera el mapa de San Sebastián. De primeras me he ido hasta una estación que estaba más al norte. Ningún problema. He cambiado de andén y a los pocos minutos ha pasado otro tren en la dirección correcta. Después he vuelto a pasar por Gros y sin darme cuenta me había saltado la Estación de San Sebastián. No se parecía en nada a la que yo recordaba y que había usado muchas veces.

Me he bajado en Loila y aquí el tren en sentido contrario ha tardado 22 minutos. Como tengo bastante tiempo he estado tranquilo esperando la llegada del nuevo tren. Un cigarro, dos cigarros y un tren.

Esta vez si he acertado. Me he bajado donde correspondía. No me ha servido para nada, la estación está completamente desmontado y no hay ni puestos de información. Veremos mañana como resuelvo el problema.

He vuelto andando a la pensión. He cogido a Hortensia y la bolsa de mano con lo imprescindible. A partir de ese momento la mañana era completamente mía. Peine de los vientos, las distintas playas (maravillosas) de la ciudad. Y una visita obligada, la catedral del Buen Pastor. No penséis mal. Vivimos en una superstición y hemos decidido poner dinero a Los Santos o lo que sea para que Alba apruebe las oposiciones. Un Eurazo me ha costado, pero la ocasión lo merecía. Después tenía otro objetivo. El Faro de la Plata cerca de Pasaia. He vuelto a llegar al Restaurante de Juan Mari Arzak y desde allí partía una cuesta especialmente empinada. Después de 200 metros me he dado la vuelta. Quedaban dos kilómetros y medio hasta la cumbre. Lo de ir hasta ese faro era por una novela que he leído este invierno, pero creo que puedo escoger varias imágenes en Internet y no dejarme el alma en el empeño.

Vuelta a la ciudad y paseo con Hortensia de la mano por la parte vieja. Como era pronto no estaba especialmente masificada y se circulaba bien.

El tercer café ha sido ya a las 12 y pico de la mañana en el Antonio. Ese lugar en mi recuerdo es el Barandiaran y tenía unos camareros rijosos como pocos recuerdo. Nosotros lo éramos más. Ahora hay unas camareras muy agradables y que además saben todos los idiomas de los posibles clientes. Todo se va perdiendo.

He ido al restaurante que me ha recomendado Alba para comer y he dudado entre varios pinchos. Al final he elegido unos chipirones, un centollo relleno y otra tortilla de bacalao. Todo muy bien. Se llama Ramuntxo Berri.

Cuando he bajado desde el Restaurante Arzak, que estaba cerrado por vacaciones y por tanto no he podido comer allí. No lo he hecho nunca. He recorrido el paseo nuevo y llegando hasta el monumento de Oteiza. Allí los muchachos y sus padres estaban acumulando madera para hacer la hoguera de San Juan. Recuerdo que el año pasado llegué para ver los rescoldos de esa hoguera. He bajado al puerto en el ascensor que el pasado año estaba averiado.

Antes de subir a dormir la siesta he parado en el bar de debajo de la pensión y me han comentado de la existencia de una hoguera mejor y más próxima, elegiré a lo largo de la tarde.

Mañana me toca ir hasta Andoaian para montar en el tren. Me han contado que se puede hacer todo por Bidegorri. Veré si soy capaz. Luego me quedan casi ocho horas de tren.

Todo San Sebastián está lleno de banderolas para recibir el tour de Francia. La ciudad está animada y la leyenda dice: Bienvenidos al país de las bicicletas. Hay mucho de cierto.

Momento superstición.
Estándar

Después de publicar mi crónica diaria dejó un rato de llover y esa circunstancia me permitió darme una pequeña vuelta por Laredo. Sigue siendo bonita. Tampoco me atrevo a considerarla un lugar imprescindible.

Contaba ayer como me había puesto a escribir por la mañana mientras esperaba un autobús que me llevara hasta Bilbao. Estaba en Laredo y solo me quedaba en Cantabria llegar a Catro Urdiales que es el último pueblo por la costa. El Alsa me depositó en la estación intermodal de Bilbao. Una parte de la provincia en la que no había pedaleado. Cuando conseguí salir de la estación me encontré con una ciudad desconocida para mí. Desde la última vez que estuve en ella han proliferado las calles peatonales y los BIDEGORRIS. Pude realizar todo el recorrido hasta el alojamiento por carriles bici y zonas peatonales. Muy cómodo.

La habitación que tenía reservada estaba en la calle Jardines. Cuando llegué hasta allí, me recordó especialmente la pensión donde se alojaba el protagonista de la novela de Dolores Redondo: Esperando el Diluvio. Solo que ahora las pensiones de toda la vida las han remodelado (bien) y las han convertido en minúsculos alojamientos para turistas.

De entrada la recepción (esta vez con persona física) estaba en un segundo sin ascensor. Hasta esa cumbre llegué con alforjas y cuando me registré me indicaron que la habitación estaba en el piso superior. A la pregunta básica de cada día. ¿Dónde duerme Hortensia? Me contestaron que la subiera hasta el segundo piso. Es obvio que eso no podía hacerlo. La alternativa que me ofrecieron fue que la llevara a un alojamiento cercano del mismo grupo que tenía ascensor. Hasta allí me fui y en la maniobra de poner en vertical la bicicleta se desgarro completamente el pantalón. Menos mal que llevaba unos bóxers que impedían mostrar lo poco que uno aloja debajo de esa prenda. He oído que cuando ayer en el intermedio el Gran Wyoming le preguntó al presidente Sánchez sobre sus prendas interiores dejó la respuesta en el aire y no aclaró si llevaba o no. Imaginad mi situación sin los bóxers.

Y no he celebrado ninguna ceremonia para enterrarlos. Se merecían un mejor final.

El lugar asignado, habitación 303, estaba tan justo que para enchufar la batería de la bici tenía que cerrar la ventana. Y para acercarme a la taza del WC lo tenía que hacer en dos fases. La primera entraba en el baño, cerraba la puerta y después podía acercarme al lugar deseado. Por lo demás muy bien.

Tiré el pantalón a la papelera y me duché para quitarme el mal rollo del agua que me había caído encima.

Cuando ya me había calzado las deportivas compradas en Arzúa, una camiseta en vez del maillot y parecía que estaba “presentable” bajé a Jardines Kaled y hablé con las dos personas con las que había quedado en Bilbao y que las circunstancias climáticas me habían obligado a demorar.

Primero quedé con un seguidor del blog que desde ayer es un amigo. Quedé con él en el Café IRUÑA, único bar del que recordaba el nombre en Bilbao, y nos tomamos una caña por la zona. Nos pusimos al día sobre nuestras vidas y resultó ser una persona muy interesante. Con sus experiencias paralelas a las mías y que cada uno en su sitio las ha ido viviendo y resistiendo como ha podido. Nos une para siempre las ganas de disfrutar del resto de nuestra vida. Y también las ganas de volvernos a ver.

Después quedé con mis buenos amigos Belén y José, estos, sabiendo que llevaba mucho tiempo por las carreteras me sugirieron la posibilidad de ir hasta su casa. Desde donde José Ángel y yo habíamos tomado la caña tardamos menos de diez minutos. Me despedí de mi nuevo amigo y subí a su casa.

A Belén y a José les conozco desde hace más de 30 años, coincidimos y disfrutamos las vacaciones juntos en Vera (Almería). Primero jugaban juntas Diana (su hija) y Alba (nuestra hija) y después hemos realizado viajes encantadores, fiestas y estancias irrepetibles. Como tiendo a ser olvidadizo se me había pasado las ganas que siempre tiene de agradar Belén. No sabía que hacer para agradarme. En cualquier caso lo hizo todo maravillosamente. Una cerveza, un buen rato de charla y después cenamos juntos.

Les conté que para entrar en calor en Laredo había comido morro y patas con tomate y vi que había metido la pata. Al final lo que yo había comido y los maravillosos pies de cerdo que me pusieron para cenar nada tenían que ver. Sin percatarse de que ya soy un hombre mayor, me dio para disfrutar de la cerveza, frutos secos, encurtidos, queso y para completar la cena unos espárragos y pretendieron que hasta comiera un dulce. Que gran momento. Uno de los mejores de todo el camino del norte a la inversa. José, pese a que seguía amenazando lluvia me acompañó hasta la calle Jardines.

Esta fue la comida. Estaba muy buena, pero mucho mejor la cena de Belén con espárragos, queso y pies de cerdo. Y un buen vino.

Ya en el alojamiento, y como ponía expresamente que no hicieran ruido por la noche, no me atreví ni a poner la radio. Me dormí igualmente. La cantinela que yo uso de que duermo mejor con sonido de fondo debe ser absolutamente mentira.

Esta mañana, teniendo en cuenta que hemos llegado al día más largo del año, me he levantado antes de las seis de la mañana. No había amanecido del todo pero clareaba. Como el lugar daba poco espacio para disfrutar he aligerado en mis cosas y a las siete y cuarto bajaba con todas las impedimentas.

He ido a por Hortensia y para bajarla no he roto ningún pantalón. Estoy usando el que llevaba de reserva y no tengo más.

En realidad, chispeaba, no llovía como ayer. Pero la pereza y el deseo de no “jugármela” demasiado ha decidido por mí. Después del desayuno en las proximidades del alojamiento he decidido que hoy llegaba hasta cerca de Mutriku en tren. Tras la iglesia de San Nicolas en el mismo barrio donde había pasado la noche está la estación de donde salen los trenes con destino a San Sebastián y que a mi me han traído hasta Deba. Poco más de noventa minutos de tren y me he plantado en la costa Guipuzcoana. Por tanto casi no he dado pedales en toda la provincia de BIZCAIA. Durante todo el viaje en tren he visto por las ventanillas como las personas que andaban cerca del tren llevaban los paraguas abiertos. Por tanto no ha sido una mala decisión.

En distintas estaciones han ido subiendo grupos de escolares que como es habitual eran especialmente bullangueros. Hortensia y yo en las plazas de bicicleta y no nos hemos movido.

Al llegar a Deba, nos hemos bajado la bici, yo y los escolares. He dejado pasar a todos y solo después de que desaparecieran del andén he salido. Una visita y un café en Deba y he comprobado como a las 11 en punto anunciaban por la megafonía de la playa que desde ese momento estaba disponible el servicio de socorristas de la playa de Deba.

No me ha dado tiempo ni a darme cuenta y ya estaba uno de los grupos de escolares bañándose y otro grupo recibiendo clases de surf.

He realizado una cosa que hasta ahora no me había permitido. Avanzar hacía atrás. Motrico esta más alejado de mi destino que Deba, pero era donde tenía el alojamiento.

Sentado en el Bar Taberna del Puerto estoy redactando esta entrada y disfrutando de su wifi. En el Rin Rooms que es donde me alojo esta noche no está disponible hasta las 15:30 y me temo que tengo que subir la empinada cuesta que he bajado hasta llegar al puerto.

La entrada a Mutriku. Veis la razón por la que cada vez lo escribo de una manera. Con el Euskera no acierto nunca.

Espero que mañana sea la última etapa del Camino De Santiago del norte a la inversa y llegue pedaleando hasta Hendaya. Pretendo narrar el resto del viaje, incluida la vuelta del tren hasta Madrid. De momento no llueve y la temperatura está en unos muy agradables 22º C.

Hoy tampoco tenemos mapa del recorrido, salvo este pequeño paseo que he realizado entre Deba y Motrico.

No he realizado ni el calentamiento.

Recuerdo, sin consultar, que el pasado año por estas fechas también estuve por el valle de Deba recorriendo la vía verde del Ferrocarril Vasco Navarro.

Completo esta entrada diciendo que esta vez por la lluvia no he recorrido Bizkaia, pero que por viajes anteriores, sobre todo los que he realizado para recorrer sus vías verdes la conozco un poco y de verdad que es un sitio para ver despacio.

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230621 Me salto toda la provincia de Bizkaia.

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Ayer, con toda la oferta que había para comer, se quedo en prácticamente ninguna para cenar. Después de la mojada que me había pegado en la visita cultural de Santoña, me puse a escribir la entrada correspondiente y me encontré que casi todos los bares y restaurantes estaban cerrados. Encontré uno según andaba hacia el alojamiento y allí me metí unas rabas y unas anchoas con pimientos para cenar. Menos mal que tenían café. Cuando llegué a la zona del hostal no había ningún bar abierto para tomar un segundo descafeinado.

La habitación, ya lo había comprobado, era muy mejorable. Daba a un patio interior y la luz que entraba de ese patio era bastante escasa.

Se empeñan en meter una cama grande y hace que solo entre la cama en el habitáculo. En el baño era peor, había que sentarse en diagonal para no dar con el armario que había debajo del lavabo. Durante toda la noche he oido una tormenta gorda. También ha estado cayendo agua para llenar varios pantanos.

A las seis, cuando me he levantado, seguía lloviendo. Una vez que he organizado todo he tenido que bajar a Hortensia en el ascensor. Mi sensación es que no se siente muy cómoda en esas circunstancias. Yo tampoco.

Eran las siete y media y ya estábamos la bici y yo buscando un lugar donde desayunar. Eso sí, bajo una intensa lluvia.

Me hablo un paisano de un bar junto a la plaza de abastos y allí fuimos. Había tres parroquianos que junto con el dueño-camarero sumaban más de cuatrocientos años (exagero solo un poco).

Tomé mis dos cafés habituales y como no tenían tostada tuve que conformarme con sobao que llevaba tiempo haciendo compañía al camarero.

Y seguía lloviendo. Me di una vuelta por el Mercado de Abastos y solo estaban abiertos una frutería y una carnicería. Quizás es que era demasiado pronto.

Como no se podía hacer otra cosa pedi un tercer café.

