Tal como os comenté en mi entrada de ayer, me subí al tren en Bobadilla a casi las nueve de la noche. Hortensia y yo habíamos estados anclados en esa Entidad Autónoma Local casi todo el día. Cuando volví de intentar recorrer el camino hasta Málaga por carretera me senté en un bar del pueblo. Después de tomar un café, vi que tenían intención de cerrar y me desplace al bar donde había comido. Cuando les dejé estaban jugando a los chinos como si no hubiera otra casa que hacer. Conseguí hacerme sitio en una de las mesas que tenían y que estaba en la sombra. Seguían jugando a los chinos. Quizás es el divertimento más interesante que han encontrado en el lugar. El grupo era variable. Siempre que podía el propietario del lugar estaba en la pomada, cuando por alguna razón tenía que atender el negocio, los demás tomaban el gobierno del juego y seguían haciendo apuestas. No me enteré lo que apostaban en realidad. En algún momento pensé que se jugaban la consumición, después comprobé que se jugaban décimos de lotería, y finalmente deduje que había intercambio de monetario. No recordaba ningún sitio donde el juego fuera tan directo. Acierto y gano. No acierto y pierdo. No había nadie que controlase los beneficios de cada uno de los participantes.

Con una hora de antelación me desplacé hasta la estación (estaba a dos minutos del bar), vi los teleindicadores y comprobé el retraso que tenía el tren que pensaba coger y tras fumar un cigarro en un banco de la estación volví al bar de Juani. Seguían jugando a los chinos. Tomé una cerveza e hice tiempo para el momento de partida de mi tren.

Otra vez de vuelta a la estación. Me coloqué en las proximidades del lugar donde tenía que montar. No era en el sitio de mi billete, era donde me había sugerido el interventor del tren matutino en el que podía acoplar a Hortensia con más comodidad.

Llego el tren, subí (con dificultad) a Hortensia y después las alforjas. Colocado todo en el tren me senté. Solo había una parada en el camino a Málaga. El Chorro – Caminito de Rey. Cuando paramos en esa estación el sitio donde yo viajaba se llenó de Guiris que venían de hacer ese recorrido. Cada uno se sentó en su lugar y yo seguí donde estaba, cuidando la bicicleta.

Llegamos con algo más de 10 minutos de retraso a Málaga. Para salir de María Zambrano recorrí todo el centro comercial en el que se ha convertido la estación. Puse el GPS y llegué en menos de diez minutos al alojamiento.

Les había preguntado mediante mensaje donde tenía que guardar la bicicleta. No contestaron. Al llegar al lugar vi que había unas barras de anclaje a la puerta del alojamiento. Lo entendí.

Subí corriendo las alforjas y la batería a la habitación, me duché, me cambié de ropa y me dispuse a triunfar en Málaga.

Busqué un sitio donde cenar y, pese a que la cena estuvo bien, fueron muy desagradables. Pedí una cerveza y solicité la carta para la cena. Antes de darme la carta me obligaron a pagar la cerveza. El lugar era La Mesonera. No digo más. Luego las tapas merecieron la pena.

Dí una vuelta por la plaza de la Merced de Málaga. Tomé un descafeinado y volví al alojamiento. Había leído algo en Bobadilla, ya no daba tiempo a seguir con la lectura.

He dormido plácidamente.

Como me acosté cerca de las doce la noche, no me he despertado hasta las siete y quince minutos. Ya había dado señales de vida Tere. Me había pillado con el paso cambiado.

Me organicé y empecé a bajar cosas hasta Hortensia. Estaba perfectamente anclada y no había sufrido ningún percance nocturno.

Me tomé un café de maquina (no estaba mal) y coloqué el resto de impedimentos en la bicicleta.

No vi ningún lugar para desayunar en las proximidades. Emprendí el camino. Una subida suave, una bajada todavía más suave y finalmente estaba paralelo al Mediterráneo.

No tenía que buscar más en el GPS, mi camino es seguir paralelo al mar hasta el final del recorrido.

Pasé por “el palo”, zona habitual de espetos. No habían encendido ni las brasas. Normal a las 9 de la mañana.