A las ocho y media ya estaba en el paseo marítimo mojándome mientras esperaba el barco que a las nueve me llevaría hasta el puntal de Laredo. He conversado con un paisano que me ha informado que los barcos que estaban saliendo eran los de la costera del bonito y que el había realizado el recorrido que yo estoy haciendo en moto.

A la que ha arreciado la lluvia se ha ido con su paraguas a su casa. Daba por finalizado su paseo.

A las nueve en punto se ha presentado el barco y entre un empleado de Barca del Puntal de Laredo-Santoña (viceversa) así reza en ticket y yo hemos subido a Hortensia al barco y con el patrón, el empleado colaborador y yo hemos emprendido el viaje. Seguían saliendo barcos a la costera y en poco mas de cinco minutos ya estábamos en la playa del puntal. Ha tirado una especie de pasarela y entre los dos marinos han bajado a Hortensia. Menos mal. Yo malamente he bajado solo. Allí estaba un grupo de peregrinos que cruzaban hasta Santoña.

He tenido que arrastra la bicicleta por la playa y después por una pasarela de madera que tenía bastantes tablas rotas. Al final he salido a una gran explanada y pese a la lluvia hemos arrancado la bici y yo por la avenida de la libertad de Laredo. Con la que estaba y está cayendo el viaje en bicicleta hasta Bilbao se ha puesto imposible. Si en los seis kilómetros que hay del puntal hasta el centro de Laredo he llegado completamente empapado, no quiero imaginar como acabaría después de ochenta kilómetros.

El billete de autobús entre Laredo y Bilbao cuesta cuatro euros con doce centimos. Por la bicicleta me han cobrado otros diez euros y como no me había traido la funda de la bicicleta (imprescindible para llevarla en autobús) me han vendido una por el módico precio de doce euros. Total 26,12€ por un viaje de poco más de cuatro. Así le funciona el negocio al señor Alsa.

Tampoco con Hortensia he podido hacer mucho recorrido por Laredo. He paseado por una de las calles principales, he visto un convento y la sede de CC.OO., poco más.

Aquí estoy embarrancado mientras me voy bebiendo un té frio y haciendo tiempo hasta la hora del autobús.

Esa es la razón de que me haya puesto a escribir por la mañana. Es verdad que no puedo narrar casi nada del viaje pero algo tengo que hacer para que la mañana discurra poco a poco. Ahora buscaré un lugar con wifi e intentaré publicar esta anómala entrada.

Una imagen de libertad en Santoña. Hoy no puedo poner ningún recorrido.
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230620 Escribo por la mañana.

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Ya dije ayer que tenía muchas visitas por hacer en Comillas. Algunas, como el Capricho de Gaudi, me la tuve que ahorrar. Faltaba solo media hora para el cierre, estaba en obras y el precio era de 7 euros. Obviamente, si ya ha lo has visto una vez y encima no te va a dar tiempo para disfrutar del edificio y sus jardines. Te abstienes.

Si visité el cementerio, el puerto, las plazas y las Iglesias. Sigue pareciéndome un pueblo bastante bonito.

Como tengo costumbre mientras me dedico a peregrinas huyendo De Santiago, me levanté bastante pronto y a las ocho de la mañana ya estaba en la plaza de la Constitución de Comillas para intentar desayunar. Era el único lugar que abría algo pronto. Aunque en el horario de la puerta figuraba como hora de apertura las 8:30 horas la paisana nos ha dado cancha a partir de las ocho y cuarto. Se agradece. Los parroquianos habituales hicieron como yo, esperar. A ellos, según abrió el establecimiento ya les tenía preparados sus desayunos. Bastantes peregrinos andariegos pasaron por allí sin orientarse muy bienvenidos . No puede ayudarles, yo había accedido al pueblo por carretera y ellos buscaban los caminos que yo no recorro.

Finalizada la operación desayuno y el rellenado de bidones me puse en marcha. La etapa de hoy estaba dividida en dos tramos y tenía que concluir el primero lo más pronto posible.

Al poco de salir de Comillas comenzó a llover. Menos mal que siempre llevo en la parte de arriba de una de las alforjas. Bajé de Hortensia, me puse la prenda impermeable y continué la marcha. El primer pueblo al que llegué era Santillana Del Mar. Está bien pero salvo dos o tres edificios que he visto al pasar no he encontrado nada especial. Seguro que como avanzaba deprisa no me he demorado lo suficiente para buscar algún rincón que me impactase.

He tomado otro café, lo de que te esté cayendo agua encima durante un buen rato te destempla un poco. En el mismo bar estaba un ciclista vasco que vive en Huesca y que avanzaba hacía la tumba del apóstol. No se lo he dicho, me he quedado con ganas. Llevaba unas alforjas de un tejido, más o menos, y tenía que ponerle preservativos a las alforjas. Entre alforjas, condones y el tiempo que se tarda en montar y desmontar ese tipo de alforjas y que encima se acaba mojando lo que va dentro sale más caro que las dos que llevo yo y que realmente son impermeables. Pero no se lo he dicho.

En la calle mayor principal de Santillana había una señora con un perrito bastante ladrador y “coñazo” que cobraba por aparcar allí. Dos euros la hora y 10 euros la noche. A mi me ha mirado muy mal. He aparcado la bicicleta enfrente de donde ella estaba y no le he dado opción a cobrarme por Hortensia.

A pocos kilómetros de Santillana está Barreda. Con la fábrica de Solvay, muchas chimeneas y bastantes humos. Ese pueblo lo he pasado sin parar.

Han seguido las montañas castigándonos a Hortensia y a mi. Muchas subidas y bajadas. La mayoría de los paisajes montañosos muy bonitos pero cansados.

Después de Barreda me quité el chubasquero, ya no era necesario y daba demasiado calor.

En una de esas bajadas, en la que la bicicleta se lanza y tienes que controlarla pues no conoces las curvas y contra curvas que te vas ha encontrar me ha atacado una avispa. Yo he decidido que ha sido una avispa. No me gustaría culpabilizar a una pobre abeja.

Se ha tirado directamente a la parte inferior de mi ojo y no solo he sentido el golpe, también el picotazo. Con mucha serenidad he reducido la velocidad y he parado.

No podía hacer nada. Intuía que me había hinchado el ojo pero tampoco era cosa de hacerme una foto para ver los daños.

La entrada a Santander como en todas las ciudades. Polígonos industriales, zonas dedicadas al transporte y un empeño genuino para que cojas la S-20. Me he resistido y siguiendo las indicaciones de cuatro caminos he llegado hasta el muelle santanderino.

No me ha dado tiempo a nada. He llegado a las 11:50 y el barco hacía Somo salía a las 12 de la mañana.

Casi siete euros me ha costado el viaje. Montar a Hortensia en “Las Reginas” no ha sido fácil. Esta gente no pone ni un puente entre el lugar de amarre y el barco. Es verdad que uno de los empleados ha ejercido de mozo de carga y me ha ayudado a meter la bici en el barco y luego en Somo a bajarla.

El viaje ha sido tan agradable como yo recordaba. Venían en el barco una familia de extremeños que viven en algún pueblo de Madrid. Era una pareja y su hijo Lucas. El muchacho que debía tener 9 o 10 años estaba aterrado al montar en el barco, según avanzábamos por la bahía santanderina solo le faltó hacer piruetas dentro del mismo. Si persiste en la navegación puede convertirse en un buen marinero.

Los billetes del barco.

En Somo empezaba la segunda parte del recorrido. Ya solo quedaban 30 kilómetros y además los montes parecían más suaves.

Aquí dice que desde Santiago he recorrido casi 600 kilómetros. Será verdad.

Sin parar prácticamente, he avanzado hacia el destino de hoy. Santoña. Aunque ya digo que las montañas parecían más suaves, no he dejado de subir y de subir. Bastantes peregrinos en el sentido natural del peregrinaje, no en el sentido inverso que no deja de ser un esnobismo.

El ojo seguía molestando pero creo que la avispa sufrió mas que mi ojo. El golpe que se dio seguro que la convirtió en cadáver.

Al final y a eso de las dos de la tarde he llegado a Santoña. En ese momento he recibido un Watch donde me decían como acceder a la habitación. Creo que estaba bien durante el COVID, pero a estas alturas de la fiesta me parece un poco exagerado.

Sin más explicaciones.

Como no podía ser de otra manera en la comida de hoy me he dado a las anchoas y al queso cántabro. Muy buenos ambos productos. Tampoco lo regalan.

Una comida muy Cántabra.
Algunos cántabros son un poco especiales.

Siguiendo a pies juntillas las normas del Watch he subido a la habitación. He organizado todo y después he subido a Hortensia en el ascensor. Órdenes del propietario.

Como la habitación no reúne las mínimas condiciones para estar en ella (espacio, mesa de trabajo y wifi) después de una mínima siesta he salido a realizar la visita cultural.

Las calles principales, el paseo marítimo, el monumento al insigne marinero de la ciudad y la iglesia románica de la virgen del puerto o algo así. Según realizaba el paseo ha empezado a diluviar. Menos mal que ya no salgo sin el chubasquero. En cualquier caso me he empapado. La visita a la iglesia ha resultado limitada, estaban celebrando una misa o cualquier otra ceremonia y no me ha parecido pertinente hacer fotos en el lugar.

Durante mi caminata por el paseo marítimo me he acercado hasta el lugar de donde salen los barcos hacía Laredo y me han dicho dos cosas importantes. La primera, que el primer barco sale a las nueve de la mañana, la segunda, que no van hasta Laredo, que se quedan en “el puntal”. Con esos elementos emprenderé mi viaje mañana. No podré salir muy pronto de Santoña y me tocará hacer veinte o veinticinco minutos más de recorrido.

Eso, hoy, me preocupa. He quedado con mis amigos Belén y José para comer y tendré que apurar mucho la marcha para llegar a Bilbao a una hora razonable. Veremos como se nos va dando.

Son las ocho y veinticinco de la tarde y todavía tengo que buscar un sitio con wifi para poder subir esta entrada. Es el trabajo de un cronista itinerante.

Recorrido del día.
Pues eso, el mar de Santoña.

Y ahora lo más importante del día. Hoy Ruth, mi hija mayor, cumple años. Muchas felicidades. Siento ciertamente no estar cerca para darle un buen achuchón. En próximas fechas solucionaremos este tema.

Cumpleaños Feliz.

Que la horchata cumpleañera te haya sentado muy bien.

Para mi amigo del blog José Ángel. Mañana estaré en Bilbao, si te va bien nos vemos por la tarde. En el inicio del blog está mi teléfono. Un abrazo.

Viajes

230619 Feliz Cumpleaños.

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Es una frase de Angels Barceló en el hoy por hoy de la cadena ser. Cuando hay muchos temas de actualidad para charlar sobre ellos. Hoy tengo por delante muchas visitas, por tanto, o me doy mucha prisa en escribir esto y publicarlo o no podré disfrutar de todo lo que me ofrece Comillas para visitar esta tarde.

Cuando conseguí publicar la entrada de ayer me di tranquilamente una vuelta por Ribadesella. Como es un lugar bastante turístico y encima era fin de semana, estábamos muchos foráneos paseando por un muy bonito pueblo.

Unos bocartes para cenar aprovechando que estoy en zona de pesca y como cada día pronto a la cama. Tenía por delante bastante camino para hoy.

Buenos bocartes en el puerto.

Me he levantado razonablemente pronto. Cuando me he asomado al balcón del alojamiento me he encontrado con una desagradable sorpresa. Estaba lloviendo de forma contundente.

Estuve a punto de cambiar el objetivo de hoy. Hasta miré los horarios de FEVE para poder hacer parte de la etapa en un tren y evitar la lluvia. Me demoré un rato en la habitación y comprobé que llovía con menos intensidad. Bien. Bajé con todo puesto a desayunar y con las deportivas y el chubasquero puesto. Dejaba de llover. Otra vez al plan original.

Hasta Llanes, primera parada importante, tenía por delante 29 kilómetros y bastantes cuestas. Según salí del lugar donde había pernoctado lo primero que me encontré era una curva de 180º que se empinaba y empinaba. Ya tenemos las piernas algo preparadas y superamos esa primera subida. Y las demás.

Un paseo tranquilo por la N-634, con las vías de FEVE a un lado u otro de la carretera. Por esa vía habría podido ir hoy si la lluvia hubiera seguido por la mañana. Pero no, avanzaba por la carretera como tenía previsto desde el principio.

Muy pocos coches, ningún camión y bastante respeto de los automovilistas al metro y medio de separación.

Llanes es de verdad espectacular, como siempre. Una visita de postal y hacia el siguiente objetivo del día.

El siguiente hito que ya marcaban los carteles de la carretera era Unquera. Eran otros 25 kilómetros para cambiar de Comunidad Autónoma o de Región, como cada uno prefiera. Seguía siendo una bonita carretera y lo mismo que hasta Llanes. Subidas, bajadas y buena carretera. En algunos lugares aparecían algunos carriles bici o Bidegorri que parecía que no conducían a ningún sitio. No les he aprovechado y he seguido en todo momento por la carretera. Seguro que mas de un conductor se ha acordado de mi familia, pero lo peor que uno puede hacer cuando recorre grandes distancias en bicicleta es ir cambiando de un camino a otro. La carretera, con sus dificultades, te da bastante seguridad de que por ese sitio llegarás a tu destino.

En Unquera no he parado ni para fotografiar el cartel que me indicaba que entraba en Cantabria. Hay una especie de polígono industrial con gasolineras, tiendas y bares en la margen derecha de la carretera, mucho tráfico y bastantes curvas. No parecía el mejor momento para parar. Tampoco voy a decir que no merezca la pena ver el pueblo. Yo he pensado que tenía bastante recorrido por delante y que ya tendría posibilidad de parar en otros pueblos que tuvieran menos complicaciones.

El siguiente pueblo importante del recorrido: San Vicente de la Barquera. Sigue pareciéndome especialmente bonito. En ese pueblo me compré hace ya varios años un chubasquero amarillo de los de pescador que siempre había deseado tener. Cuando aparecí en casa con él a Alba se le antojó uno igual y hasta que no hice otro viaje por pueblos costeros no se lo pude comprar. A ella se lo compré en Cadaqués. Tampoco es que le haya usado mucho. Madrid no se distingue por ser el lugar mas lluvioso del mundo, pero allí está. En el armario.

Ya era la una de la tarde cuando he pasado por San Vicente, por tanto la mayoría de ciudadanos y visitantes del pueblo se dedicaban al noble arte de tomar el aperitivo. Solo un pequeño grupo de irredentos se había concentrado en la plaza para protestar por como se había conformado el ayuntamiento en su sesión de ayer.

Como de momento no me afecta directamente he preferido continuar mi camino y no hacer averiguaciones sobre el color local. En cualquier caso, los que se manifestaban no tenían pinta de Cayetanos. Supongo que la alianza que tanto se repitió ayer en los ayuntamientos también tenga su plasmación en San Vicente. Si, me estoy refiriendo a PP + VOX.

Al otro lado del puente de la ciudad comenzaba una subida casi eterna que tendría que ser la última antes de llegar a mi destino. No había cambiado la emisora que venía escuchando y he tenido que sufrir el programa local de Valladolid del A vivir…, problemas de los feriantes, de las orquestas verbeneras y nada de interés. Cuando he llegado al alto que coronaba esa subida ya he parado para poner un poco de música.

El resto del camino muy bien. Tened en cuenta que de San Vicente a Comillas solo hay once kilómetros y parece que los podía aguantar bien.

A todo esto, creo que antes de San Vicente de la Barquera, tuve que quitarme el chubasquero. Ya no amenazaba lluvia y me estaba dando bastante calor.

He llegado a eso de las dos de la tarde a Comillas y sorpresa. El hotel se llama Mar Comillas y no se que más. Y claro, haciendo honor al nombre esta en un monte. Paradojas de los nombres. Por si acaso, he atado la bicicleta a una barandilla y pienso recorrer la villa en bicicleta. Me cundirá más y además será mucho mas cómodo.

No me arrepiento nada de haber mantenido el recorrido inicial. El viaje en FEVE podía ser una experiencia, pero el paisaje del que he disfrutado merece mucho la pena.

El recorrido matinal.

Después de alojarme en el hotel he bajado hasta la fuente de los tres caños y he comido media de rabas y media de sardinas. No eran raciones especialmente generosas, pero de esta forma te permite probar algún producto mas. No quiero ponerme profundo en esta parte final de la entrada. En varios bares de esa zona, quién atendían las terrazas eran Inmigrantes. Otro trabajo que ya no queremos hacer los españoles o que no queremos hacer en las condiciones que ofrecen los hosteleros. Y luego algunos se ponen en contra de la inmigración. Quien cubriría todos esos puestos (mal pagados) que cubre esa población.

Lo que veo desde el balcón del Hotel denominado Comillas Mar.
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230618 Tengo mucha plancha.

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Acabamos ayer la excursión Gijonesa en una plaza donde todo el mundo tomaba sidra. Que poco exportan los asturianos este producto. Así tienen que beber ellos. En un bar que no tenía mala pinta en Google Maps me comí unas parrochas y así fue el día de la sardina. El día anterior me había alimentando exclusivamente de merluza y ayer de sardinas. En cualquier caso, ni la sardina ni la merluza es un mal producto.

Cuando salí del establecimiento estaba lloviendo. No de forma exagerada, pero llovía. Tenía casi un kilómetro hasta el Hotel Begoña y me puse en marcha. Ciertamente la noche estaba animada. Muchos muchachos y muchachas con su clandestinas bolsas de plástico en donde llevaban los productos necesarios para pasar una noche agradable. Si llevaban cosas que no necesitaran de bolsas de plástico no me consta. La carga que llevaban en las bolsas era la adecuada para pasar una buena noche.

Llovía, dejaba de llover y yo avanzaba hasta el hotel. A la puerta del mismo un número importante de jubilados (como yo) estaban fumando el “penúltimo” cigarro del día.

Subí, previo cigarro a la habitación y tras actualizar mis números en mis hojas de calculo me puse a dormir.

He despertado un par de veces, como casi siempre, y he comprobado que los muchachos y muchachas pasaban por la calle sin bolsas de plástico.

Cuando he decidido levantarme a eso de las seis y media de la mañana pasaban unas muchachas que seguro han pasado una buena noche. Una de ellas había agarrado un cono de carretera y le llevaba abrazado como solo se puede abrazar a alguien querido. De lo que estoy seguro es que tal cómo avanzaban por la calle les iba a pasar lo que a mí. De sexo ni hablamos.

He pedido en el hotel recuperar a Hortensia y el momento ha sido indescriptible. Estaban en el cambio de turno de recepción y nadie encontraba la llave de donde estaba alojada mi fiel compañera. Al final la he recuperado y he montado batería y alforjas. Una “ejercito” de jubilados y jubiladas de Aranjuez andaban por allí buscando a su guía para que les dijera cuando cargaban las maletas en el autobús y preguntando donde estaba la bolsa de picnic para el viaje hasta su casa. Prefiero mi forma de viajar. No digo que sea mejor, pero al menos no dependo de nadie.

Después un desayuno. Eran las ocho de la mañana y estaba el mismo camarero que anoche a las once de la noche. Seguro que me despisto pero no acabo de entender las jornadas laborales de la hostelería.

Después, como siempre, me he fiado del Señor Google Maps y me ha llevado por un lugar realmente tranquilo, la Universidad Laboral. Solo que para llegar por ese camino hasta la N-632 había una subida del 25%. Tranquilos, he puesto pie a tierra y he empujado los 100 o 150 metros que me separaban de la carretera. Ya en la citada carretera la cosa no ha sido fácil pero ha sido posible.

El primer lugar donde tenía previsto llegar era Villaviciosa. Allí estaba la fabrica de Sidra el Gaitero (famosa en el mundo entero). No he parado para hacer fotos. Pero he pasado por la fábrica. Estaba en una de las interminables subidas y no podía perder el tiempo para ofrecer unas imágenes perfectamente prescindibles.

Luego he tenido que llegar hasta Colunga. Una cosa muy común en los fines de semana es la cantidad de moteros que recorren estas y otras carreteras. Algo de envidia me dan. Cuando yo llego a cualquier sitio ellos han llegado y además están descansados. Seguiré con Hortensia. No puedo serle infiel.

Algunas fotos en el camino. Muchos ciclistas que me han adelantado y muchos más que circulaban en sentido contrario y pocos peregrinos.

Al final, como siempre, he llegado al destino. Ribadesella. Lo poco que he visto hasta ahora es que es un pueblo, una ciudad o una villa muy bonita. Después de publicar esta entrada la recorreré.

Creo recordar que según me decía mi madre aquí vive mi prima Mari Carmen. Ciertamente no he tenido contacto con ella en los últimos treinta años y si me la encontrara por la calle no la reconocería.

Eso mismo me paso ayer en Gijón. Se por terceros que vive en esa ciudad mi primo Ángel Luis González. No tengo ni idea de en que sitio vive y si en mi largo paseo por la ciudad me encontré con él no pude reconocerle. Esto que acabo de contar muestra que las relaciones con las diferentes personas tiene mucho más que ver con la empatía que con la afinidades familiares. Eso pienso hoy.

Cuando he llegado al Hotel Argüelles de Ribadesella la habitación no estaba preparada. Sin problemas. He dejado a Hortensia donde tenía que dejarla y las alforjas y baterías en el vestíbulo.

Me he recorrido la zona portuaria y al final he decidido comer en el lugar donde había sitio y la comida parecía que realmente estaba fresca. El Pesquerú. Tienen la buena costumbre de ofrecer medias raciones y me he comido una andarica (encorado) a la plancha y media de calamares. Todo buenísimo. Tras el café que también he tomado en el Pesquerú, camino al hotel y siesta.

Ahora estoy sentado en el bar más próximo al hotel para aprovechar su wifi que desde luego no es una maravilla. Veremos como consigo publicar.

Entre nosotros, y que no salga de aquí, todo mejorable en el Hotel. Pero me han subido a la habitación alforjas y baterías. Estoy en una habitación del segundo piso.

El cielo amenaza lluvia, pero quien soy yo para opinar del tiempo en Asturias.

Que conste que ahora mismo estoy uniformado de la manera más ridícula posible. No hace sol pero llevo una visera para evitar que se me derrita la sesera. Son cosas de ir de viaje sin filtros.

El recorrido de hoy.

Me faltaba justificar el título de esta entrada. Hace muchos, muchos años, en Ribadesella y para el puerto que tenían entonces pusieron estos elementos para el amarre de los barcos que llegaban hasta aquí. Hoy no tienen función alguna pero siguen siendo un elemento imprescindible para el puerto de la ciudad. Son tan estables como cada uno de vosotros y vosotras y como mi fiel HORTENSIA.

Un Noray anclado a la vida.

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230617 Noray.

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La visita cultural de ayer no tenía ningún monumento. Novellana no tenía ningún monumento interesante. Solo tenía aquello lo que le ha dotado la naturaleza. Un paisaje espectacular. Hice una pequeña caminata hasta donde se podía ver el mar y ciertamente sus paisajes son espectaculares. Es cierto que no bajé hasta la playa. No era necesario. Lo que vi realmente me emocionó. Se que las fotos que ponga aquí no darán cuenta de los magnifico que es el paisaje. Pongo alguna y juzgáis.

A la vuelta del paseo entré en el otro local de “alterne” del lugar y comprobé que su carta se circunscribía a pizzas, hamburguesas y bocadillos. Me tomé una cerveza y desistí.

Volví al hotel en el que me alojaba y del que hablaba ayer en mi título: Desde mi ventana.

Y procedí a cenar. Por la mañana me habían ofrecido un cachopo de Merluza. Ya sabía que la merluza era buena y decidí probar. Muy buen producto. Sorprende la mezcla de jamón con pescado. Estaba realmente bueno.

Otra vez a dormir y esta mañana, cuando han abierto el restaurante del hotel a las ocho de la mañana ya tenía todas las cosas montadas en Hortensia. Mis cafés habituales y la media tostada y he emprendido la marcha.

No era mucho el recorrido que tenía hasta Gijón, pero me había guardado una excursión adicional para el día de hoy. Soto de Luiña, Soto del Barco y Avilés. El recorrido ha sido primero por la carretera N-632a y después por la N-632. La primera sin tráfico y la segunda con algo más de tráfico pero en la mayor parte del recorrido con arcén suficiente. La orografía, ya me lo decía mi amigo José Ángel de Bilbao es la característica de esta zona. Subidas largas y no excesivamente pronunciadas y bajadas similares. He coincidido con bastantes peregrinos que avanzaban tanto andando como en bicicleta hacia Santiago y yo siempre en la dirección contraria.

En Avilés he parado un rato pequeño. Lo suficiente para hacer alguna foto, fumar un cigarro y ver lo que me quedaba de recorrido. He visto al fondo el Centro Cultural Niemeyer. Y tras pasar por la pasarela que une Avilés con el complejo cultural he podido seguir por la ría de Avilés hacía mi destino.

Tenía decidido desde que salí de Madrid concluir, esta vez sí, la vía verde del Ferrocarril Estratégico. Había venido dos veces hasta aquí y no la había podido encontrar. De hoy no podía pasar. Cuando en su momento dije en este blog que no había podido encontrar la vía verde el ayuntamiento de Carreño me indicó como llegar. Pues ni así. He puesto el navegador. He preguntado en varios sitios y al final me han mandado hasta la Iglesia de Santa Eulalia en “el valle”. En el lugar no había cartel alguno y he vuelto a preguntar. Una señora que a las doce de la mañana todavía tenía el pantalón del pijama puesto me ha dado unas buenas indicaciones. He llegado hasta el lugar donde se entiende que está la vía verde y lo que he visto no me ha gustado nada. Ningún cartel, y lo que tenía que ser el camino estaba invadido por las malas hierbas. Me he puesto a recorrerla hasta que directamente las hierbas y el firme de lo que debiera ser la vía verde me ha indicado que de allí no podía pasar. He titulado que lo conseguí por que al fin encontré la vía verde. También he dicho que a medias, he recorrido 4 o 5 kilómetros de lo que es ese recorrido y al final no la he podido concluir. Quizá el que otras veces no la hubiera encontrado era una señal de que no me metiera en lugares inadecuados. Quién lo sabe.

He salido como he podido del lugar y tras una muy larga subida he tenido mucha suerte. He encontrado un paisano que venía en coche y me ha indicado como salir de allí y llegar hasta el final de la etapa: Gijón.

Desde allí ha sido realmente fácil llegar hasta el destino. Una carretera con mucho tráfico y con buenos arcenes. La Gijón10 que es lo que es y al final he entrado en la ciudad.

También tengo algún recuerdo de este lugar. Mis tías Rufina y Lucía tenían una casa en esta ciudad y alguna vez nos debieron de invitar. La estancia en su casa era como en los albergues de peregrinos. Un baño para veinte que estábamos alojados en el lugar. Tiempo con mis primos y prima hijos de ambas tías y mucha playa de San Lorenzo. No sé si en este lugar fue la primera vez que vi el mar, pero tampoco recuerdo esas estancias (fueron dos o tres) como algo imprescindible en mi infancia. Eran las vacaciones que se podían permitir mis padres y había que asumirlo. Veníamos en el 600 de mi padre y el viaje era una auténtica tortura. El retrovisor en este caso no me devuelve una imagen idílica.