Llegué al Rincón de la Victoria, Torre del Mar, Caleta de Vélez, Torrox costa y llegando a Nerja empezaron las subidas y bajadas. Nada grave. Después, y antes de entrar en la provincia de Granada empezaron las subidas un poco más intensas. Tampoco nada grave. Hasta tuve que circular por un par de túneles. Uno de 650 metros (Cerro Gordo) y otro en las proximidades de la Herradura de unos 300 metros.

La sensación de viaje es extraña. Si miraba hacia la derecha según circulaba, y en aquellos sitios que no habíamos construido barbaridades, se veía todo el Mediterráneo, cada vez más bonito.

Si miraba a la izquierda la cosa se complicaba. Que desatino de construcciones.

En algún sitio nos tendrán que meter a todos los que venimos de vacaciones a esta zona del país.

Ahora, teniendo en cuenta que he parado poco, los que están acoplados en esta zona son “guiris” que vienen a pasar el otoño, el invierno y parte de la primavera. El turismo nacional ha desaparecido. Será cosa de la estacionalidad.

No ha sido complicado llegar hasta la provincia de Granada, ni tampoco al lugar donde me alojo. Almuñécar. El Hotel Goya, para el coste que tiene, está bien. Dos pisos sin ascensor y Hortensia aparcada en un patio Andaluz.

Google es desconcertante. Te recomienda bares, restaurantes o cualquier otro servicio sin detectar si están abiertos o no. He bajado del hotel con toda la calorina, me he tomado una cerveza en el bar más próximo y he buscado un sitio para comer. Los dos que me ha recomendado estaban cerrados. He vuelto al bar primigenio.

Siesta por todo lo alto de 50 minutos y a la tarea diaria. Contar el desarrollo del camino.

Cuando he entendido que era recomendable bajar, he recorrido el pueblo. Nada especial. Aquí no existe la urbanización Verano Azul que he visto en Nerja.

He comprado tabaco, he entrado de urgencia en un establecimiento. No sé si era una pizzería o un Kebbab. No le he dado opción al camarero. De urgencia al baño.

En los lugares habitados no se puede mear en cualquier sitio.

Con mi cartón de Herencia he vuelto a subir los dos pisos andando. Tampoco es tan grave, salvo para las piernas.

La etapa, que ya sabéis, que estaba en mi plan “B”, se ha desarrollado sin ninguna dificultad. No hemos utilizado medio de transporte alternativo, Hortensia se ha portado y no hemos tenido que ir a ningún taller de bicicletas. Los que nos adelantaban en la N-340, en general bien.

Que más se puede pedir. Claro que venir por la costa no es lo mismo que hacerlo por las alpujarras, pero el hombre dispone y dios dispone.

Seguiré por la misma carretera en dirección Almería. El objetivo es cerrar un círculo realmente imaginario. Salir de Almería y volver a Almería. Da la casualidad que el hotel que me ha ofrecido Booking para dormir en el final de mi recorrido es el mismo en el que dormí al comienzo del mismo. Ya se lo que me espera.

Quedan dos etapas. Mañana hasta Adra y cerramos el domingo en Almería. La vuelta a Madrid será el lunes. Alba me sacó el billete (con bicicleta) para el intercity de las siete de la mañana del lunes.

Veremos cómo se desarrolla el viaje. Cuando llegue, no tendré llaves de casa, ni del alojamiento de Hortensia. Estoy seguro de que Tere ha tomado las medidas necesarias para que no tenga que esperarla. Que en cualquier caso tampoco me preocuparía.

Etapas así, sin sobresaltos, con muchos cicloturistas en un sentido u otro son divertidas. Tenerse que pelear, como el gran Capitán, con los elementos no es agradable. Es la vida.

 

 

 

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231006 Así sí.

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Un comentario en “231006 Así sí.

  1. Maribel dijo:

    Cuanto me alegro Mariano, que el plan B esté saliendo sin contratiempos. No entenderé nunca lo de de La Mesonera……tener que pagar la bebida cuando estas esperando a que te den de comer…..Buenos……sosas de mesoner@s imagino…..Buena pinta tienen esas viandas y aunque las vistas de Las Alpujarras serían preciosas, pedalear paralelo al mar debe de ser muy relajante. Sigo con un poco de retraso tus crónicas, pero seguro que el lunes Tere te lo tenía todo organizado para tu vuelta.
    Un abrazo de tu gropie.

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