Cuando ya estaba en Gijón he buscado llegar hasta el ayuntamiento donde recordaba que estaba el puerto pesquero y varios bares o sidrerías donde se podía comer unas buenas sardinas. He encontrado el lugar y por supuesto ya no es como en mi infancia. Fotos a Don Pelayo que preside una plaza en el entorno y a la plaza mayor. He encontrado la Sidrería Fernando donde ofrecían Sardinas a la plancha en su menú. El producto riquísimo, la atención increíblemente deplorable. Han tardado en servirme media ración de sardinas cerca de una hora. He tenido que pedir adicionalmente unos bígaros para no aburrirme esperando.

Después me he dirigido al Hotel Begoña. Justo antes de que yo llegara descargaba un autobús de muchachos de Pasajes (Guipúzcoa) que venían a jugar Hockey a esta ciudad. El checking de 50 muchachos y sus acompañantes ha sido rápido pero he tenido que esperar casi 15 minutos hasta que ha finalizado.

Cuando ya no quedaba nadie en recepción y procedido a identificarme y a que me asignaran habitación: la 403. Cuando he preguntado donde podía guardar a Hortensia la señora me ha dicho que hay que avisar previamente. Seguía con el auricular en el oído y no le he prestado mucha atención. La hemos guardado y he subido a dormir una siesta que me había merecido.

Ya después de ese momento delicioso me he sentando en el mismo hotel para poder contaros los avatares del día. No quiero acabar sin deciros que mi paso por la vía verde del Ferrocarril Estratégico me ha deparado bastantes heridas menores en los pies y en los brazos. Cuando te metes por caminos imposibles es lo que pasa.

Recorrido del día.

Voy a intentar publicar esto rápidamente. Me ducho y bajo a realizar mi visita cultural. Eso sí, previamente tengo que comprar tabaco.

Lo aclaro por si no ha quedado claro. No voy a volver a la vía verde del Ferrocarril estratégico.

No conseguí publicar esta entrada antes de salir. La wi-fi del hotel estaba fallando y no he querido tentar a la suerte. Los estancos pueden cerrar a las ocho de la tarde y no tenía ningún paquete sin empezar.

Después he paseado por la playa de San Lorenzo que realmente es tan bonita como yo recordaba y me han impresionado dos cosas. La primera el publico que había y la cantidad de astures que se bañaban a las ocho de la tarde. La segunda, que siguen haciendo contorsionismo para ponerse la ropa y quitarse el bañador sin que se les vea nada. Eso si me recuerda mi infancia. Mis tías antes citadas tenían una tela circular donde te metías y hacia de vestuario. Que poco tiene que ver con la playa de Vera donde vamos de vacaciones.

Por cierto, también recuerdo unos barquillos rellenos de miel que en su momento nos compraban en alguna ocasión. Eran empalagosos hasta decir basta. No he visto ningún barquillero.

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230616 Lo conseguí. A medías.

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Tampoco dio mucho de sí la visita cultural de Ribadeo. El edificio más importante del lugar está cubierto de andamios, algunos parterres de Hortensias, el barrio de San Roque con edificios multicolores y un edificio singular por su antigüedad. También una Praza de España. Después de realizar el recorrido me senté tranquilamente en la plaza comentada y me tomé una 1906. Era, de momento, mi ultimo día en Galicia y había que homenajear a la cerveza del lugar.

Seguí leyendo tranquilamente mi libro de cabecera y posteriormente me fui a cenar. Encontré un lugar donde daban medias raciones, lo que me permitió probar unas zamburiñas y una empanada de sardinas. Riquísimas.

Después directo al hotel Santa Cruz para prepararme para la etapa de hoy. Tranquilos que la preparación es irme a la cama y dormir a pierna suelta.

No digo que según me he levantado me he acordado, pero si al poco tiempo. Hoy hace 46 años fueron las primeras elecciones democráticas en nuestro país. El responsable de organizar todo aquel tinglado. Nadie sabia nada de elecciones. Había decidido que yo fuera de interventor a una de las mesas de Iscar (pueblo de Valladolid). A las 6 de la mañana ya estaba en la sede del PCE para que Ángel de Paz me llevara junto a otros interventores de la zona en coche. A las ocho estábamos formando la mesa electoral con 1300 posibles votantes. El presidente de la mesa y las dos vocales superaban entre los tres los 210 años, y entonces no se les veía muy resueltos para las funciones encomendadas.

En esa mesa estuve hasta el cierre y después empezó el escrutinio. Decidió el presidente con muy mal criterio, que se leía papeleta por papeleta y se anotaba el partido votado en ella. No acepto la propuesta de agrupar las papeletas por partidos y contar. Durante el tiempo que estuvimos contando les dio una lipotimia a cada una de las vocales. Conclusión, acabamos a las 8 de la mañana del día 16 y como magro resultado para el PCE obtuvimos 3 votos en aquella mesa. Uno de ellos era el mío.

Es la única foto que he encontrado de la campaña de 1977. No es la de Valladolid. Pero está en el cartel mi amigo Pepe Alonso. Que encima salió elegido senador.

Cuando el que ejercía de transportista nos fue a buscar las caras de todos nosotros eran un auténtico poema. Que decir cuando llegamos a la sede del PCE en Valladolid y Julian Ariza que era el candidato estaba absolutamente roto. Los demás ni contarlo. Fue una de las mejores lecciones que he tenido en mi vida. Nada es lo que parece. Los mítines y las encuestas nos daban unos resultados increíbles. Eso increíbles.

Como hoy no tenía que ir a ninguna mesa, bajé a preparar a Hortensia. Una vez que tenía todo preparado, he entrado a desayunar en el Hotel. Bien los cafés y la tostada.

Salir de Ribadeo ha sido la parte más difícil del día. Hay un puente que cruza la ría, pero resulta que es una autovía. He tenido que ir por la acera del puente y había tramos en los que Hortensia y las alforjas eran mas anchas que el lugar de paso. Con el pie en tierra y avanzando como he podido he recorrido los seiscientos metros del puente. Después me ha ido metiendo por carreteras secundarias y por algún camino. Tras media hora me ha devuelto a una carretera nacional y en es momento he apagado el GPS. Muchas cuestas tanto ascendentes como descendentes. Ya sabéis que solo me preocupan las ascendentes.

El primer pueblo que yo tenía como hito era La Caridad. Ni siquiera he entrado, quedaba en el margen de la carretera y me lo he ahorrado. Donde si he llegado es Navia. Una bajada cojonuda hasta el sitio y el temor, luego comprobado, que después vendría la subida. Un par de fotos de Navia. Un cigarro y a subir en dirección al siguiente hito. Por Villapedre he pasado pero no he visto nada que me llamara la atención.

Ahora si, el siguiente pueblo tenía un significado muy especial para mí. Luarca. Hace 33 años, en las primeras vacaciones que hicimos TERE, Alba y yo juntos nos fuimos a esa Villa. Mi amigo José Luis Rodríguez Valdés y su mujer (que era médica de atención primaria en Luarca) nos invitaron a pasar unos días en ese lugar. Todo fue muy especial. Nunca les agradeceremos a ambos como nos atendieron. Nos enseñaron todo lo que estimaron digno de conocer y vivimos los días que estuvimos allí como auténticos reyes. La fotografía de hoy me recordaba perfectamente aquel momento. No he sabido situar la casa donde vivía Dora, la médica que nos dio acogió con tanto cariño.

También para llegar a Luarca había tenido que bajar una muy empinada cuesta. Ya sabía que la salida De la Villa me iba a costar media vida. Así ha sido. Desde el puerto me ha mandado ponerme a subir, y subir, y subir. He pasado muy cerca de uno de los cementerios más bonitos de España. Me quedaba tanto por subir que no me he parado para hacer fotos.

El objetivo, cuando empecé a preparar este viaje era dormir en Cadavedo (o Cadaveú según los asturianos). No encontré ningún alojamiento que pudiera permitirme. Por tanto busqué un lugar un poco más adelante en el camino: Novellana.

Sinceramente nunca había oído hablar de ese lugar pero el Hotel Fornon tenía un precio aceptable.

Desde Cadavedo hasta Novellana solo hay 17 kilómetros. Si recordáis la orografía de la zona, sabréis que son montaña, valle, montaña. Pues en esos diecisiete kilómetros me ha tocado subir seis veces y cinco bajadas. Novellana está en la parte alta. Ya me han dicho en el hotel. Son ellos, un bar que hay justo enfrente y la gasolinera. No tenemos más donde elegir.

Cuando he parado el contador de Hortensia marcaba 97 kilómetros recorridos en el día de hoy y con esos perfiles. Dice la aplicación correspondiente que he subido un total de 1041 metros. Agotado de verdad.

He comido en el Hotel unos fritos de merluza que estaban realmente deliciosos. He dormido la siesta y cuando ya despierto me he asomado a la ventana he comprobado lo que os dirán las fotos que publico en la entrada. De verdad que es un lugar increíble. Cuando consiga publicar esta entrada me dirigiré andando a las proximidades Del Mar. Es la única visita cultural que se puede hacer en el lugar. Según entraba he visto que era el pueblo más bonito de Asturias de 1962 y premio Principe de Asturias a los mejores pueblos en no se que año.

La merluza de la comida.

Cansado, pero muy bien. He abandonado Galicia. Estoy en Asturias y me queda una buena parte de la geografía de esta comunidad en mi camino.

El recorrido del día.
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230615 Desde mi ventana.

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Alguien puede pensar que Maribel es un invento de mi imaginación, pero no. Me contaba hoy que el amianto me persigue. Creo que no. Está tan extendiendo en el conjunto de la península que solo con abrir los ojos está. El día que las administraciones dejen de mirar para otro lado y hagan el mapa, que de forma aleatoria, voy haciendo yo. Nos vamos a asustar de verdad. Se ha intentado quitar de los edificios públicos pero con seguridad hay infinidad de edificios con amianto en sus cubiertas. Mirando desde el hotel Santa Cruz de Ribadeo veo cuatro edificios. No me he movido de mi habitación.

Después de conseguir publicar ayer mi entrada no sin sufrir la mala calidad del wi-fi me fui de paseo por Villalba. Hice unas pocas de fotos. Todo estaba en obras y lo más importante de la localidad se encontraba en el entorno del parador de Turismo. Que poco me extraña.

Había buscado algún sitio para cenar y la mayoría de los establecimientos estaban cerrados por descanso. Los martes es el día de descanso de la hostelería de Villalba. No vayáis al pueblo en martes.

Encontré uno que por nombre parecía interesante. Tapería O Porrón. Hasta allí fui y tras pedir una 1906 vi lo que ofrecían y casi lo mejor era un sándwich. Salí corriendo del lugar. La única alternativa que me quedaba era la pizzería- hamburguesería que estaba debajo de la pensión Villa Alta. Sufrí la opción de que en Galicia me tocara cenar una hamburguesa. Me habían dicho que la carne era de granjas propias. Pero ni eso mejoraba la opción elegida.

Que os voy a contar de esta cena.

Sin más opciones me fui a la habitación y por tanto a dormir.

La habitación en la que he pernoctado estaba bien. Solo que daba a un patio interior y mientras me preparaba no he visto como hacía.

Tras bajar batería y alforjas a la bicicleta he ido a desayunar al café del centro. Casi en el mismo edificio que la pensión. Según salí a la calle comprobé que teníamos niebla. Y no poca.

Me puse a pedalear con destino a Mondoñedo. Bonita ciudad. Me había pasado Goyo la dirección de un lugar donde hacen empanada de tortilla. Después de parar en el centro de Mondoñedo comprobé que el lugar estaba a cuatro kilómetros de la ciudad en dirección a Ribadeo. Otra vez a pedalear. Había una buena subida, estaba incluida en el trayecto. Cuando he parado en A Voltiña el propietario estaba almorzando. Esperé hasta que concluyo el bocado que tenía en la boca y le pregunté por la empanada.

Me comentó que solo la hacen los fines de semana o por encargo. Ni la había encargado, ni era fin de semana. Eso que me he perdido. Tomo nota para pasar por allí en el momento adecuado.

Seguí por la N-634, que por suerte, no tenía demasiado tráfico y fui avanzando poco a poco. Bastantes subidas, algunas bajadas y pueblos que no voy a contar en detalle.

Como al salir de Villalba con niebla hacía algo de fresco me puse el maillot de manga larga de color amarillo. Coincide que hoy Irene también ha tenido que ir al cole vestida de amarillo. A mi me ha servido el maillot hasta la mitad de la etapa. A Irene no sé como le ha ido con su color amarillo en el cole. Como es la semana de los colores supongo que mañana le toque ir de verde (es el único que todavía no se ha puesto) de ese color no puedo vestirme mañana.

Ya en el puerto de Ribadeo. En la última parte del camino me ha sobrado ropa.

Como veinte kilómetros antes de llegar a Ribadeo he llegado a la costa. Veía a mi izquierda el mar, pero a mucha distancia. Seguí dando pedales hasta que llegué a la proximidad de la playa de las Catedrales. Estaba claro, tenía que desviarme para tocar la arena y ver otra vez esa maravilla. No ha sido mucho el desvío y ha merecido la pena.

Desde allí, he cambiado la N-634 por una carreterilla que va pegada al mar. Eso me ha permitido ver la playa de la Isla y la de los Castros. También me he perdido un par de veces. Esta vez sin GPS.

Nada más llegar a Ribadeo, y sin ir al alojamiento, he bajado hasta el puerto. Mi objetivo era comer unas buenas sardinas del Cantábrico. El restaurante que hay en el puerto no las ofrecían. Tenía que volver a subir. Ya sabéis que aunque pedalee bastante rato soy un poco vago. He encontrado un ascensor para subir del puerto al centro de la ciudad y no lo he dudado. Ya en la parte alta de Ribadeo me he dirigido hacia el Hotel Santa Cruz. Ha tocado esperar un poco, pero bien.

Colocada a Hortensia en su lugar he dejado las alforjas en el hotel y me he ido a comer. No he encontrado el sitio que tenía previsto según el padre Google y he acabado en el Mar de Rinlo. No tienen medias raciones. He pasado a pedir las cosas, que gustándome, me iban a costar menos. Unos pimientos de padrón y una empanada de pulpo. Bien pero algo caro. Creo que aunque no tengan público ya han puesto los precios para atracar a los turistas.

Siesta como es habitual en mi y a sentarme en la habitación para contar el viaje del día.

Desde aquí hasta el final de este camino inverso está previsto que siga viendo el Cantábrico a mi izquierda. Veremos en que lugares puedo parar para constatar en imágenes los sitios que voy pasando.

Cuando publique la entrada del día 14 de junio bajaré de la habitación y realizaré la visita cultural correspondiente. Ya me puedo ahorrar la parte del puerto.

Viaje del día.

Mañana tengo por delante unos noventa kilómetros y bastantes subidas y bajadas. Eso es lo bonito del Camino del Norte.

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230614 Dice Maribel.

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Antes de salir a dar una vuelta por Villalba, si el tiempo lo permite, me siento un rato en la habitación de la Pensión Villa Alta para contaros lo que ha pasado desde mi entrada anterior.

Había estado lloviendo tanto en Arzúa que tuve que ir a comprarme unas deportivas. Cuando volvía al alojamiento desde la tienda de deportes dejó de llover y así se pasó el resto del día.

Me había alojado en la pensión Rúa, pero aquello era un complejo hotelero muy diversificado. Albergue Don Quijote, la pensión citada y el Hotel Arzúa. Tenían producto para todo tipo de viajeros. Como veis yo me quede en el producto intermedio.

Haciendo tiempo para ir a cenar pregunté a dos guardias civiles sobre el tráfico de las carreteras que me encontraría en el día de hoy. Ninguna conclusión, eran gallegos. Lo único que entendí fue “depende…”. En cualquier caso fueron bastante amables.

Tras mirar los restaurantes que había en la población opté por la churrasquería – pulpería Europa. Un paseo que no llegaba ni a los 500 metros y una ración de pulpo. Lo del churrasco por la noche me parecía un poco fuerte a mi provecta edad.

Vuelta al alojamiento y mientras leía, comprobé que en el albergue que había justo enfrente de mi ventana y en la primera planta había una fiesta considerable. Es lo que sé que me pierdo por no ir de Albergues, pero que pintaría yo en una fiesta de muchachos y muchachas que podían ser mis nietos.

Fiesta en el Albergue frente a mi ventana.

Seguí leyendo y no presté atención de la hora en la que finalizaba el evento.

Esta mañana, cuando ya he organizado las cosas y tenía a Hortensia en la calle he comprobado que los que ayer estaban en la fiesta era un grupo cristiano o católico perfectamente organizado. Bajaron los equipajes a un autobús y a toque de silbato les animaban para emprender el camino. Llevaban una bandera de España y otra de la secta a la que pertenecían. No pude descifrar el nombre exacto.

Tras el desayuno, comprobé que pese a la amenaza de lluvia que estaba prevista, no caía agua. Guardé el chubasquero en una de las alforjas y me puse en marcha.

El primer objetivo era llegar al Mosteiro de Santa Maria de Sobrado dos Monxes. (Está en el camino). Tras mi primera desavenencia con el GPS del día. Intentó que cruzara un arroyo o riachuelo con la bici. Hasta me manché las deportivas nuevas.Emprendí el camino por la carretera que yo tenia anotada y llegué mientras abrían el Monasterio. Había tres grupos escolares que estaban recibiendo la correspondiente charla de su profesorado sobre el lugar que visitaban. Me acerqué hasta la tienda – recepción del lugar y un monje me indicó que la entrada valía 3€. Directamente me los ahorre. Hice las fotos pertinentes del lugar y evite confluir con los grupos de escolares en el Monasterio.

El nuevo trayecto me tenía que llevar hasta Baamonde. Probé otra vez con el GPS y me dijo que había bastantes cuestas y mucho tráfico. Como donde se lo estaba preguntando no pasaba ningún coche, decidí que se estaba equivocando otra vez.

Ciertamente, hasta que llegué a la carretera nacional “uve, i” no me encontré prácticamente a nadie, y menos mal. En el último tramo de la carretera de la provincia de A Coruña había un precioso cartel que decía que circulásemos entre las rayas amarillas. A un lado y a otro de esas rayas estaba el resto de la carretera que precisaba una urgente reparación. Pintar unas rayas parece mas barato que la reparación.

Antes de llegar a Baamonde pasé por Guitiriz y en una de sus aldeas había una iglesia con escenario incorporado, me paseé por el prado De la Iglesia y por la hierba mojada casi se limpian las deportivas.

A la entrada de Baamonde empezaron los primeras gotas, pero inapreciables. Paré para echar un cigarro y como las gotas eran inconexas decidí no sacar el chubasquero de la alforja. Nada más retomar el camino empezó a llover. Menos mal que en las afueras del pueblo estaba el tanatorio y allí paré para enfundarme el protector contra la lluvia. Ni un kilómetro avancé y ya había dejado de llover. Por no parar otra vez ni me quité la ultima prenda que me había puesto.

Solo quedaban 16 kilómetros hasta el final del recorrido.

Subidas, bajadas y una aldea con nombre ALBA, como mi hija. Paré allí para hacer fotos De la Iglesia, el cementerio, una tumba situada fuera del cementerio y el cartel de la población. Desde esa aldea hay una pequeña bajada y los últimos seis kilómetros una subida. No pronunciada, pero subida. Antes de llegar a Villalba comenzó a caer agua de verdad. Hasta me tuve que guarecer bajo un pequeño techado. Estaba a cuatrocientos metros de la pensión de hoy. No dejaba de llover. Sin subirme a la bici he llegado empapado a la pensión.

En el camino me había percatado de que no tenía la credencial del peregrino. Ya dije ayer que solo la pensaba rellenar como recuerdo. En la habitación también me percaté de que no tenía cepillo de dientes. Me había dejado en la pensión de ayer Credencial y cepillo de dientes.

Me fui a comer al Restaurante Lánzo que es donde me recomendó el de la recepción de la pensión. Unos buenos callos con garbanzos.

He dormido un rato de siesta, he bajado a comprar un cepillo de dientes y me he puesto en contacto con la pensión Rúa. Me han confirmado que la Credencial estaba allí y que me la mandaban a casa.

Mi preocupación no es por la credencial. Es por los boletos de la primitiva y esas cosas que llevaba en la misma bolsita.

Según venía de comer los callos con garbanzos he visto un escaparate que no puedo describir. Pongo fotos y opináis. Creo que mas que una tienda es una muestra de prendas de hace unos pocos años.

Voy acabando, tengo que hacer la visita cultural correspondiente. Mañana, si todo va bien, volveré a ver el mar. Esta vez en Ribadeo. Previamente, y por recomendación de mi amigo Goyo Hernández, pasaré por Mondoñedo para comer una empanada de tortilla. Veremos como esta.

No pongo mas fotos. Son las 20:30 y el “puto” wi-fi está tardando mucho en cargarlas.

Plato de callos con garbanzos. Maribel. ¿Te apetecen? o solo les comes en Agosto.
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230613 Salió el Sol.

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Ya conté que me fui hasta Madrid el pasado jueves. Hoy lunes día 12 de junio he vuelto a Santiago. Me he pasado muchos años relacionado con el sistema de ventas de Renfe, desde que me he jubilado creo que he olvidado como funciona o me lo han cambiado completamente. Resulta que saqué un billete para Santiago y como no había tren directo (no me preguntéis la razón) el sistema de ventas me adjudico una plaza hasta Ourense y luego otro hasta Santiago, pero no en el primer tren disponible. Me dio un tren para dos horas después de la llegada. Veis que ya no tengo ni idea de como funcionan las cosas.

Como el del taller de bicicletas De Santiago me había sugerido que llegara al taller lo más pronto posible me acerqué a la operadora comercial de Renfe (interventora) y le conté mi deseo de llegar cuanto antes a Santiago. No manifesté mi pasado en la empresas pero dije un par de palabras en el argot ferroviario que le hizo preguntarme si era de la Renfe. Humildemente le dije que era un “pobre” jubilado. Sin mayor problema me dijo que me resolvía el problema. Es lo que tiene ser de un gremio. Es verdad que no lo hizo por el sistema de ventas y utilizó aquello de “no te preocupes” y al llegar a Ourense se dirigió al interventor del nuevo tren y me colocó en un tren que llegaba a Santiago a las 13:10 horas en vez del que yo tenía que llegaba a esa ciudad a las 14:53. Me sirvió sobre manera las influencias que todavía uno tiene en esto de los trenes. PURA CORRUPCIÓN POR MI PARTE.

Billete de tren con el que tenía previsto

En Madrid muy bien, cada una de mis hijas y mi nieta ya tenían planes para el fin del semana y salvo una video llamada por Watch no las he visto, pero es lo normal. Cada uno tenemos nuestra vida.

Tere y yo en casa y además solos. Aproveche para llevar provisiones de frutas a nuestro frigorífico y recuperé la bicicleta BH del trastero De Alba. El viernes hice unos filetes empanados, el sábado Tere asó medio cochinillo o tostón a baja temperatura y no dimos cuenta completa de él, pero casi. El domingo nos fuimos al rastro para reponer mi bolso de viaje donde llevo la tableta y los cargadores y que se había roto en el anterior recorrido.

Un paseo completo por Ribera de Curtidores con compra de alguna tontería para Irene y después nos fuimos a tomar algo por la zona de las “cavas”. Creo que no vuelvo a esa popular zona de bares madrileños. Un bar de nombre vasco que había enfrente del mercado de la cebada se ha convertido en un libanés y ya no elaboran los maravillosos pinchos de tortilla que tenían. En el “Juana la Loca” que era el otro sitio donde hacían esa tortilla, estaban cerca de veinte personas esperando entrar. Ni nos lo planteamos. En la cava baja fuimos a uno que no conocíamos y utilizaron un sistema que no me gusta nada. Te colocan en una mesa y aunque tengas claro que vas de pinchos, te intentan hacer comer. Dejan de ser bares y “quieren” convertirse en Restaurantes incómodos. Comimos unas croquetas de boletus y trufa bastante buenas. Tere, que tenía muchas ganas desde hace mucho tiempo, se pillo un bocata de calamares con salsa Ali-Olí en pan de Cristal. Dice que estaba bueno. Luego nos fuimos a un vasco que había dos o tres locales después. Mantenían el mismo sistema que he narrado antes. La oferta había cambiado completamente. Ahora ofertaban ceviche y otros productos peruanos. No era lo que esperábamos. Nos pedimos un par de cañas y como de la carta no nos apetecía especialmente nada nos decantamos por una tortilla. Sorprendente. Llevaba bacalao y estaba dulce. No juzgo eso. El precio de auténtico  escándalo. Cada cerveza 4,5€, la tortilla en lo que cabe barata 3,5€. Ya sabéis mis razones para pensar en no volver por la zona.

Como he dicho antes, he llegado a Santiago a las 13:10 y rápidamente me he desplazado hasta el taller de bicis. Hortensia estaba bien. Me han cobrado bastante dinero por la cubierta, por las pastillas de freno y por el liquido de los tubeles, pero ha quedado bien. Organicé la alforja que me había traído de Madrid y la que había dejado en Santiago.

Otra vez en la bicicleta y como hoy (lunes) estaba cerrado O Gato Negro me dirigí al bar la Orella para comer una tapa de ese producto. También estaba cerrado.

Tomé una decisión. Me puse el Maillot del camino De Santiago y me fui otra vez a la plaza del Obradoiro. Foto de salida.

Enésima foto de marianoenbicicleta.blog y de Hortensia ante la catedral De Santiago. Esta es del día 12 de Junio. Advierto. El maillot es el mismo de cuando llegué el jueves. Era el que tenía más a mano.

Tuve que escaparme. Alguna gente pensó que era un funcionario de la plaza y tuve que hacer al menos tres fotos grupo. Me puse los guantes, la braga que llevo en la cabeza y que me regaló mi amigo José Antonio y el casco. De esa forma conseguí que nadie más me pidiera que dejara constancia de su llegada a Santiago.

Puse el GPS del móvil para que me sacara de la ciudad y salvo que había que subir varias cuestas y se empeñaba en meterme por el medio de un parque todo perfecto. El adelanto en mi llegada a Santiago me permitía salir de la ciudad antes de que la gente que trabaja en ella vive fuera lo hiciera. Andamos Hortensia y yo, guiados por el GPS unos seis o siete kilómetros. Me sacó de la carretera principal y me metió por un camino asfalto de esos por los que no pasa nadie. Perfecto. Tras otros cinco kilómetros se empeñó en meternos en una vereda sin asfalto. Con lo que ha llovido los últimos días por la zona podéis imaginar como estaba. Solo han sido 500 o 600 metros, pero hasta la rueda trasera que es nueva se ha puesto perdida.

Hasta ese momento he aguantado al GPS.

Preguntando a un paisano que hacía deporte y con mi “poca” intuición he pillado la carretera por la que en alguno de mis caminos recorrí esos tramos hacia Santiago y me he olvidado de aparatos inoportunos.

Debí pasármelo bien con las bajadas que hay en esta zona hacía Santiago. Ahora tocaba subir esos mismo trayectos. No es lo mismo.

He llegado hasta Pedrouzo y en un sitio del lugar me he comido un bocata de un jamón bastante mejorable. Estando en ese trabajo, comer, ha comenzado a llover.

Esto es lo que había en Pedrouzo. No se parece en nada al jamón de mis amigos Tato y Maribel.

Ni el cielo, ni el señor del tiempo de mi móvil auguraban el cese de esa lluvia. Me he puesto en marcha. Eran 21 kilómetros. Por la cantidad de cuestas: una hora y media hasta el destino.

No ha parado en ningún momento de llover. El chubasquero ha aguantado bien. El pantalón de Decathlon se ha empapado, pero como siempre, se ha secado al poco de llegar. Las zapatillas para tirarlas. No he tenido más remedio que comprarme unas nuevas con las que ahora tengo los pies calientes. Un escándalo el precio de las zapatillas. Y todo va sumando.

En esa hora y media me debéis perdonar. No me he parado para hacer fotos. Soy un débil.

Nada más llegar a Arzúa me he parado en un bar a tomar un café, secarme un poco las manos y entrar en calor. Luego he buscado la Pensión Rua. Enfrente tengo un par de edificios coronados por tejados de amianto, pero por lo demás hasta ahora ningún problema.

Cuando califique los servicios en Booking a lo peor me sale otro “indignadito” como el del patio de no se qué en Portugal o el del Hotel Camiño do Mar que me ha estado mandando notas de voz y capturas de pantalla para demostrarme lo bueno que es su hotel durante todo el fin de semana. Bueno, en realidad hasta el sábado. Luego le bloqueé.

Con este recorrido y estas circunstancias poco puedo ilustrar el viaje de hoy y supongo que el de mañana, que también amenaza lluvia irá por el mismo camino. Improvisaremos.

En cualquier caso he comenzado el que considero mi último camino De Santiago por ahora. El cuarto. Ya os conté que para el personal de la Catedral de Santiago esto que hago ahora no es camino de Santiago. Cuando se cree en dogmas, hasta la dirección en la que vas es un problema para ellos. Sigo creyendo que ni con los tres anteriores, ni con este camino voy a conseguir el cielo. Son opiniones.

Recorrido en bicicleta de hoy. No indica el tramo de lluvia.

En cualquier caso me siento como un Kamikaze en una autopista. Todos van en dirección contraria. Seguiré tanteando esa sensación.

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230612 Tráfico de Influencias.

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Tras una tarde bastante tediosa en el pueblo y hotel que conté en mi entrada de ayer. Cené en el mismo Hotel (no me moví salvo para visitar la Iglesia y el cementerio) y remoloneando todo lo que pude al final no tuve más remedio que subir a la espectacular habitación que me habían adjudicado. Y sí Maribel, eran tubos de aire acondicionado. Lo peor fue cuando subí a la habitación y tras descorrer las cortinas me encontré a una señora limpiando el patio. Imagina como estaría que la foto la hice después de la limpieza.

El patio sobre al que me estoy refiriendo en estos primeros párrafos tiene un techo de plástico semi transparente que no le proporcionaba mucha claridad a la habitación. Eso sí, esta noche ha llovido contundentemente, el ruido que proporcionaba la lluvia al caer sobre ese plástico era auténticamente atronador.

Cuando he bajado a desayunar me ha parecido ver a los mismos paisanos que ayer dejé en el bar del Hotel. Es verdad que no hay otro en las próximidades. Y lo mas preocupante es que me ha parecido que llevaban la misma ropa que cuando ayer yo me subí a la habitación. Lo que había cambiado era la camarera que me había atendido en la cena por la que me había atendido en la comida. No deben producirse muchas novedades en el lugar.

Mientras me preparaba los cafés he montado la batería y las alforjas en Hortensia y nada más pagar y rellenar los bidones de agua me he puesto en marcha.

Todos en el bar me habían asegurado que iba a llegar a Santiago empapado pese a que en ese momento había un claro en el cielo.

No me quedaban nada más que 20 kilómetros aproximadamente, con mas subidas que bajadas, pero nos vamos acostumbrando a ese ritmo. Los primeros treinta minutos del viaje aproximadamente han sido por una carretera en la que solo he coincidido con un autobús escolar al que adelantaba cuando paraba a coger a los muchachos y que me adelantaba enseguida. Y así tres o cuatro veces. Supongo que luego  haya decidido llevar a sus clientes al Instituto o donde correspondiera.

Pasado Bertamirans, ya la cosa se ha puesto más animada y me acompañaban por la carretera bastantes vehículos que circulaban hacia Santiago.

En cualquier caso estaba en la Plaza del Obradoiro antes de las nueve y media de la mañana y sin mojarme. A esa hora solo había viejecitos y viejecitas de Salou que habían realizado una parte del recorrido y que se volvían hoy a su tierra en avión.

Dos de ellas, no debían tener a nadie más a mano y me han pedido que les hiciera la foto conmemorativa de su llegada a la Plaza del Obradoiro. Aunque no debían de haber llegado hoy, ya que me han contado que estuvieron ayer en la misa del peregrino, que citaron a su grupo durante la ceremonia y que en su honor habían “bailado el botafumeiro” (no se si dice bailar). No les he querido contar cual es el origen de ese baile, no fuera a desanimarlas.

Ellas en reciprocidad me han realizado la foto correspondiente y cada uno por su lado.

He ido hasta la oficina de atención al Peregrino y obtenido mi tercera Compostela, mi tercer certificado con el recorrido realizado aunque estos señores tienen un criterio y no se mueven. En el certificado no cuenta el recorrido hasta Fisterra. En mis piernas y en el trabajo de Hortensia si.

Hemos llegado a Santiago.

Como el hotel donde estuve la primera vez que llegué está pegando a la oficina del peregrino he saludado a Julio (el dueño) que estaba exultante. Tiene completo el hotel hasta finales de septiembre.

Luego, por probar, me he bajado hasta la estación de ADIF por si tenían servicio de consigna y claramente no tenían.

El siguiente paso ha sido mas doloroso. He llevado a Hortensia a un taller de bicicletas De Santiago de Compostela: Rutasbike.

Allí le he encargado al dueño, vendedor y mecánico que cambiase la cubierta trasera, que comprobase el líquido de la cubierta delantera y sobre todo que se asegurase que los frenos estaban en buenas condiciones. Podéis no creerlo, pero unos frenos en buen estado dan bastante garantía cuando viajas por esos caminos.

Aceptada la encomienda por parte del señor de Rutaskike, me he puesto ropa de paisano delante de la tienda, he guardado en una alforja todo lo que no era necesario llevar a Madrid y me he quedado con la alforja de cosas inútiles y ropa lavable.

Dado que no tenían consigna en la estación he tenido que cargar con la “puta alforja” todo el día. He subido poco a poco hacía el centro De Santiago y justo cuando estaba llegando a la calle Francos me he encontrado con el grupo de las señoras de la foto matinal. Que conste que las llamé viejitas y viejitos por considerarme uno de ellos. Ya me contaron que estaban esperando el autobús para ir al Aeropuerto y volar hasta su origen.

Yo he seguido con la alforja a cuestas y me he dado otra vuelta por los lugares habituales. Ya había mas peregrinos y peregrinas recien llegados en la Plaza del Obradoiro. Se nota en una cosa, se tumban en las piedras de la plaza cuan si fuera la cama mas cómoda del mundo.

He comprobado que las Hortensias del Palacio Fonseca ya habían florecido y pese a la recomendación de mi amigo Pepe Ike y después de valorar muy seriamente la propuesta, he vuelto a comer en O Gato Negro. No tenían empanada de congrio pero en su lugar tenían una de pulpo y otra de sardinas (esta última también buenísima). En un intento de llegar pronto a mojarme a Madrid he probado si me podían cambiar el billete para un tren anterior. Creo que he dado con la persona con menos experiencia en la taquilla y no ha sabido encontrarme una plaza en ningún tren. Estaba allí antes de las dos de la tarde y tenía un tren para las cinco menos cuatro minutos.

He pasado un buen rato leyendo otro libro de Leonardo Padura y cuando ha empezado un pequeño chaparrón me he levantado de la terraza para protegerme dentro de la estación. Nada, cuatro gotas. Que han sido las únicas que me han caído en el día de hoy en Santiago.

Cuando escribo esto estoy en el tren camino de Madrid y supone el final de verdad del Camino Portugúes que empecé en Lisboa hace doce días.

No he dejado abandonada a Hortensia a su suerte. La idea es volver bastante pronto para hacer el Camino del Norte en sentido inverso. Es decir De Santiago hasta el puente De Santiago de Hendaya. Ya me ha advertido el de la oficina del peregrino que hacer el camino de esa forma no cuenta para la salvación. Que le vamos a hacer.

Durante la mayor parte del camino en el tren no tuve cobertura por lo que no pude publicar esta entrada. Cuando ya estaba en casa, poco antes de las once la noche, valoré el Hotel Camiño do Mar en Booking y empezó a contestarme hasta con insultos el señor o señora del Hotel. Otro indignado de la vida. Os ahorro la conversación escrita para que no os ofendan las faltas de ortografía del “indignado”. He acabado de escribir esta entrada el viernes día 9 de junio de 2023.

Ni se entero Hortensia del recorrido de ayer.

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230608 Otra foto en la Plaza del Obradoiro.

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Ayer me senté tranquilamente en el puerto de Fisterra para deleitarme con su visión y con una cerveza mientras grupos de Peregrinos y Peregrinas andaban por el lugar como si hubieran llegado al final de una experiencia inolvidable en su vida. Seguro que sí. Solo que yo no me emociono tanto. Volví al restaurante Maruxa y la atención no fue de la misma calidad que en la comida, el producto si. Se nota en todos los sitios cuando hay profesionales y cuando alguien está en un sitio porque no tiene otra cosa que hacer.

Como tenía un apartamento bastante cómodo para mi solo con vistas al mar me volví a eso de las 22 horas al mismo. Todavía no había anochecido del todo. Nos vamos acercando al solsticio veraniego y si además estás en un sitio que debiera tener otro horario pues anochece especialmente tarde.

Seguí leyendo un rato y me fui a mi cama no sin antes dejar ya preparada a Hortensia para el viaje de hoy.

Me levanté esta mañana a eso de las cinco de la mañana y comprobé que el suelo estaba mojado. Como soy un optimista irredento, pensé que había llovido por la noche y cuando me pusiera en marcha habría finalizado el episodio lluvia.

Otra vez me engañó el optimismo. Cuando a las ocho de la mañana estaba desayunando en el lugar que encontré abierto ya llegué bastante mojado. Me demoré como pude en el desayuno pero aquello no cesaba. Agua y más agua en Fisterra. Justo enfrente de donde estaba desayunando había una marquesina de autobús donde se agolpaban bajo su techo mas de cincuenta personas. Supongo que al menos ellos no se mojaron demasiado. En el lugar del desayuno había también algunos peregrinos que parecía se estaban despidiendo en ellos y ellas para siempre. Seguro que hay algún reencuentro. Al menos por lo que duraban los abrazos.

A las 8:30 y en vista de que el agua no cesaba y el señor del tiempo de mi móvil no daba buenas noticias. Me he puesto en marcha.

Vuelta marcha atrás por la misma carretera por la que ayer llegué hasta el final del trayecto. Las playas estaban allí, pero la lluvia casi me impedía verlas y mucho menos pararme para hacer fotos. Lo que unas gafas empapadas me permitía ver me decía que también el paisaje es bonito con lluvia, pero no estaba en disposición de inmortalizarlo en una fotografía.

A la altura de CEE me he desviado del camino de ayer y el navegador me ha metido por una especie de carretera de tres carriles con indicaciones en verde que parecía una autovía pero no lo era. Eso sí, había que subir y subir.

La primera parada ha sido en Dumbria. Me ha costado encontrar un lugar donde tomarme un café e intentar entrar en calor.

Un andariego se ha tomado un café con un bollo, volvía también de Fisterra y avanzaba bajo la lluvía hacía Santiago.

Cuando he salido de Dumbría parecía que había disminuido la lluvia. Eso no impedía que los calcetines, las deportivas, los calcetines y los guantes estuvieran totalmente empapados.

He vuelto a enchufar el GPS y me ha intentado llevar por medio del monte cuando le he preguntado como llegar hasta Negreira. A la vista de una pista forestal donde podéis imaginar como estaba el firme he vuelto sobre mis pasos y he preguntado a una paisana que parece que conocía mejor el camino que el GPS y ya me ha puesto en el camino correcto. Volvía a llover y volvían las cuestas en ambos sentidos. Yo solo me quejo de las de subida. Las de bajada me parecen maravillosas.

En el camino mucho monte con sus eucaliptos, pero la lluvia no permitía disfrutar del olor de ese árbol como lo había conseguido en etapas anteriores. Seguramente es que al estar empapado mi único objetivo era mantenerme firme en la bicicleta y evitar charcos que pudieran llevarme al suelo.

Cuando he visto el primer cartel en donde ponía Negreira decía que quedaban 22 kilómetros para llegar a esa ciudad. Al final la bicicleta me ha indicado que he recorrido 27 kilómetros hasta llegar a esa ciudad. Parecía que alguien que me tenía manía la iba alejando de donde yo estaba. Chaparrones, momentos sin agua y en el camino no había ningún sitio donde pararse. Pueblos muy pequeños donde a la vista no había ni un bar. He parado para fumar en un par de ellos y el paquete de tabaco que llevaba en el bolsillo estaba tan mojado como el resto de mi cuerpo.

Negreira, que en mi planificación inicial era el final de mi etapa de hoy, me ha parecido interesante. En cualquier caso no he visto casi nada. Digo que era el final de mi etapa hasta que comprobé que no encontraba ningún alojamiento a un precio razonable. Todos los que ví en booking superaban la cantidad que yo me puedo permitir por noche. Tras fumar un cigarro mojado de los que llevaba me he puesto en marcha para hacer los últimos diez kilómetros de esta etapa. Otro tramo duro, mas de subidas que de bajadas. Eso sí, por una carretera sin prácticamente ningún coche. En cualquier caso, según dicen los “pijos”, había una ventana sin lluvía y tenía que aprovecharla. Con todo he llegado hasta el Hotel Camiño de Mar en URDILDE. Este si tenía un precio asequible, pero está en un sitio donde no existe más que una calle y poco más. Tan es así que he tenido que comer en el mismo hotel y es posible que también tenga que cenar en el lugar. La habitación es bastante mejorable.

Haciendo evaluación del desastre de la lluvia indicar que llevaba unos boletos de primitiva en la cartera y les he tenido que tender por la habitación. No se si tocaran, pero que al menos puedan ser válidos. Lo que llevaba dentro de las alforjas no ha sufrido nada. Calcetines para cambiarlos inmediatamente. Deportivas también, pero solo tengo unas chanclas y no parece este un día para moverse con ese calzado.

La ración de oreja que me han puesto para comer era bastante copiosa y estaba buena. Ahora bajaré a dar una vuelta por el lugar. He visto a lo lejos una Iglesia y me acercaré para hacer unas fotos y poder ilustrar esta entrada.

Quedan pocos kilómetros hasta Santiago y de esta forma acabaré este tercer camino. Han sido poco más de 900 kilómetros y ha estado bien. Los paisajes muy interesantes y lo vivido aquí está.

La idea es ir mañana a la plaza del Obradoiro y dejar a Hortensia en un taller de bicicletas para que le cambien la cubierta trasera. Tengo billete de tren para volver a Madrid. Después empezaremos el cuarto camino aunque sea en sentido inverso.

Recorrido matinal.

He bajado hasta la Iglesia y también había un cementerio. Nada especial. Tenía que gastar el carrete de fotos del día.

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230607 Sin fotos por El Monte.

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El final del camino era el cabo de Fisterra o de Finisterre, dependiendo del idioma en el que se diga. Y ciertamente he llegado hasta el lugar donde en la edad medía se decía que acababa la tierra. La etapa de hoy ha sido bastante de cuestas tanto de subida como de bajada, pero no ha sido especialmente dura. Parece que desde que salí de Muros se percibía hasta donde tenía que llegar. Si algún día he disfrutado Del Mar (sin bañarme) ha sido hoy. Que playas más bonitas. Que acantilados y cuantos peregrinos y peregrinas que hacían un último esfuerzo en su camino.

Ayer llegué desde Villagarcía de Arosa hasta Muros. Desgraciadamente el camino no era por la costa y hubo que recorrer el camino hasta Padrón. Allí llegué poco antes de las 10 de la mañana y no pude dar cuenta de ningún pimiento del lugar. El paisano del Bar Pepe II me mando en dirección contraria a la que iba, pero se pudo subsanar.

Desde Padrón y hasta Noia el camino tiene una subida que casi me recordó la de O cebreiro. Pero conseguí llegar arriba y empezar una bajada maravillosa. Los olores del camino, como casi siempre que andas por Galicia es de eucaliptos, no me gustan los eucaliptos, pero me encanta el olor.

En Noia paré un rato y todos los paisanos y paisanas del lugar me indicaron que hasta Muros solo había unas pequeñas cuestas. Falso como siempre. Pero solo quedaban 17 kilómetros y se pudo soportar.

El alojamiento en esa ciudad estaba en el centro, centro del lugar y es un sitio realmente bonito. Se llama Pensión Casa Pedro y está montado con un gusto excelente. Cómodo y con vistas a dos lugares. El teatro Mercedes, que desgraciadamente es desde hace 50 años un bar y una lavandería en la que aproveché para reponer la reserva de calzoncillos, que ya estaba casi en números rojos.

Dediqué una hora larga entre el lavado y el secado de las prendas. Y casi 8 euros. Había comido en el Bar Pescadería unas zamburiñas riquísimas y cené en el mismo sitio unos buenos boquerones.

Cuando vas llegando al final de un viaje empiezas a sentir una especie de nostalgia sobre lo pasado y te pones a pensar sobre lo acontecido en el viaje. En Muros, ya sabía que me quedaba poco del viaje y me atacó esa nostalgia.

Esta mañana, cuando he bajado, la señora de la pensión, a la que no había conocido el día anterior, me dijo que rápidamente me habría la puerta para sacar a mi Hortensia que había pernoctado en un local que parecía un bar.

No supo decirme donde desayunar pero un hombre que pasaba por el lugar me dijo que la pizzería que estaba a la vuelta de la pensión ya daba desayunos.

Le pedí mi media tostada habitual y me colocó dos rebanadas de hogaza gallega que no había por donde cogerlas. Desayuné una y abandone el resto del condumio.

Como ya he dicho la etapa de hoy entre Muros y el Faro de Fisterra ha sido permanentemente por la costa. Seguía habiendo eucaliptos y pinos en el camino, pero el olor era a Mar.

He llegado hasta Carnota, que era mi objetivo para ayer, pero que por falta de alojamiento no pude llegar. Las playas de ese municipio son realmente espectaculares. Seguro que la temperatura del agua no acompaña. Pero son bonitas a rabiar. Después Caldebarcos, O Pinxo, Cee, Corcubión, Sardiñeiro y una vez en Finisterre seguir subiendo. Quedaban tres kilómetros más para llegar hasta el objetivo del viaje.

Ya había estado en el lugar. Las vistas realmente espectaculares y muchos peregrinos y peregrinas que hacían su último esfuerzo del camino.

Es verdad que había más que habían subido tranquilamente en un autobús y se hacían fotos en el lugar como si hubieran recorrido medio mundo andando.

Los puestos de recuerdos habituales en esos lugares. Un bar donde un grupo de motoristas celebraban su llegada hasta el Faro más famoso de la península. También estaban un músico con un sinfín de flautas, un gaitero que no paraba de interpretar la misma melodía y un paisano que te ponía el sello en la credencial del peregrino por la voluntad. Me ha aclarado que entre unas cosas y otras, eso le ayuda para poder vivir.

Último sello en la credencial que no será el último.

También me ha dicho que le gustaba hacer eso. Que parte de eso es verdad, no lo sé. Pero estaba tan cómodo en la punta del faro con su sello y su lugar para recaudar la voluntad de los que hasta allí llegábamos.

La bajada hasta la ciudad de Finisterre casi la hago sin encender la bicicleta. Según indicaba la carretera en la subida eran 2,5 kilómetros con una pendiente media del 6%, pues la bajada como os digo. A tope.

He parado en el puerto y después me he dedicado a buscar el apartamento donde me alojo. Entre el puerto y el lugar donde me alojo estaba puesto el mercadillo correspondiente. Cuando he atravesado los puestos en bicicleta (dos veces), las miradas de los vendedores no han sido de simpatía.

He atravesado dos veces el mercadillo porque por mucho que me lo propusiera no encontraba el apartamento donde me alojo. Al final he tenido que llamar a la propietaria y me ha indicado que la llave estaba en el cajetín y que la volviese a dejar en el mismo sitio mañana.

Con la bicicleta dentro del apartamento y la batería cargándose en el salón del lugar he bajado a comer. Otra vez pulpo y algunos cachelos. Ha llegado un Austriaco que venía andando desde el puente de Santiago en Irún. Se ha pedido una gran jarra de cerveza y me ha pedido que le hiciera una foto celebrando la llegada hasta aquí con la jarra en la mano.

He subido hasta el apartamento y he dormido tranquilamente una siesta. Al tener toda la casa para mí, me he sentado en el salón cocina con Hortensia al lado a escribir la entrada del día.

No se me olvida, el domingo se certificó que el equipo de Mi Pueblo, Valladolid. Fue el mas torpe y de cinco que se jugaban el descenso a segunda división la competición la ganó el Real Valladolid y se salvaron los otros cuatro equipos. Que generosidad la de los vallisoletanos.

Mañana tocará ir hacía el interior para volver a ver en un par de días al Santo Apóstol. Es otra forma de viaje. No cumplir con lo previsto. Primero el Santo y luego el fin de la tierra. Yo he llegado al fin de la tierra y luego veré al Santo. No sé que será lo mejor. Pero es como lo he programado.

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230606 He llegado. No he acabado el viaje.

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Antes de entrar en la cárcel Rodrigo Rato, ahora Rodrigo de Rato, se permitió el lujo de que el Congreso de los Diputados manifestó a un diputado que las cosas que pasaban en la vida era el “Mercado”, luego fue a la cárcel y ahora anda firmando libros como loco en la fería del libro de Madrid. Es verdad que en la misma caseta que Ramón Tamamés. Será casualidad o será el mercado.

No era mi objetivo hablar de estas cosas hoy, pero una vuelta por el paseo Marítimo de Villagarcía de Arosa me ha recordado la verdad del mercado. Luego sigo con ello.

Vaya mañana tonta. Cuando he bajado a montar a Hortensia no había nadie en el Retiro. He perdido el tiempo montando las baterías y ha aparecido la muchacha que tenía que abrir con un paquete gordo de Croasanes. Mis cafés, mi tostada, un poco de agua para rellenar bidones y en marcha.

Lo más gordo del caso es que haía una niebla que me impedía hacer fotos y que hacía comprometido el viaje. Menos mal que llevo permanentemente luces delanteras, traseras y además me había puesto un maillot de manga larga amarillo reflectante que quién no lo viera tendría que ir urgentemente al oftalmólogo.

Como la niebla me impedía hacer fotos he llegado hasta Vigo sin parar. Que frustación. No había luces de navidad del año pasado y tampoco habían comenzado a poner las del próximo año.

Eso sí, el señor Caballero no ha conseguido quitar las cuestas que conforman la ciudad.

Voy a perder un rato en contar mi relación con Vigo. Debía ser el año 1980 o 1981 cuando en un viaje en tren por Galicia. Mi pareja de entonces y yo acabamos en Vigo. Éramos entonces más pobres de lo que soy ahora y eso es mucho. Llamé a mi amigo Bibiano Morón (insigne cantante de Voces Ceibes) y acabamos comiendo y durmiendo en su casa. Pero no solo eso. Nos llevó por la noche Viguesa y vimos conciertos de Jazz, no voy a contar lo que me pasó, y a eso de las cuatro de la mañana estuvimos comiendo una lamprea en un lugar que seguro que ni Bibiano recordaría. Desgraciadamente Bibiano ha fallecido. Siempre será un referente en mi vida.

Menos mal que uno o dos días después nos fuimos a las Islas Cíes y descansamos de la amabilidad de  Bibiano.

Hoy, pese al tema de la niebla, había pensado cambiar el plan de viaje y cruzar hasta Moaña en barco. Intentaba emular a uno de mis autores gallegos favoritos. DOMINGO VILLAR. Desgraciadamente fallecido. Creo que en su último libro hablaba de los barcos entre Vigo y Moaña. Los expertos me dijeron que el camino entre Moaña y Villagarcía era más complicado que el que va por Redondela y Pontevedra. Seguí por el camino previsto. Lo siento Domingo. Lo siento Bibiano.

No he realizado ninguna foto desde Nigrán hasta Vigo, he tirado un par de ellas en la estación de Renfe de Vigo y a partir de ese momento tampoco me he vuelto loco haciendo fotos. La niebla me ha hecho perderme toda la Ría de Vigo.

El camino ha sido cómodo, pero con muchas cuestas a las que hemos tenido que ponerles un poco más de ayuda de la que se necesita en otras ocasiones.

Con niebla he pasado Redondela, he llegado a Pontevedra y me he encontrado con el día de la bicicleta del lugar. No me he sumado.

Atención es importante. He comprado tabaco en PONTEVEDRA.

Luego la cosa ha sido de picar piedra. Muchos kseilómetros por delante y ningún Bibiano o Domingo Villar que me arroparan.

La verdad es que aunque he consigo alguna foto ha sido picar y picar hasta llegar al destino.

La carretera PO ( como se llamará) no es especialmente bonita y yo me había impuesto el objetivo de llegar aunque no pudiera disfrutar del camino.

He hablado en esta entrada de mi amigo Bibiano Morón, he hablado en esta entrada de Domingo Villar. Ambos que ya no pueden aportar nada a este mundo de vivos. Pero el hotel Villagarcía de Arosa está bastante bien. Solo he tenido que subir a Hortensia 8 o 10 escaleras y ha quedado guardada como díos manda.

Comida rápida a base de dos croquetas. Una de Jamón y otra de Grelos. Buenas. Y una tostada de Queso y anchoas del cantabrico.

Siesta tranquila y a pasear por Villlagarcía. Es muy bonita la ciudad. Queda claro lo que decía Rodrigo de Rato. ES EL MERCADO.

Propiedades bonitas abandonados a su suerte. Seguro que es lo mejor que nos puede pasar o no. Es el MERCADO.

Y así ha sido el día.
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230604 Es el mercado.

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Ayer ya conté la tontería de que el Ferry hasta A Guardia estaba inactivo. Eso ha supuesto que cambiara todos mis planes para la etapa de hoy. He dicho todos los planes y no es cierto del todo, tenía alojamiento en Nigrán y eso lo he mantenido. Por tanto el objetivo de hoy era cruzar el río Miño por el primer puente posible y en vez de recorrer la costa camino del alojamiento buscar el camino más recto hasta Nigrán desde el puente del río.

Ayer, después de publicar la entrada correspondiente, seguí caminando por Viana. Que cada día me parece más bonita y acabé cenando cerca del alojamiento. No hay nada lejos salvo Santa Luzía y por tanto todo se hace andando menos subir al monte que corona la ciudad. Volví a un restaurante que me había rechazado en la comida por la hora. Los Vascos y ahora para que se “jodieran” me fui al siguiente que estaba abierto y no tenía malas criticas en Google.

Es verdad que la variedad, dentro de mis gustos, no era mucho. Cené Bacalhao que junto a las sardinas y el pulpo han sido mi alimentación durante mi estancia en Portugal. Tampoco son malos manjares.

En la cena coincidí con tres peregrinas inglesas que se quitaban el dolor del camino con un par de botellas de vino. Estaban disfrutando. El camino es menos duro si en los momentos de relajación puedes disfrutar de tus amistades y de un buen vino.

Volví a la Pensao O Lanjareira. Paro aquí la narración. Lo mismo que he criticado a otros alojamiento este me ha parecido BUENO. Y cuando digo bueno aclaro. Bonito, limpio, cómodo, cálido y sobre todo con una atención espléndida. Es verdad que la habitación estaba en la segunda planta sin ascensor, pero todo lo demás perfecto. El edificio es de granito, el parquet del suelo viejo pero cuidado, el baño cómodo y sin intromisiones por parte del personal.

También dije ayer que si me acuesto muy pronto, me levanto muy pronto. A las seis estaba ya dando guerra en mi habitación y en el whats. Recogí todo y como pude bajé las dos alforjas y la batería. La mujer que atendía los desayunos en el restaurante de la Pensao me ha puesto un café, un poco aguachirle, pero un café. Me ha llevado hasta el dormitorio de Hortensia y he podido montar todo para emprender el viaje. No me ha cobrado el café.

Nada más salir del alojamiento había un café donde me han atendido correctamente y me he tomado mis dos cafés habituales y un pastelito bastante bueno.

He indicado el destino al GPS y me ha ido llevando por donde le ha dado la gana. A la salida de Viana he coincidido con varios peregrinos y peregrinas. Por esta zona no debe ser tan habitual el sistema de traslado de las mochilas. Todos y todas llevaban las suyas a la espalda.

Una vez que he salido de la ciudad me ha ido llevando el que lo dirige todo por carriles bici, por eco carriles y por otros lugares en los que en general no he tenido que sufrir el tráfico.

Bonitas vistas, camino cómodo, peregrinos y peregrinas de vez en cuando y he ido avanzando de forma bastante cómoda en dirección a España. En el sitio de donde debiera salir el Ferry había una zodiac y un montón de peregrinos esperando para cruzar y un grupo scout intentando fabricar unas barcas con bidones vacíos de agua. No me he quedado para ver el resultado. Los que dirigían el negociado se habían pertrechado de chalecos inflables para que si fallaba el invento no se les ahogarán los scout.

He recorrido por la vereda del río Miño cerca de diez kilómetros. Os puedo asegurar que es un parque precioso y especialmente agradable para recorrer. Un solo problema. Como en todos los ríos hay mosquitos y a la que te descuidabas te comías una docena de ellos. Si te acordabas y cerrabas la boca todo era perfecto. No había mucha gente. Algún deportista, algún pescador ¿También son deportistas?, paisanos y paisanas con sus canes y alguna pareja buscando un lugar agradable para hablar de amor.

Como no podía ser de otra forma la vereda del Miño se acabó en el puente que cruzaba a Galicia. El móvil, el reloj y hasta mi cabeza cambió de golpe de hora y me dí cuenta que sin llevar demasiado tiempo pedaleando eran las doce de la mañana y todavía me quedaba un buen tramo para llegar hasta destino. El GPS me ha sacado a la carretera, me ha metido por caminos en los que no tenías claro hacía donde ibas y sobre todo, no entiendo la razón, no me ha pasado prácticamente por ningún pueblo.

A falta de unos 20 kilómetros para llegar a Nigrán he conseguido parar en Tomiño y he sellado la credencial del peregrino. Como no hacía el camino por la costa me temía lo peor (por eso digo que no estaba previsto) y lo peor se ha presentado rápidamente. Desde Tomiño se veían unos montes por el camino que yo llevaba y no tenía pinta de que existiera ningún túnel para pasarlos sin ascender. Coño, nada más abandonar el lugar donde he parado he visto que la carretera se empinaba. Eso es normal, pero como seguía teniendo enchufado el GPS, ese monstruo me ha sacado de la carretera y me ha llevado por caminos que se supone que eran más cómodos para el ciclista. Una mierda. No tengo instalado nada que me diga la inclinación de los caminos. Mi experiencia me dice que había tramos de más del 20%. Os lo aclaro desde ya. He puesto pie en tierra y he empujado a Hortensia con todo el cariño y agotamiento posible. Acabado el último tramo de recorrido a pie, el Google me ha llevado nuevamente a la carretera y cuando estaba reiniciándose el camino por la PO (lo que fuera), me ha llamado Alba para hablarme de un paisano loco que está haciendo caminos De Santiago en Bicicleta. No era yo. Gracías a la orografía nada más entrar en la carretera ha comenzado el descenso y he podido respirar según bajaba a una buena velocidad.

He llegado a Gondomar y he podido volver a llamar a Alba para que me aclarara la llamada. Después la llegada hasta Nigrán ha sido por carretera y con un tramo de subida no especialmente duro.

He encontrado un Caixabank para obtener dinero en efectivo. Me ha dado 300 euros en billetes de 20 y de 10 euros. Pero tengo efectivo.

El lugar de alojamiento se llama O retiro. Y además de ser una pensión, hostal o como se quiera llamar tiene en la parte de abajo un asador. Buenísima carne y trato muy agradable.

Veis que puedo abandonar de golpe la dieta portuguesa.

Buena siesta y a sentarme en una silla de madera para escribir la entrada de hoy. Me voy a ir ahora para ver si encuentro un estanco abierto que solvente el segundo problema menor que os manifesté ayer. Una vez que compruebe si lo soluciono me sentaré en algún sitio para publicar el viaje de hoy.

Vuelvo a la escritura en el medio del pueblo. Obviamente el estanco estaba cerrado. Veremos mañana si encuentro alguno abierto en el camino.

Recorrido del día. Os recomiendo visitar esta zona.

Por cierto hoy es el primer día que en el camino he pasado bastante calor. Salí con Maillot de manga corta y con chancletas de Viana y pese a eso he tenido que apurar ambos bidones. Pero según bajaba del “puto puerto” que me he encontrado y no le tenía previsto ha empezado a ponerse gris, se ha levantado el aire y cuando he llegado a Nigrán he tenido que sacar el maillot de manga larga. Ahora estoy con jersey encima de la camiseta y por si acaso me he traido el chubasquero. Mañana empezamos el ascenso por las rías baixas. Hacía la capital del narcotrafrico gallego del siglo pasado: Villagarcía de Arosa.

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230603 No estaba previsto.

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Sabéis que durante mis anteriores entradas he contado que no veía en mi camino a ningún peregrino o peregrina. Hoy esto ha cambiado. Luego vuelvo al tema.

Con el desmadre horario que tenía ayer, después de publicar la entrada correspondiente me bajé a la ribera de mi adorado Duero. Recordar que es el río que pasa por mi tierra y que cuando recorrí desde el nacimiento a la desembocadura ese río tuve varios percances que al final es para mí imprescindible.

Bueno pues en la Ribeira o Ribera había el mismo ambiente de siempre. Miles de turistas, señores y señoras cantando, demasiadas terrazas de restaurantes y muchos puestos callejeros. Nada que me llamara especialmente la atención pero que siempre es agradable ver. Me sorprendió, por novedoso y no por ello mejor, una seudo tuna de 4 ó 5 integrantes exclusivamente femeninas. Siguén sonando igual de mal que las masculinas, pero tienen la cosa de ser diferentes.

Me senté en el único sitio que parecía un bar y no un restaurante y me pedí una cerveza. Todavía no tenía nada claro lo que tenía que cenar. E incluso si tenía que cenar después de la francesiña. Ojo, lo que voy a decir no pretende ser ofensivo. Había al menos 14 o 15 camareros, todos ellos y ellas de color marrón como dice Irene, pero no tenían nada organizadas las mesas y antes de servirme (y cobrarme inmediatamente) se habían acercado cuatro camareros para ver que quería y una camarera para dejarme un cenicero. En cualquier caso estuve bastante tranquilo que era el objetivo. Como además tenían unas sombrillas me libre del primer golpe de lluvia que nos calló en es momento.

Tampoco tenía intención de perpetuarme en el lugar mucho tiempo y tras finalizar la cerveza emprendí la subida hacía Santa Catarina o la Iglesias de las ánimas. Me había parecido mucha cuesta para bajar pero lo tomé con tranquilidad y empecé la ascensión. Es lo que tiene Oporto. Que mejor que tengas unas buenas piernas. Todo son bajadas hasta el Duero y todo son subidas desde el río. Al poco de iniciar el ascenso encontré un SAGARDI, la cadena española de restaurantes y pintxos y decidí que allí remataba mi alimentación del día. Tres pintxos manifiestamente mejorables aunque tampoco estaban tan mal. Menos de 10 euros de cena y a seguir el camino.

Subí siguiendo mi intuición y sin utilizar para nada el navegador. Cuando llegué a la calle Santa Catarina (la de las tiendas que conté ayer) cometí el error más grave de todo el camino. Me senté a tomar un descafeinado en el Café Mayestic y me levantaron 5 euros por un brebaje bastante mejorable. Es verdad que el café es histórico y bonito, pero se han creído que están en la plaza de San Marcos de Venecia. Nunca más cometeré ese error. O sí.

Después de los cinco euros no hice fotos del café. Otra foto de la estación de Sao Bento.

Volví a realizar practicas de escalada hasta la habitación 45 del Hotel do Norte y tras poner a cargar todos los artilugios eléctricos que uno lleva encima y oyendo hora 25 en la cadena ser me quedé dormido.

Acostarse demasiado pronto para la costumbre de uno tiene una ventaja, que antes de las seis de la mañana ya estaba deseándoles los buenos días a TERE, Ruth, Alba e Irene. Y que a las 7:30 ya estaba con la bicicleta montada y buscando un sitio para desayunar.

No estaba muy lejos y me he pedido lo tradicional. Dos bicas (que en Oporto ya no se llaman bicas y se llamán café solo) y media torrada. Buen producto, mal servicio. Esa manía que tienen de que pagues en una “puta máquina” me molesta sobre manera. He pedido otro café y el agua correspondiente para rellenar y otra vez a pagar en la máquina. Que impersonal es todo.

Acabado el desayuno he puesto en el navegador VIANA DO CASTELO y el cabrón de él me ha obligado ha subir todas las cuestas que no había subido todavía en Oporto. Con bastante tráfico, era la hora de los colegios y de ir a trabajar. Sin hacer mucho caso a todo lo que discurría a mi alrededor he ido avanzando y tras cinco o seis kilómetros se ha ido aclarando el panorama y el google me ha ido llevando hacía las playas del norte de Portugal.

En ese punto es donde he comprobado que ya, desde aquí, la gente empieza el caminho a Santiago. Bastantes mochileros y como el camino se hace entre las dunas de las playas he tenido que ir adelante a varios. Eso sí, deseándoles a todos “Bon Caminho”. En una de esas pasarelas por las dunas he comprobado que un ciclista que circulaba delante de mí ha tenido que cargar con su bicicleta para subir unas escaleras. Ya me lo había advertido mi amigo Pepe Ike. He dado la vuelta y utilizando solo la brújula he emprendido el camino hacía el norte por carreteras secundarias. Todas ellas de adoquines. Menos mal que no uso Hemoal. Hubiera sido mortal. He circulado por carreteras paralelas a la autoestrada por la que van los vehículos hacía el norte. He localizado maravillosos carriles bicis por pinares y playas y sobre todo he ido encontrando a los peregrinos que empezaban en el día de hoy su camino.

Algunos peregrinos jugaban a ir por las dunas y no utilizan los caminos predeterminados. Ellos y ellas sabrán.

En un taller de artesanía anunciaban a la puerta que sellaban la credencial del peregrino y casi por primera vez en este camino he sellado antes de llegar a destino. Una Italiana que vive en Málaga se quejaba de la dureza del camino. Había recorrido diez kilómetros y le quedaban 3 para la llegada a su destino de hoy. Que tenga mucha suerte.

Al final, después de poco más de ochenta kilómetros, y recorriendo caminos, carretera secundarias y la N13 he llegado al puente de Viana do Castelo. Antes de las dos de la tarde estaba alojado en la Pensao O Lanjareira. Un lugar mucho más que digno. La habitación está en un segundo piso sin ascensor pero creo que está bien. Han puesto alguna dificultad para guardar la bici, pero al final me han llevado a su almacén donde no había que subir ninguna escalera. Todo bien.

Me he ido demorando y casi no consigo comer. Un bar Asturias del lugar me ha resuelto el problema.

Había bastante pulpo, solo que estaba enterrado entre las verduras.

Siesta tranquila y después una visita general a Viana. De entrada me he negado a subir hasta Santa Luzía. El elevador no funciona y no quería perder todo el día en esa terrible subida y luego en bajar. He visto lo más destacado del lugar y sobre todo el Teatro Municipal Sa de Miranda al que me había recomendado ir mi amigo Rafa (Gaditano de Segovia o Segoviano de Cádiz) donde actuó en su momento con la obra Mama, con la que está a punto de llevar las cien representaciones. He ido al teatro y he paseado sin ninguna prisa por la ciudad. Recuerdo que hace ya casí veinticinco años vinimos TERE y yo a esta ciudad y nos alojamos en la Pousada del lugar (paradores en Portugal) que sitio más elegante ( y supongo ahora que caro).

Hoy me he enterado de que además del elevador hasta Santa Luzia no funciona, tampoco funciona el Ferry que une Portugal con La Guardia. 20 kilómetros añadidos para mañana en el recorrido. Espero que los peregrinos andarines hayan encontrado plaza en el transporte alternativo al Ferry. Yo no he visto plaza hasta las 15:30 y entiendo que no debo esperar tanto tiempo para concluir la etapa. Para los andariegos veinte kilómetros es casi una jornada del camino. Que esté sin funcionar ese servicio desde hace dos años indica que hay desidia en dar servicios en al menos una de las administraciones o la Gallega o la Portuguesa. Realizaré el recorrido en Bicicleta.

Tres cosa más. Dos menores y una importante. Me estoy quedando sin efectivo y sin tabaco, espero subsanar mañana esto en cuanto vuelva a España. La importante: me han transmitido en directo la fiesta de Escuela Infantil de Irene y ella lo ha pasado especialmente mal. Yo desde aquí estaba muy jorobado. Ya he visto que cuando TERE le ha dado unas golos ya ha superado el mal trance.

Pues eso, camino del norte.

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230602 Ya van viniendo.

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